Cuando llego frente a la casa, el aire me golpea con fuerza. Mis manos tiemblan por el peso de lo que estoy a punto de hacer. Mi maleta está en mis manos, como un testigo mudo de mi decisión.
Respiro hondo antes de tocar la puerta. Mi corazón late con tanta fuerza que siento que podría desbordarse. Apenas unos segundos después, la puerta se abre, y ahí está Enzo, tan guapo como siempre y con esos ojos que tanto he admirado siempre, mirándome con una mezcla de sorpresa y esperanza.
- ¿Irina? -dice, mirando desde mi rostro hasta la maleta que está detrás de mí. Sus labios se curvan ligeramente en una sonrisa cautelosa-. Pensé que no volvería a verte tan pronto.
Él da un paso hacia mí y me coge en brazos para hacerme girar. Suelto la maleta y cae al suelo. Sonríe y besa mi mejilla. Cree que he venido porque lo he elegido. Y eso hace que el nudo en mi garganta se apriete más.
Me deja en el suelo y veo que se acerca aún más a mí pero algo en mi expresión lo frena, por lo que retrocede y espera con ansias a que le diga algo.
- ¿Puedo pasar? -pregunto en voz baja.
Él asiente de inmediato, abriendo la puerta por completo y dejándome entrar. La casa tiene ese olor a recuerdos que siempre me desarma. No puedo evitar mirar a cada rincón donde alguna vez, fuimos felices.
Enzo me sigue, sus pasos suaves pero atentos, como si temiera romper este momento. Cuando llegamos al salón, me giro para mirarlo y noto que todavía tiene esa chispa en los ojos, esa intensidad que siempre me ha hecho temblar.
- ¿Por qué traes la maleta? ¿Vas a quedarte? -pregunta finalmente, con un atisbo de emoción en su voz-. Tengo todo sin limpiar, pero lo haré antes de que coloques tus cosas...
-Enzo, para- digo interrumpiéndole.
Cierro los ojos un segundo, buscando las palabras correctas, pero no hay forma de suavizar esto. Acaba de darse cuenta de que quizás no estoy aquí por lo que él quisiera. Se detiene en seco y me observa.
-Enzo... he tomado una decisión- digo con un tono de voz más serio y firme.
- ¿Y? -pregunta, con un tono que mezcla nerviosismo y esperanza.
Tardo demasiado en responder, y su expresión empieza a cambiar, la esperanza dando paso a algo más oscuro, algo más triste.
-Cuando te conocí, me planteaba si por eso no había funcionado antes con nadie más y después llegó él y entendí que tú solo eras parte del camino, que él era el final de mi historia. Tú me llevaste hacia el amor más grande que he podido tener y estoy en deuda contigo Enzo.
Las palabras salen al fin, pero cada una de ellas duele como si fueran cuchillas. Enzo se queda inmóvil, como si no hubiera entendido lo que acabo de decir.
- ¿Qué?
-Daniel es... lo correcto, Enzo. Es lo que necesito ahora.
- ¿Lo correcto? -repite, con una amargura que nunca antes le había escuchado. Da un paso hacia atrás, cruzando los brazos como si intentara protegerse de mis palabras-. ¿Eso es todo lo que importa? ¿Que sea lo correcto?
Quiero acercarme a él, tocarle, explicarle, pero sé que eso solo lo hará peor.
-No se trata solo de eso. Se trata de estabilidad, de confianza y de saber, que no voy a volverme a perderme a mí misma.
Él suelta una risa baja y sin humor, sacudiendo la cabeza.
- ¿Confianza? ¿Estabilidad? Irina, ¿eso es lo que necesitas para ser feliz? Porque si lo es, entonces... entonces nunca debiste acostarte conmigo y serle infiel al hombre que según tú tanto amas.
-No digas eso, por favor... No me hagas esto más difícil Enzo.
-Es la verdad. Me dejaste soñar que todavía teníamos una oportunidad, por muy pequeña que fuera, dijiste que me amabas y dudaste de tu relación... y ahora me dices que te vas, que eliges a él.
- ¡Nunca quise hacerte daño Enzo!
- Pues lo siento, lo has conseguido. Me has destrozado Irina, enhorabuena.
No le reconozco. El Enzo cariñoso y tranquilo que conocía, ha desaparecido y en cambio, solo veo un Enzo enfadado y decepcionado.
El silencio que sigue es insoportable. Sus ojos se clavan en los míos, llenos de preguntas que sé que no puedo responder. Finalmente, él suelta un suspiro largo y aparta la mirada.
-He perdido en el juego y me retiro, no quiero que me mires el día de mañana arrepentida por haber vuelto a tu vida y destrozarla.
-Tú me hiciste revivir una vez cuando mi mundo se había desmoronado y siempre te lo agradeceré, pero Daniel se encargó de construir ese mundo de nuevo, cuando tú lo destruiste al irte... Y ahora, creo que es hora de agradecerle escogiéndole a él en vez de a mí misma, por primera vez.
-Vete por favor...
Algo en su voz me rompe por completo, pero sé que no puedo quedarme. No puedo seguir hiriéndonos a ambos. Sin decir nada más, me doy la vuelta y camino hacia la puerta.
- ¿Sabes que es lo peor de todo? Que estoy seguro que en unos años te llamaré diciéndote que no te he olvidado.
Me freno en seco antes de abrir la puerta y me giro. Le miro con los ojos llenos de lágrimas.
-No hagas eso... Porque me destrozarás y harás que mi vida vuelva a ser un caos otra vez- digo acercándome a él-. Por favor Enzo, tienes que dejarme ir...
Enzo me abraza. Sabiendo que es el final y que ya nunca volveremos a vernos. Que nuestros caminos se bifurcan y que haré lo posible porque no vuelvan a cruzarse.
-No volveré a buscarte, confiaré en el destino y en que volveremos a encontrarnos, mientras tanto, huye.
Me separo de él y le sonrío por última vez. Camino hacia la puerta y esta vez, le dejo dentro de casa.
Me detengo un momento en la calle antes de seguir con mi camino y dejo que las lágrimas caigan. Quiero mirar atrás, quiero correr hacia él y decirle que todo esto es un error. Pero no lo hago. Cojo la maleta y pongo rumbo a mi casa, a Daniel.
Mientras camino, siento el peso de mi elección como una losa sobre mi pecho. He tomado una decisión, pero eso no significa que sea fácil vivir con ella. Que no vaya a echar de menos a Enzo y que no vaya a acordarme de él siempre, durante el resto de mi vida.

ESTÁS LEYENDO
La Saga Destino: Perderme.
RomanceSegundo libro de la saga destino. Cinco años han pasado desde que Irina tomó una de las decisiones más difíciles de su vida, abandonar a Enzo. Dicen que dejar ir a quien amas es una forma cobarde de amar, pero ella sabía que debía dejarle ir para q...