UN POSTRE POR EL TRABAJO SOÑADO

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Entré a la sala, y lo primero que vi fueron dos hombres. Uno de ellos, un señor de unos 60 años, lucía impecable con su traje gris plomo y una presencia que gritaba: "Soy importante, lo sabes y yo también". El otro, mucho más joven, tendría unos 29 años, con un traje negro perfectamente ajustado, cabello negro y ojos verdes que parecían capaces de leer pensamientos. Guapo, pero con una vibra de que sabe que lo es.

—Buenas tardes —dije con una sonrisa que intentaba ocultar mis nervios.

—Hola, Juliana, buenas tardes. Soy Artur Fieri. Disculpa la demora, no es algo que ocurra con frecuencia. Por favor, toma asiento.

Artur Fieri. Mi cerebro tardó un par de segundos en procesarlo hasta que la bomba explotó: ¡Es el dueño de la cadena de restaurantes más famosa de Estados Unidos! Traté de mantener mi compostura, pero el joven guapo notó mi cara de "¡Oh, por Dios!" y esbozó una sonrisa que no supe si era de burla o diversión.

—¿Viniste por el puesto de chef de partie? —preguntó Artur, con tono amable.

—Sí, señor —respondí, firme pero nerviosa.

—Cuéntame de tu experiencia —dijo, con una mirada evaluadora que me hizo enderezarme aún más.

Respiré profundo. Momento de brillar.

—Después de graduarme, trabajé dos años en París, donde aprendí repostería francesa, cocina italiana y española. Soy buena con el sartén, pero también en liderazgo, gestión y coordinación.

—¿Eso crees que es suficiente? —interrumpió el chico guapo, con un tono desafiante.

¿Perdón? ¿Quién lo invitó a esta conversación? Su mirada burlona me irritó, pero respondí con firmeza:

—Considero que sí. Tengo el mejor promedio de mi promoción, honores académicos y recomendaciones del restaurante donde trabajé.

Artur sonrió, pero el joven simplemente alzó una ceja.

—Me presento: Jacob Collins. Estoy encargado de Recursos Humanos por ahora. Pido disculpas por el retraso; hubo un error en la agenda.

¡Lo sabía! Este canijo era el culpable de mi espera eterna!

—Tranquilo, entiendo, no hay problema —mentí, porque claro que había problema.

—Bien. Queremos ofrecerte un trato —dijo Artur.

Mis nervios se dispararon.

—Para el puesto necesitamos que pases una prueba. Traerás un Mont-Blanc. Evaluaremos sabor y presentación.

¿Un Mont-Blanc? Me sentí emocionada y aterrada al mismo tiempo. Es un reto, y los retos son mi debilidad.

—¡Perfecto! ¿Cuándo sería la prueba?

—Mañana —intervino Jacob, con una sonrisa que decía "veamos si te atreves".

—¿Y el puesto? —pregunté, con algo de cautela.

Artur explicó que, de pasar la prueba, comenzaría como cocinera y, según mi desempeño, podría ascender al puesto al que me postulé.

Nada es como lo planeé, pero es una oportunidad única.

—¡Acepto! —dije, sonriendo con más confianza de la que sentía.

Jacob me observó, como si buscara algo en mi reacción, pero no dije nada más. La entrevista había terminado, pero yo sabía que la prueba había comenzado desde el momento en que entré por esa puerta.

Y no iba a dejar que me sacaran del juego tan fácilmente.

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Preparadas??? Porque ahora es que viene lo BUENO...

Amor a la Juliana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora