Menos mal que traje ropa de sobra en la maleta y sobre todo que traje ropa de abrigo. Porque el frío que hace en París se mete en los huesos por la humedad del río y es horrible. Por lo que me he puesto unos vaqueros, una camiseta térmica y encima un jersey negro con rayas blancas, unas botas negras y mi abrigo de pana del mismo color. Cojo mi bolso y espero a que Antoine termine de preparase también.
-Estoy listo-me dice.
Es tan guapo, de verdad que lo es. Parece como si su ropa se amoldase a la perfección a su cuerpo tonificado. Su camisa beige y sus pantalones negros le quedan perfectos, lleva también un abrigo parecido al mío pero de hombre claro está.
-Que elegante señor Antoine.
-Dubois, señor Dubois suena mejor.
Que apellido con más clase y con más personalidad tiene, es como si fuese hecho para él.
-Osorio, Osorio Saavedra soy yo, un placer señor Dubois-digo acercándome a él para estrecharle la mano.
Hace una reverencia y me besa la mano, yo sonrío ante su juego y también hago una reverencia.
-Un placer señorita Osorio.
-Venga vámonos, estoy deseando ver que tiene París para ofrecerme hoy.
-Seguro que tú puedes ofrecerle mucho más-dice saliendo por la puerta.
Rezo porque Antoine acabe diciéndome la verdad, por conocerle y porque esto salga bien. No quiero hacerme ilusiones todavía, quedan muchos días para que Antoine cumpla su palabra y acabe siendo sincero conmigo en todo lo que guarda dentro. No imagino que tan duro o complicado tiene que ser para él lo que tiene que contarme como para que no quiera hablar de ello.
No imagino que haya cometido algo tan malo como para que no quiera hablar del asunto, pero tampoco imagino que debe ocurrir realmente en su mente como para no querer contármelo. ¿Qué tan malo puede ser? ¿Qué esconde realmente? Espero saberlo pronto, espero que Antoine confíe en mí como yo lo hice cuando le hablé de mi pasado con mi padre enfermo o de cuando le he hablado porque me gusta tanto viajar, es cierto que todavía tengo mil cosas que contarle, pero al menos yo ya he empezado a contarle quién soy, yo en cambio solo sé su nombre, en que trabaja y que es un chef increíble, poco más, o al menos nada que me sirva para confiar todavía en él.
Aparcamos en una calle que según Antoine es de confianza ya que suele hacerlo y caminamos por el camino del río, por esas preciosas aceras rodeadas de los puentes y de gente tan elegante que hasta me hacen sentir mal de ir vestida como voy ahora.
-Ven, quiero hacer algo contigo-me dice cogiendo mi mano.
Caminamos hacia el puente que tenemos al lado y veo que Antoine saca un candado y un bolígrafo.
-¿Qué es esto?
-Dicen que si atas el candado al puente, los nombres de las personas que estén escritos permanecerán juntas toda la vida, es una forma de sellar una relación.
-¿Y que significa todo esto?
-Es una forma de decirte que quiero tenerte siempre en mi vida, da igual la forma en la que sea.
Le miro con ojos brillosos por las lágrimas que intento contentar ante el momento romántico y bonito que estamos compartiendo. Es cierto que me encantaría poder compartir mi tiempo con él, da igual la forma como él dice, no importa cuál sea nuestra relación, lo importante es que siempre nos mantengamos juntos a pesar de las adversidades.
Ponemos nuestros nombres en el candado y lo atamos al puente, tiramos la llave al río, como si en realidad estuviésemos firmando la eternidad entre nosotros.
Antoine me abraza y yo sonrío por tenerle de nuevo conmigo y estar tan feliz de que por un momento pueda olvidarme de todo lo malo.
-¿Ahora se supone que tengo que aguantarte toda la vida?-digo vacilando.
-No pretendo menos, no me vale menos, contigo quiero más que ese escaso tiempo, ¿qué es una eternidad cuando necesitas más que eso para estar con alguien?
-Antoine... Te pido que no me confundas, dijiste que no podías estar conmigo, así que te agradecería que hasta que no cambies de opinión no me digas esas cosas.
-Yo...-dice intentando pensar las palabras exactas-Da igual, no tiene importancia, perdona por confundirte, no era mi intención.
-¡Antoine!
Una voz femenina resalta entre el silencio del puente. Antoine me mira confundido y ambos nos giramos a ver de quién se trata. Una mujer rubia de ojos azules, de baja estatura y muy elegante aparece ante nosotros.
-Mamá-dice Antoine.
Qué vergüenza, la madre del hombre al que amo está ahora mismo con nosotros. No esperaba conocerla y menos en esta situación.
-Bonjour Antoine. Comment vas-tu?
-Bien, gracias-Antoine me mira-Ella es Natasha, mi amiga, viene de Madrid.
-¡Oh! Hola Natasha, yo soy Camile, la madre de Antoine-dice estrechándome la mano.
Su español es perfecto, lo cual no me sorprende habiendo escuchado a Antoine escuchar hablar el idioma. Pero sí que me interesaría saber porque si madre también habla mi idioma.
-Un placer señora-digo.
-Que educada-responde ella mirando a su hijo.
Ella parece simpática, en cambio Antoine parece incómodo, aunque lo entiendo ya que supongo que presentarme a su madre no estaba en sus planes y más cuando no soy nada para él.
-Antoine, ¿por qué no venís mañana a cenar a casa?
-No creo que sea buena idea, gracias-dice serio.
-El cumpleaños de tu padre es en tres días por si lo habías olvidado, estaría bien que te dignases a asistir, pero para ir haciendo migas, mañana vendréis a cenar, los dos-dice mirándome en la última palabra.
-Iremos-respondo.
Antoine me mira enfadado, después se despide de su madre y volvemos a quedarnos solos.
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Si decides quedarte.
Teen FictionNatasha ha dedicado su vida a trabajar y viajar a partes iguales. Siempre ha tenido el mundo a su disposición y la vida resulta. Reina del orden y la tranquilidad, ese ha sido siempre su lema. Un viaje a Paris, una familia no común y la reina de la...