Capítulo 56.

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Daniel está sentado en la mesa del comedor, ajustándose el reloj en la muñeca, con su traje planchado y sus papeles organizados en un maletín negro. Parece tranquilo, pero sé que está nervioso. Su juicio de hoy es importante, lo ha mencionado varias veces durante los últimos días.

Se nota su concentración, esa mirada fija que adopta cuando algo lo preocupa. Respiro hondo antes de entrar al comedor.

-Buenos días- digo, rompiendo el silencio.

Daniel levanta la vista y me dedica una pequeña sonrisa, aunque sus ojos permanecen algo ausentes.

-Buenos días, cariño. ¿Dormiste bien?- pregunta mientras toma un sorbo de café.

-Más o menos- digo mientras me siento frente a él- ¿Listo para hoy?

Él asiente, aunque el gesto parece automático.

-Lo estaré. Es un caso complicado, pero creo que tenemos una buena oportunidad- hace una pausa y me mira con más atención-. ¿Y tú? ¿Cómo se presenta hoy el día en la tienda?

-Hoy llega un pedido importante. Es de esos que ocupan media tienda- río suavemente, pero enseguida me encojo de hombros- Alexis no puede ir por la mañana, así que me toca manejarlo sola.

Daniel deja su taza sobre la mesa, frunciendo el ceño.

-Sé que puedes con eso y con más.

-Lo sé, porque tengo al mejor prometido del mundo- digo y después beso su mejilla.

-Irina, sabes que siempre estoy aquí para ti, ¿verdad?

-Lo sé- respondo, apretando su mano suavemente.

Por un momento, el peso de todo lo que hemos pasado juntos flota en el aire. Daniel me mira con una mezcla de preocupación y cariño, y me doy cuenta de cuánto ha intentado mantenerse firme para mí.

-Voy a estar bien- digo, casi como una promesa, aunque más para mí misma que para él.

Daniel suspira, pero asiente.

-Está bien. Pero si necesitas algo, lo que sea, llámame. Me dará igual el juicio o el mundo entero. Iré siempre que me necesites.

-Gracias Daniel, pero no será necesario. Mucha suerte hoy.

Él sonríe finalmente, esa sonrisa que siempre me ha dado cierta tranquilidad, y se levanta para agarrar su maletín.

-Te quiero- dice antes de salir por la puerta.

-Yo también te quiero- respondo, quedándome en la silla por un momento, escuchando el sonido de sus pasos alejándose.

Cuando finalmente me levanto, siento el día pesando sobre mis hombros. Entre el pedido de la tienda y los pensamientos que todavía rondan mi cabeza, sé que será una jornada larga. Me pongo la chaqueta, cojo las llaves y me dirijo al trabajo, con la esperanza de que todo salga bien.

Al llegar a la tienda intento colocar el pedido lo más rápido posible pero todavía no logro sacarme ciertas cosas de la cabeza. El último mensaje de Enzo, la última temporada con Daniel, el robo de Lucía y sobretodo, lo que ahora escondo al mundo porque no estoy preparada para decirlo en voz alta.

Paso todo el día entre cajas, ropa y pensamientos horribles que no paran de macharme la mente. Pienso en Daniel y en la vida que nos espera juntos. Pero también pienso en la gran mentira en la que vivo. Enzo ha sido y será siempre el amor de mi vida y eso nada podrá cambiarlo, aunque me duele eternamente, sé que Enzo es una persona que siempre va a estar conmigo, de una forma u otra.

Me siento en el suelo, apoyo la espalda en la pared y me abrazo las rodillas. Dejando que las lágrimas caigan y así poder soltar todo lo que llevo dentro.

La puerta se abre de golpe, y Alexis entra como un torbellino, con una sonrisa tan grande que podría iluminar toda la tienda.

- ¡Irina!- grita, casi saltando de emoción- ¡Hemos encontrado la casa de nuestros sueños!

-Fue anoche, es preciosa- dice hablando rápido y en alto.

Alexis parece en la trastienda y se queda mirándome en silencio. Sigo mirando hacia un punto fijo en la pared, con la mente en blanco y los nervios a flor de piel.

Me quedo en silencio, sintiendo cómo el nudo en mi pecho se aprieta aún más.

-Irina... ¿Qué pasa?- pregunta con una voz suave y preocupada a la vez.

No sé qué decir, no sé cómo afrontar la realidad. Lo único que sé es que Alexis me entenderá, él siempre lo hace, incluso cuando el resto del mundo parece tomarme por loca. Odio no poder darle la enhorabuena por su boda, odio no poder hablar y no poder expresarme. Mi miedo es hacerlo realidad, decirlo en voz alta y que todo mi mundo vuelva a desmoronarse, cuando ahora parecía que por fin que las piezas empezaban a encajar.

Finalmente, logro susurrar:

-Estoy embarazada.

La Saga Destino: Perderme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora