Estamos sentados en una mesa del restaurante favorito de Alexis. Un pequeño lugar en el centro de la ciudad, lleno de plantas y decorado con luces cálidas que crean un ambiente acogedor. Daniel está a mi lado, con su habitual aire tranquilo, mientras Alexis y Edi discuten sobre la boda. Alexis tiene mil ideas y parece que Edi se limita a asentir, con una sonrisa cómplice en el rostro. Conozco a mi amigo y sé que está impaciente por la boda, a pesar de que faltan años y todavía no tienen una fecha. Edi insiste en comprar primero una casa antes de casarse y Alexis prefiere lo contrario.
Yo debería estar disfrutando de esto. Es una de esas tardes donde todo parece estar en su lugar, donde nada debería sentirse fuera de lo normal. Pero no puedo concentrarme. Hay algo en mi cuerpo que no está bien, un leve mareo, una sensación de náusea constante que va y viene desde hace semanas.
- ¿Entonces, qué opináis? ¿Verde esmeralda o azul marino para los trajes?- pregunta Alexis, buscando apoyo mientras mira a Daniel y a mí.
-Cualquiera será perfecto- responde Daniel con una sonrisa.
Yo intento hablar, pero antes de que salga una palabra, siento una punzada en el estómago y la náusea vuelve con fuerza. Me llevo la mano al vientre de forma instintiva y cierro los ojos.
- ¿Irina?- Alexis me llama, notando mi malestar.
-Estoy bien, solo un poco mareada. Quizás no me haya sentado bien el pescado- respondo rápidamente, intentando sonar convincente.
-Eso llevas diciendo semanas- insiste Alexis, con una mezcla de preocupación y enfado.
-No es nada, de verdad- repito, apartando un mechón de cabello de mi rostro y fingiendo que estoy bien. Pero mi pálido reflejo en el vaso de agua no me ayuda a creerlo.
Edi me mira con cautela y niega con la cabeza.
-Tal vez deberías ir al médico. No parece algo que vaya a pasar solo con descanso.
Daniel, que hasta ahora había estado callado, interviene.
-Estoy de acuerdo con ellos, Irina. Esto no es normal. Llevas semanas vomitando lo que comes.
-De verdad, no hace falta alarmarse tanto. Solo necesito descansar un poco más- respondo, intentando que dejen de hablar del tema.
Pero Alexis no me deja escapar tan fácilmente.
-No, Irina. Llevas semanas mareada, cansada y ahora también estás pálida. Si no vas al médico, te llevo yo mismo.
-Alexis, ya he dicho que no quiero ir. Por favor, déjalo- le digo, con un tono más cortante de lo que pretendía.
El silencio que sigue es incómodo. Siento cómo todos me miran, pero estoy demasiado cansada para dar más explicaciones.
-Está bien, pero prométeme que si mañana te encuentras igual, lo harás. Te juro que no voy a dejarte seguir así- dice finalmente Alexis, resignado pero con determinación.
Daniel me pone una mano en la espalda.
-Solo queremos que estés bien, Irina- dice casi susurrando.
-Y por eso os quiero, a todos. Pero estoy bien, las últimas semanas han sido agotadoras y necesito descansar, eso es todo.
No tengo la energía para seguir discutiendo. Solo quiero que esta sensación desaparezca, que mi cuerpo vuelva a ser mío, que mi mente deje de estar dividida entre las personas que me rodean y el hombre que no consigo olvidar.
Cuando terminamos de comer, Edi insiste en llevarnos a casa. Me recuesto en el asiento del coche, mirando por la ventana mientras él conduce. Siento su preocupación en el ambiente, pero no tengo fuerzas para tranquilizarlo. Alexis y Daniel hablan de la boda, de la tienda y de los juicios de mi prometido.
Al llegar, me acuesto directamente en el sofá y cierro los ojos, intentando ignorar el eco de las voces de mis amigos y la sensación de que algo en mi vida está a punto de cambiar, otra vez.
Empiezo a confirmar mis dudas y eso me da pánico. Conozco mi cuerpo y sé lo que pretende decirme, pero no quiero apresurarme, no por ahora.
Daniel se sienta conmigo porque siente que estoy rara y distante. Acaricia mis piernas y me mira con preocupación.
- ¿De verdad que está todo bien amor?
-Daniel, todo está perfecto- miento, no quiero preocuparle más.
Estás semanas no han sido fácil para él tampoco y no merece que le preocupe más todavía. Quiero que sea feliz, él es mi felicidad y quiero que sea la persona más maravillosa del mundo, aunque eso ya lo es.
-Que suerte tengo de tenerte, Daniel eres lo mejor que puede tener una persona en su vida- digo cerrando los ojos.
-Siempre voy a estar a tu lado, no importa lo que pase.
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La Saga Destino: Perderme.
RomanceSegundo libro de la saga destino. Cinco años han pasado desde que Irina tomó una de las decisiones más difíciles de su vida, abandonar a Enzo. Dicen que dejar ir a quien amas es una forma cobarde de amar, pero ella sabía que debía dejarle ir para q...