Ministerio de Magia de Londres.
Sala de interrogatorios N°03, Ala de Aurores.
Martes 02 de Septiembre 1995 — 8:52 am.
El aire opresivo de la sala de interrogatorios se adhería a Harry como una segunda piel. Sus muñecas ardían bajo las frías esposas serpentinas grabadas con símbolos mágicos: Thurisaz, Hagalaz, runas antiguas diseñadas para suprimir la magia y sembrar inquietud. La crueldad del Ministerio era poética; habían elegido esposas que susurraban maldiciones nórdicas, un artefacto de la colección macabra de la familia Black. Los párpados de Harry ardían tras una noche en vela en la celda subterránea, donde las paredes rezumaban un olor agrio a desesperación y sangre seca.
La puerta se abrió con un chirrido, cortando el suelo de piedra con un haz de luz de antorcha. Un hombre de rostro afilado y traje impecable entró. Harry lo reconoció al instante: el señor Pearson, el abogado que Emely, su hermana adoptiva, había contratado para reclamar el legado de los Black. Lo había visto en Grimmauld Place, moviéndose entre las reliquias malditas con guantes de cuero y sonrisas impenetrables. Ahora, se sentó frente a él, colocando un expediente sobre la mesa marcada de arañazos.
—Buenos días, señor Potter —comenzó Pearson, alisando el documento con dedos meticulosos—. Espero que su estancia aquí no haya sido demasiado... incómoda.
Harry soltó una rispa seca.
—¿Qué más da? La hospitalidad del Ministerio siempre incluye óxido y ratas por lo que veo.Los labios de Pearson se curvaron levemente, sin llegar a una sonrisa.
—Cierto. Al grano, entonces. —Deslizó una carpeta hacia Harry, donde danzaba un hilo plateado: un archivo de los aurores sobre su arresto—. Se le acusa de lanzar un hechizo no identificado en un lugar desconocido hace tres semanas. Un hechizo... llamativo para una tarde de verano.Harry se inclinó, sintiendo las esposas morderle la piel. —No he tocado mi varita desde junio. Pregúntenle a quien la tenga confiscada.
—Ah, pero la magia deja ecos —murmuró Pearson, golpeando suavemente el frasco—. En el pasado ya habías usado magia sin varita para atacar a tu tía ¿recuerdas eso?. Eso es muy convincente, incluso para mí.
—Esta vez no he cometido ese tipo de errores —replicó Harry, aunque un escalofrío le recorrió la espalda. ¿Quién querría incriminarlo? ¿Y por qué ahora?
Pearson entrelazó los dedos, su mirada penetrante.
—Cierto. Pero al Ministerio no le interesan los matices. No cuando el El Profeta ansía titulares sobre "El Niño que Vivió convertido en delincuente". —Hizo una pausa, dejando que las palabras envenenaran el aire—. Su hermana, sin embargo, cree que esto está... orquestado. Un intento de desacreditar al último heredero de los Black a través de usted. Al igual que han hecho con Dumbledore desde el final del torneo de los tres magos.Pearson se acercó, su voz un susurro conspirativo. —Las runas en sus esposas... no son del Ministerio. Son reliquias de los Black, diseñadas para absorber magia... y rastrearla. Alguien se aseguró de que las usara. Alguien que sabía que reaccionarían si usted hubiera lanzado ese hechizo. —Inclinó la cabeza, como un búho—. Dígame, señor Potter... ¿quién teme tanto su conexión con los Black como para enterrarlo con ella?
La pregunta quedó suspendida, afilada como una daga. Afuera, un trueno retumbó... o quizás era el rugido de los hornos en las entrañas del Ministerio. Harry recorrió las opciones: ¿remanentes de mortífagos? ¿Un funcionario hambriento de poder? Las esposas vibraron, las runas brillando como ascuas.
ESTÁS LEYENDO
Harry Potter: El Cuervo Entre el Ciervo y la Nutria.
FantasyFanFic de 317.000 palabras (hasta ahora) Esta historia comienza en el cuarto año y se desvía del canon oficial. Se actualiza los domingos. Harry Potter: El Cuervo entre el Ciervo y la Nutria. Es una historia alternativa que narra cómo Harry se en...