Interludio 3: Un Consejo.

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Mansión Malfoy

Viernes 04 de Febrero 2004 — 08:11 pm.

La mansión Malfoy se erguía imponente bajo el manto de la noche, sus siluetas góticas recortadas contra el cielo oscuro

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La mansión Malfoy se erguía imponente bajo el manto de la noche, sus siluetas góticas recortadas contra el cielo oscuro. Harry Potter, ahora un auror de veinticuatro años, se apareció en los terrenos con un suave plop, la hierba húmeda del atardecer rozando sus zapatos. Su visita no era por placer, sino por negocios, aunque había un matiz de gratitud y respeto en su misión.

Narcisa Malfoy, la matriarca de la familia, cumplía arresto domiciliario desde el fin de la guerra. A pesar de las circunstancias, había encontrado una manera de ser útil, convirtiéndose en una informante valiosa para el Ministerio de Magia. Harry no podía olvidar que, en su momento más crítico, Narcisa había elegido ayudarlo, y eso había cambiado el curso de la guerra.

Harry llego a la entrada del recinto y esta al acercase esta se abrió sola por arte de magia soltando un chirrido agudo. La misión estaba pobremente iluminada pero impecable. Algo extraño ya que no había elfos domésticos en esa casa. Habían sido reubicados después de los juicios a los mortígagos en los cuales Harry había abogado por Draco y su madre. Por ende, solo Lucius Malfoy cumplía una condena de cadena perpetua en Askaban.

La mansión estaba tranquila, casi demasiado, como si los ecos del pasado aún resonaran en sus paredes. Sin los elfos domésticos, el lugar tenía un aire de abandono noble, pero Narcisa mantenía su hogar con la misma dignidad de siempre. Aunque todo lo tuviera que hacer ella diligentemente.

Aun así, Harry no olvidaba que ese lugar una vez fue la base de operaciones de Voldemort antes de que tomara el ministerio. También fue un campo de batalla cuando la totalidad de la familia Malfoy servía al señor oscuro. Todavía Harry podía sentir vestigios de esa batalla al recorrer los pasillos. Su magia reaccionaba a la sensación de peligro por lo que siempre tenía sus varitas preparadas. La varita con la que había estudiado en Hogwarts desde el primer año comprada en Ollivanders. Y su segunda varita ganada en la batalla de Hogwarts. Aun que esa última le gustaba guardarla en secreto.

Al entrar al salón, Harry encontró a Narcisa esperándolo en un lugar más iluminado que el resto de la casa, su postura elegante y controlada, pero sus ojos revelaban una calidez que rara vez mostraba

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Al entrar al salón, Harry encontró a Narcisa esperándolo en un lugar más iluminado que el resto de la casa, su postura elegante y controlada, pero sus ojos revelaban una calidez que rara vez mostraba. —Buenas noches, Harry— dijo con una voz que, aunque suave, llevaba la fuerza de su linaje.

Harry Potter: El Cuervo Entre el Ciervo y la Nutria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora