BAJOS LOS EFECTOS DEL AFRODISÍACO

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Nota: Reproducir el vídeo adjuntado en el encabezado y proceder a leer 😈.

Ambos nos miramos en silencio, y el efecto del postre comenzó a sentirse aún más intenso. La atmósfera se volvió pesada y con la música de fondo se hacía más intensa, cargada de una electricidad que parecía envolvernos. Mi respiración se volvió irregular, y la cercanía de Alessandro era abrumadora.

Intentando recuperar el control, corrí hacia el fregadero. Abrí el grifo con demasiada fuerza y terminé echándome agua en la cara. El alivio duró solo unos segundos, porque al bajar la mirada me di cuenta de mi error.

Mi blusa estaba completamente mojada.

El agua la había vuelto transparente, dejando a la vista mi sujetador de encaje y mis pezones erectos que no ayudaban en absoluto. Sentí cómo el aire frío hacía su trabajo y cómo una pesadez distinta llenaba la habitación.

Sentí la pesada mirada de Alessandro, no la apartaba, mientras me observaba se relamía los labios como un animal hambriento dispuesto a devorar su presa.

Cuando intenté llevarme las manos para taparme, él se acercó a mí rápidamente, sus ojos estaban oscuros llenos de deseo, no apartaba la vista de mis senos.

No hizo falta decir nada, en un impulso repentino, me tomó el rostro de una manera posesiva, me acercó a pocos centímetros del suyo, nuestros alientos calientes se mezclaban entre jadeos.

—Creo que te excediste pequeña leoncita—. Su voz enronquecida y mirada penetrante, causó un efecto excitante en mí.

Antes de que pudiera detenerlo, sus labios encontraron los míos en un beso apasionado, liberando toda la tensión que habíamos acumulado desde que nos conocimos.

El mundo se desvaneció. La sensación de sus labios, la calidez de su cuerpo, y el sabor del deseo contenido nos envolvió en un torbellino de emociones que no podía ni quería controlar. Mi mente me decía que debía detenerlo, que no era correcto, pero mi cuerpo respondía de otra manera, dejándome llevar.

Sus manos bajaron de mi cintura, hacia mis caderas hasta agarrar mi trasero, lo amasaba de manera posesiva, con hambre, su toque quemaba mi piel, juro que me sentía llamas.

De mi boca bajo hasta mi cuello, ahí pude sentir su lengua húmeda y caliente recorrer mi piel, haciéndome sentir un sin fin de emociones, lo que causó como efecto llevar mis manos a su espalda y clavar mis uñas. Me sentía en una nube de placer, ya no estaba en este mundo.

Una de sus manos la llevo hasta mi entrepierna, se coló dentro mis pantalones, traspasando mi panty y con dos de su dedos, comenzó a frotar mi pequeño punto de placer, yo estaba muy mojada y el que lo hiciera tortuosamente lento, descargó una carga eléctrica en todo mi cuerpo.

—¡Ahhh!— gemí sin poder contenerme más.

Después de un rato dándome placer, sacó sus dos dedos, me miró fijamente para luego llevárselos hasta su boca y lamerlos lentamente.

— Ummm....deliciosa— Recordé el momento la entrevista, al probar mis muestras, su mirada y expresión eran similares, solo que aquella vez pareció contenerse.

Sus labios volvieron a mi cuello, bajando hasta mi escote, buscó refugiarse en mis senos necesitados de atención, pero en ese momento un golpe de realidad me hizo frenar.

— ¡Espera un momento!—, dije entre jadeos, él estaba excitado tanto o más que yo, su dureza me lo había confirmado mientras se frotaba conmigo.

Seguía besándome parecía no escucharme, en ese momento me alarme y paré en seco lo que estábamos haciendo.

— Yo...No puedo.. lo lo siento— Lo empuje y salí corriendo por instinto buscando el baño más cercano, debía acabar con este calor que me estaba matando.

Amor a la Juliana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora