Capítulo 51: El encuentro inesperado 2.

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Nercwys forest

Gales, Reino unido.

Jueves 30 de julio 1995— 2:11 am.

Robert Gracee se encontraba rodeado de magos y brujas en lo profundo del bosque de Nercwys. La oscuridad los envolvía, rota solo por dos pequeñas esferas de luz lumos que flotaban en el centro del círculo de sombras. Se habían formado pequeños grupos que hablaban en susurros y murmuraban entre sí, muchos debatiendo si esa reunión era un engaño o si realmente se trataba de un reclutamiento para las filas del Señor Tenebroso.

Robert se acercó a un chico que parecía un par de años más joven que él, posiblemente un recién graduado de Hogwarts, quien también se encontraba solo.

—¿Cuándo crees que empezará todo esto?— le preguntó Robert, intentando sonar casual.

El chico lo miró, evaluándolo con cuidado antes de responder —No debería tardar mucho más— dijo en voz baja—Los últimos chequeos de seguridad están casi listos, según lo que escuché de uno de los encapuchados.

Robert asintió, sus nervios aumentando con cada segundo —Entonces, el Señor Tenebroso debería aparecer en cualquier momento— comentó, intentando sonar más confiado de lo que se sentía.

El chico rió suavemente, sacudiendo la cabeza. —El Señor Tenebroso no se mostraría en un lugar tan expuesto como este— explicó, sus ojos brillando con una mezcla de admiración y miedo. —Muchas personas saben de esta reunión. Por eso hay tanta seguridad y tanta tardanza. Lo más probable es que intenten colarse algunos espías del barbón director de Hogwarts.

Ante esa mención, Robert tragó saliva, sintiendo una ola de pánico. Siendo él mismo un espía, esperaba fervientemente que no lo descubrieran. Manteniendo la calma, asintió y desvió la mirada, observando las sombras danzantes que proyectaban las esferas lumos. La espera parecía interminable, y el peso de su misión recaía sobre sus hombros como una losa de piedra.

La ansiedad comenzó a apoderarse de Robert, sus ojos escudriñaban el entorno en busca de cualquier señal. De repente, escuchó que llamaban al chico con el que había estado hablando. ¡Hey, Lutterworth, acércate!— dijo un hombre que se encontraba reunido en círculo con otras tres personas.

Lutterworth se volvió hacia Robert y le indicó que lo acompañara. Se unieron al grupo y uno de los integrantes sacó de una mochila una vieja lata de garbanzos, abollada y desgastada. Robert reconoció de inmediato lo que significaba: era un traslador.

El hombre les indicó que tocaran la lata, y en cuanto Robert colocó la mano sobre el objeto, todo a su alrededor comenzó a girar vertiginosamente. Sintió cómo sus pies se despegaban del suelo y, tras un instante que pareció eterno, aterrizó en un lugar muy similar al bosque donde estaban antes. Sin embargo, algo en el aire y el paisaje le hacía pensar que estaban muy lejos de Gales.

Echó un vistazo rápido y vio numerosas antorchas clavadas en la tierra, iluminando un perímetro con un fuego de color verde. En el centro, una especie de trono hecho de raíces de árbol y enredaderas se erguía majestuoso, y sobre él, una figura misteriosa e intimidante.

 En el centro, una especie de trono hecho de raíces de árbol y enredaderas se erguía majestuoso, y sobre él, una figura misteriosa e intimidante

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