Nota: Escuchar el playlist que adjunto mientras leen el capítulo.
Narra Juliana:
Alessandro me besa con tal devoción que me desarma por completo, mis manos recorren su pecho y su espalda donde clavó mis uñas para drenar la tensión que siento, adentro mis dedos entre sus cabellos y me atrevo a tirar un poco hacia arriba, a él parece gustarle, por el sonido de satisfacción que salen de sus labios.
De repente me carga y hace que mis piernas se enrollen en sus caderas, empieza a caminar sacándome de la cocina, sus labios no abandonan los míos mientras se dirige a algún otro lugar, siento como sus manos agarran con firmeza mis muslos, aferrándome a él, como si temiera de que yo en algún momento me escapé.
Llegamos a un cuarto amplio, él me deposita en la inmensa cama, sin darle tregua alguna a nuestros besos necesitados.
— ¡Te necesito Juliana... Estos días sin tu cuerpo me tienen loco, quiero tocarte!— A pesar de su súplica, su voz ha cambiado por completo es más profunda y llena de deseo puro. Yo solo asiento porque también lo necesito me siento desesperada por sentirlo.
Por un momento sus labios abandonan los míos y veo en su mirada profunda la expresión de haber recordado algo, se aleja para buscar en una bolsa de compras que está encima de una mesa de noche, al encontrarlo sonríe, es un frasco mediano.
—¿Qué es eso?—Pregunto dudosa, él me mira con una sonrisa descarada.
—Algo que nos va a gustar leoncita—
Me pide quitarme mi ropa interior lentamente, lo hago ante su atenta mirada, luego me ordena que me acueste boca abajo en la cama.
Cuando estoy como quiere, siento el líquido tocar mi espalda. Es aceite, me digo a mi misma. Huele a rosas y ha algo dulce que no se descifrar, segundos después siento solamente las puntas de sus dedos recorrer desde mi espalda hasta mi trasero, al llegar ahí se queda un rato, cada toque quema, siento como mi parte íntima se va mojando e hinchando cada vez más, baja a mis muslos, metiendo las manos en mi entrepierna, rosándome deliciosamente mis labios íntimos, lo que hace que sienta una descarga eléctrica que hace removerme involuntariamente, sigue bajando hasta mis pantorrillas y luego a mis pies y es ahí donde siento cosquillas, comienzo a reír un poco, ha pasado ya unos minutos y creo que termino el masaje, mi cuerpo se siente más caliente de lo normal, más sensible ante su toque.
Él se acerca a mi oído y me susurra palabras calientes de mi cuerpo y como le gusta sentir mi piel. Siento que el corazón va a salirme por la boca, su aliento en mi piel extremadamente sensible no ayuda en nada a guardar la compostura.
— ¿Te gusta?... Te diré porque estás tan caliente y sensible a mi toque leoncita.
Aprieto mis piernas para rosarme un poco y calmar lo que estoy sintiendo.
— Verás— me besa en la espalda. —Esto es un masaje tántrico— vuelve a besarme y morder suavemente mi piel, la sensación hace arquearme. —Con esto acabo de estimular tu piel, acabo de encender tu cuerpo.—
— Ahora ponte de rodillas— su voz es de un hombre muy malo y autoritario, hace que mi respiración errática, se convierta en jadeos, hago lo que me pide cuando estoy frente a él de rodillas en la cama, detalla mi cuerpo desnudo como grabándose cada parte de mi, muerde su labio inferior y suspira.
—Eres una diosa mi amor—
Cada vez que me dice "Mi amor" algo dentro de mí cosquillea, llámenme tonta es inevitable no sentirlo especial.
Se posiciona detrás a mí espalda y con sus manos llenas del aceite comienza a masajear con la punta de sus dedos los hombros, luego los brazos, llega a mis senos, la sensación es que exquisita, los acaricia, los aprieta, los pellizca suavemente, dura un rato ahí, parece ser su zona favorita, se pega a mí y oigo su respiración caliente en mi oído.
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Amor a la Juliana
RomanceCuando Juliana Ferrer, una chef con un talento nato y una lengua afilada, entra a trabajar en el prestigioso restaurante de Alessandro Fieri, el chef italiano conocido por su carácter indomable y una sonrisa que derrite corazones, jamás imagina la r...