Capítulo 27: Antes de la segunda prueba (parte 2: San Valentín )

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Cabaña del Guardabosques

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Cabaña del Guardabosques

Terrenos de Hogwarts.

Domingo 14 de Febrero 1995 — 7:22 am

Harry Potter se sentó en la rústica mesa de Hagrid, rodeado por las paredes de madera de la cabaña. El fuego crepitaba en la chimenea, y el aroma de tocino y huevos llenaba el aire. A pesar de la comida apetitosa, Harry apenas podía tragar. Su mente estaba atormentada por la primera prueba del Torneo de los Tres Magos.

Hagrid, con su barba desaliñada y sus ojos negros como escarabajos, le sirvió una generosa porción de comida. —Come, Harry, necesitas fuerzas para la próxima prueba— dijo con su voz ronca.

Harry jugueteó con el tenedor, incapaz de apartar de su mente la imagen del dragón húngaro de la primera tarea. Había sido aterrador enfrentarse a la bestia, y cuando había lanzado aquel hechizo para distraerla, no había previsto que fuera tan poderoso. No había querido matar al dragón, solo defenderse.

—Hagrid— comenzó Harry, su voz apenas un susurro —sobre el dragón...

Hagrid lo miró con curiosidad, sus ojos brillando. —¿Qué pasa, Harry?— Preguntó como si no fuera nada importante.

—Lo que hice... no fue intencional— confesó Harry. —No quería lastimar al dragón. Solo... solo quería sobrevivir.

Hagrid se inclinó hacia adelante, apoyando sus enormes manos en la mesa. —Harry, los dragones no son mascotas. Y Aunque admito que me encantaría que lo fueran. Son criaturas peligrosas. Tú hiciste lo que tenías que hacer para protegerte. No te culpes.

Harry se sintió aliviado por las palabras de Hagrid, pero aun así, la preocupación persistía. Sabía cuánto amaba Hagrid a las criaturas mágicas, especialmente a los dragones. No quería que su amigo pensara que había matado al dragón a propósito.

—Tenía miedo de que estuvieras enfadado conmigo por eso— Dijo Harry con un suspiro. —No quería hacerlo. No sabía que mi hechizo sería tan fuerte.

Hagrid sonrió, mostrando sus dientes desiguales. —Harry, he visto cosas peores en mi vida. Y tú... tú eres un buen chico. No te preocupes por mí y los dragones. Estaremos bien.

Harry asintió, sintiendo un nudo en la garganta. Hagrid lo comprendía mejor que nadie. Quizás, solo quizás, podría perdonarse a sí mismo por lo que había hecho.

Mientras masticaba un trozo de tocino, Harry supo que su amistad con Hagrid era más fuerte que cualquier prueba del torneo. Y tal vez, solo tal vez, podría aprender a perdonarse a sí mismo también.

—Por cierto, te traje esto...— Harry saco un gran paquete de su mochila con dificultad— se necesitaron dos lechuzas para traerlo.

Dejo el paquete sobre la mesa y Hagrid se quedó mirándolo con ojos vidriosos. Al principio le había parecido un poco extraño que Harry decidiera desayunar con él en un día como ese después de haber estado evitándolo desde la primera prueba. Pero ahora el semigigante entendía por qué había insistido tanto.

Harry Potter: El Cuervo Entre el Ciervo y la Nutria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora