Narrado por Alessandro
Habían pasado tres días desde la última vez que vi a Juliana mirarme como algo más que su jefe. Tres días desde que crucé la línea con ella en la oficina y dejé que mi maldita arrogancia la alejara. La humillé, y ahora estoy pagando por ello.
La indiferencia nunca había sido tan cruel. Me está matando. La necesito. Me siento como un puto adicto a una droga, y mi droga es ella. La necesito cerca de mí, mirándome con esos ojos que me desarman y que, sin importar cuánto lo intente, no puedo sacar de mi mente. Pero ahora, todo lo que obtengo de ella es un frío "Sí, chef" o "No, chef". Ni una palabra más, ni un segundo de atención que no sea estrictamente profesional.
Cada vez que voy a la cocina, ella se las arregla para escabullirse. Si intento hablarle, se marcha antes de que pueda abrir la boca. Si espero al final del día para encontrarla sola, desaparece antes de que pueda alcanzarla. Me está volviendo loco.
Anoche, en un arranque de desesperación, revisé su síntesis curricular y averigüé dónde vive. ¿Es eso un límite que no debería cruzar? Por supuesto. ¿Me importa? En absoluto. Me planté frente a su puerta y toqué. Nada. Volví a tocar, esta vez más fuerte. Ni una respuesta.
La llamé. Bloqueado.
Le escribí. Bloqueado.Me estoy desmoronando. Juliana ha logrado lo que nadie más: me ha hecho sentir impotente. Yo, Alessandro Fieri, acostumbrado a controlar cada maldito aspecto de mi vida, estoy perdiendo la cabeza por una mujer que me ignora como si no existiera.
Hoy la vi en la cocina, trabajando junto a uno de los chefs jóvenes, ese imbécil que siempre parece estar demasiado interesado en hacerla reír. La escena era insoportable. El sonido de su risa me perforó el pecho como un cuchillo. Y su sonrisa... era mía, maldita sea. O debería serlo.
No soporté más. Me quité el traje, me puse el uniforme de chef y caminé hacia la cocina. Podía sentir las miradas incrédulas de todos al verme entrar así, no suelo cocinar de la nada, siempre lo hago cuando voy a capacitar, por eso están sorprendidos. ¿Qué más da?
—Voy a cocinar y supervisar personalmente hoy —anuncié con voz firme. Mi único objetivo era estar cerca de ella, vigilar cada interacción con ese idiota.
Juliana ni siquiera levantó la vista. Me trató como si fuera parte del mobiliario, fría e inalcanzable. Cada movimiento suyo me mantenía en vilo, cada palabra que le dirigía al chef era como una punzada de celos en mi pecho.
Horas después, ya no podía soportarlo más. La encontré en un rincón de la cocina, trabajando en silencio, con el otro chef demasiado cerca para mi gusto. Me acerqué, y el tipo captó mi mirada. No hizo falta decir nada; se fue en un instante.
Ahora estábamos solos.
—¿Por qué me estás ignorando, Juliana? —pregunté, con la voz más calmada que pude reunir.
Ella ni siquiera me miró.
—No estoy ignorando a nadie, chef. Estoy trabajando.
La forma en que me llamó "chef" me golpeó como una bofetada. No Alessandro, no con ese tono suave y lleno de matices que solía usar. Solo "chef".
Intentó pasar junto a mí, pero bloqueé su camino, tomando su mano para detenerla.
—Juliana, por favor, tenemos que hablar.
Se soltó de mi agarre como si mi toque la quemara.
—¿Qué le parece si nos ubicamos?. Somos profesionales. Mantengase al margen de su papel.
La furia y la desesperación comenzaron a mezclarse en mi interior.
—¡Necesito saber por qué estás así! —exclamé, perdiendo la compostura—. ¿Por qué me estás evitando?
Ella se rio, pero fue una risa amarga, fría como el hielo.
—¿Evitándole?, lo único que hago es tratarle como lo que es: mi jefe. ¿No es eso lo que quería?
Cada palabra suya era como una bala.
—¡No es suficiente! —estallé, dando un paso hacia ella—. Me tienes desesperado, Juliana, he querido hablar contigo todo este tiempo y tu pareces evitarme olímpicamente.
Ella cruzó los brazos, desafiante.
—Entonces, múlteme. Despídame, chef. Haga lo que mejor sabe hacer, "imponer el orden bajo sus reglas".
Esa indiferencia... no podía con ella.
—¿Por qué tanta conversación con ese chef? —pregunté, sintiendo los celos retorcerse en mi interior—. ¿Es que ahora también buscas algo con él?
Su mirada se endureció, pero no perdió la calma.
—Hablo con quien se me da la gana. Soy una mujer libre y no veo por qué debería darle explicaciones.
Ese fue el golpe final. La idea de perderla, de que alguien más se atreviera a ocupar el lugar que debería ser mío, me hizo perder la cabeza.
Cuando intentó salir de la cocina, la seguí. Y frente a todos, sin importar las miradas, tomé su brazo y la giré hacia mí. En un movimiento rápido, tomé su nuca y la atraje hacia mi pecho. Mi boca buscó la suya, y la besé con una pasión que no pude ni quise contener. Al principio se resistió, pero después... se rindió.
El mundo desapareció. Solo estábamos ella y yo, sus labios, su calor. Mi frente descansó contra la suya mientras trataba de recuperar el aliento.
—¡Que quede claro para todos! —dije, mi voz resonando en la cocina—, Juliana y yo tenemos una relación, es mía. Y no quiero que nadie intente tener con ella otras intenciones que no sean profesionales.
El silencio se hizo pesado, y sentí las miradas inquisitivas sobre nosotros. Pero lo único que importaba era ella.
Juliana me miró con una mezcla de furia y humillación. Se soltó de mi agarre y, sin decir una palabra, salió de la cocina. Su ausencia dejó un vacío insoportable.
¿Qué demonios acabo de hacer?
Que hiciste Aleeeeeee???? Creo que está en descontrol este hombre...
"Juliana tu eres empleada y yo el jefe" tres doritos después... "Qui lis quidi a tidis cliri...Jilinii is miiia" 😒😒😒Entre otras cosas ... Como se preparan para el fin de año???
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Les quiero ❤️
ESTÁS LEYENDO
Amor a la Juliana
RomanceCuando Juliana Ferrer, una chef con un talento nato y una lengua afilada, entra a trabajar en el prestigioso restaurante de Alessandro Fieri, el chef italiano conocido por su carácter indomable y una sonrisa que derrite corazones, jamás imagina la r...