Capítulo 49.

9 4 1
                                    

Estoy despierta desde hace rato, observando cómo Daniel duerme a mi lado. Su rostro, relajado y tranquilo, parece el de alguien que por fin encontró algo de paz. A diferencia de mi.

No quiero moverme y romper este momento, pero el mundo no se detiene. Con cuidado, me deslizo fuera de la cama y voy a la cocina para preparar café. El aroma inunda el apartamento y me recuerda cuánto extrañaba estas pequeñas rutinas. De hecho, hoy soy yo quien hace el desayuno como forma de agradecerle a Daniel esta nueva oportunidad.

-Buenos días.

La voz de Daniel me sorprende. Está apoyado en la encimera, despeinado y con esa mirada soñolienta que siempre me ha parecido adorable.

-Buenos días. Hice café- digo, levantando la taza que tengo en las manos.

Él sonríe y se acerca para tomar una. Mientras lo hace, me rodea la cintura con un brazo y me da un beso en la frente. Ese gesto tan simple, tan suyo, hace que mi corazón se calme.

- ¿Qué planes tienes hoy?- pregunta, llevándose la taza a los labios.

-Ir al trabajo, como siempre. Alexis ha hecho mucho por mí, y creo que ya es hora de agradecerle como se merece, cuando pasó todo aquello le deje solo... Y ahora se merece que esté allí.

Daniel asiente, pero noto una pequeña sombra en sus ojos.

- ¿Todo bien?

Él duda un momento antes de responder.

-Sí... solo me preocupa que no estés bien con todo esto. Con nosotros.

-Lo sé y te quiero por preocuparte tanto. -Tomo su mano y la aprieto suavemente-. Pero quiero seguir adelante. Contigo.

Sus palabras me reconfortan, pero también siento el peso de la decisión que tomé. Aún hay heridas abiertas que necesitan sanar.

Cuando llego a la tienda, Alexis ya está allí, organizando algunas cajas de productos nuevos. Me sonríe ampliamente cuando me ve entrar.

- ¡La reina otra vez en su reino!

- ¿Qué tal todo? -pregunto, dejando mi bolso en el perchero.

-Sobreviviendo, para variar.

Pasamos la mañana reorganizando las estanterías y atendiendo a los pocos clientes que entran. Aunque estoy cansada, siento que estoy recuperando un poco de mí misma con cada pequeña tarea.

Al mediodía, Alexis se acerca con un par de cafés y me observa detenidamente.

- ¿Cómo estás?

-Mejor. Poco a poco -respondo, sin entrar en detalles.

- ¿Y Daniel?

-Estamos bien. Ha sido un camino difícil, pero creo que vamos en la dirección correcta.

Él asiente, pero noto que evita mi mirada.

- ¿Qué pasa, Alexis?

Suspira y se pasa una mano por el cabello.

-Solo... Quiero que entiendas que aunque apoyo tu decisión, también tienes que ser honesta contigo misma. No se trata solo de lo que crees que es correcto, sino de lo que realmente te hace feliz. Aunque Daniel siempre será mi favorito.

Sus palabras me golpean más de lo que esperaba. Pero también me hace reír con la última frase. Alexis ama a Daniel. Ambos se llevan bien y es maravilloso que tengan una amistad.

-Lo sé. Y estoy tratando de averiguarlo.

-Bien, porque te mereces ser feliz. Y pienso ver cómo lo eres.

La conversación se queda en el aire, pero sus palabras me siguen resonando mientras continuamos trabajando.

Daniel entra por la puerta al finalizar la jornada. Y como siempre trae su flor de todos los días. Echaba de menos esto y creo que empiezo a entender, que es justo aquí donde quiero estar ahora, con Daniel.

- ¿Cómo ha ido el día chicos?

-Bien. Alexis es un milagro con patas.

- Dila que deje de exagerar- dice Alexis apareciendo desde el almacén-. Me alegra verte por fin.

Ambos se abrazan y sonríen. Yo les miro con ilusión y con mi rosa en la mano. Tengo suerte de tener a estos dos hombres en mi vida. No sé qué sería de mí, sin ellos.

Por fin llegamos a casa. Necesitaba volver a esto, volver a tener un día como los que antes teníamos. Hemos pedido pizza para cenar, porque ninguno teníamos ganas de cocinar.

-Que ganas tenía de esto...

Él sonríe, pero hay algo en su mirada que no termina de encajar. Me siento a su lado y dejo caer la cabeza en su hombro.

- ¿Todo bien?

-Solo estoy pensando en lo complicado que ha sido todo. Pero también en lo agradecido que estoy de que sigas aquí.

Sus palabras me reconfortan, pero también me recuerdan lo frágil que es todo esto.

-Estoy aquí, Daniel. Y quiero que esto funcione. Vamos a funcionar juntos.

-Eso espero. Porque no sé qué haría sin ti, Irina.

Me aferro a él, sabiendo que, aunque he elegido este camino, el peso de las decisiones no desaparecerá fácilmente. Pero por ahora, estamos juntos, y eso es lo único que importa.

-No tendrás que saberlo nunca, porque eso no va a suceder. No voy a irme a ningún lado que no sea contigo Daniel, nunca.

La Saga Destino: Perderme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora