MARCANDO TERRITORIO AL ESTILO FIORI

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Juliana

La noche de la premiación tenía una energía especial, una mezcla de orgullo y satisfacción que todavía me hacía sonreír. Habíamos ganado, y me sentía en la cima del mundo. Sabía que mi cochinita pibil había conquistado a los jueces, y esa era la confirmación de que todo el esfuerzo, cada detalle y cada hora en la cocina, había valido la pena.

Para la ocasión, decidí sacar mi "artillería pesada". Elegí un vestido verde esmeralda que había comprado especialmente para la noche. No podía negar que había disfrutado viendo las reacciones de asombro cuando entré al salón. Alessandro no fue la excepción; lo vi mirarme con una mezcla de sorpresa y admiración, y me dio gusto saber que él también se daba cuenta de que no podía subestimarme. Sabía que me estaba evaluando de arriba a abajo, buscando alguna falla, pero su expresión delataba que hasta mis defectos le gustaban.

La ceremonia transcurrió sin problemas, y cuando llegó el momento de las fotos, Alessandro se colocó a mi lado. Antes de que pudiera reaccionar, sentí su mano firme en mi cintura, atrayéndome hacia él, pegándome a su costado. Su agarre era posesivo, y el calor de su mano traspasaba la tela del vestido. El magnetismo y la electricidad que generaba ese pequeño roce me desconcertaron. Por un segundo pensé en alejarme, pero no quería llamar la atención. Traté de mantener la compostura, aunque mi corazón latía a mil por hora.

La foto terminó, y aproveché el momento para escaparme hacia mis compañeros. No quería darle el gusto de saber el efecto que me causaba. Apenas me acerqué, un hombre alto, con ojos azules y una sonrisa que parecía sacada de una película, se aproximó a mí. Era Mike, uno de los jueces de la competencia, y me miraba con un brillo en los ojos que me puso un poco nerviosa.

—Juliana, qué hermosa estás. Me gustaría, en algún momento, poder conversar contigo. ¿Tal vez podríamos ir a un café después de salir de aquí?

Aunque fue amable, no pude evitar sentir incomodidad por la forma tan coqueta en que me miraba y pronunciaba sus palabras. Sin embargo, preferí declinar su invitación.

—Agradezco la invitación, pero creo que prefiero descansar esta noche —le dije, tratando de sonar amable.

Noté cómo la expresión de interés en su rostro solo aumentaba.

—Chica dura, como me gustan —murmuró con una sonrisa divertida.

Me di la vuelta con una pequeña sonrisa y me despedí de mis compañeros. Me dirigí a mi habitación para tener al menos cinco minutos sola. Lo necesitaba.

Una vez allí, me quité los zapatos y dejé escapar un suspiro de alivio, sabía que debía volver, pero estar sola por un momento era reconfortante. Me estaba poniendo cómoda cuando escuché que alguien tocaba la puerta. ¿Será alguna de las chicas? Abrí sin pensarlo, pero me encontré con Alessandro parado en el umbral con una expresión de molestia. Su mirada era intensa, y una punzada de celos parecía brillar en sus ojos.

Me crucé de brazos, levantando una ceja con escepticismo.

—¿Qué se le ofrece, don Alessandro?

Su expresión se endureció al escuchar el formalismo, y por un momento vi una mezcla de molestia y deseo en su rostro.

—Podemos hablar —dijo con voz grave.

—¿Es de trabajo? —respondí, manteniendo el tono frío.

—Sí, claro —contestó, aunque algo en su tono sugería que no era precisamente trabajo lo que tenía en mente.

Di un paso atrás, dándole acceso a la habitación, aunque no estaba segura de si era una buena idea. Lo vi entrar, y su mirada recorrió cada rincón antes de enfocarse en mí de nuevo. ¿Qué rayos querrá ahora?

—En tu horario laboral no tienes por qué estar hablando con otros hombres —soltó de repente.

Su tono, su expresión... todo en él era puro reclamo. Era evidente que estaba molesto, pero su actitud me irritó de inmediato.

—Estábamos hablando de trabajo, Alessandro —respondí, controlando el enojo que comenzaba a encenderse dentro de mí.

—¿Te irías con él? —soltó de golpe.

Su tono me descolocó. La intensidad en su mirada era tan penetrante que casi me hizo perder el hilo de mis pensamientos. Respiré hondo, conteniendo la mezcla de rabia y desconcierto que me invadía.

—Estoy aquí, ¿no? Además, no es tu problema —dije, tratando de mantenerme calmada.

Vi cómo se acercaba lentamente, sus pasos silenciosos pero firmes. La tensión en su cuerpo era evidente.

—¿Hasta cuándo vas a castigarme de esta forma? —Su voz era un susurro, pero cargado de una vulnerabilidad que casi me desarmó.

—No estoy castigando a nadie, Alessandro —respondí, aunque sabía que mi indiferencia lo estaba afectando más de lo que él admitiría.

—Claro que sí. Me castigas con tu indiferencia, y sabes que no puedo soportarlo.

Su voz se quebró apenas un poco, y vi un destello de sinceridad que rara vez mostraba.

—¿Y qué esperas que haga? ¿Que te aplauda después de cómo me trataste? Para algunas cosas te conviene contar tu historia, y para otras simplemente decides que no vale la pena.

Sabía que mis palabras eran duras, pero no podía dejar que me desestabilizara de nuevo. Alessandro se quedó en silencio, mordiéndose el labio como si tratara de contenerse. De pronto, dejó escapar un suspiro y susurró:

—Tienes razón, Juliana. Lamento la forma en que te traté. Por favor... perdóname.

Me congelé. Alessandro nunca pedía perdón. Era un hombre que imponía su voluntad y rara vez mostraba algún atisbo de arrepentimiento. Pero allí estaba, pidiéndome disculpas, con una sinceridad que me desconcertó.

Antes de que pudiera responder, se acercó despacio, sus ojos fijos en los míos. Rodeó mi cuello con su mano, atrayéndome hacia él. Sus dedos eran firmes, y el calor de su piel hizo que todo mi cuerpo se tensara. Entonces, sin más, me besó. Fue un beso salvaje, cargado de una necesidad que iba más allá de las palabras. Me dejé llevar, perdida en el momento, sintiendo cómo su mano subía por mi cuello, firme, segura. Sabía que estaba marcando territorio, dejando claro que no era indiferente para él.

Cuando se apartó, noté que mi labial estaba corrido y mis labios hinchados. En su rostro vi una sonrisa satisfecha. Sabía que lo había hecho a propósito, que quería que cualquiera que me viera después supiera que había alguien en mi vida.

 Sabía que lo había hecho a propósito, que quería que cualquiera que me viera después supiera que había alguien en mi vida

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⏰ Última actualización: 5 hours ago ⏰

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