Estaba en la cocina del restaurante. Mis manos trabajaban automáticamente, batiendo ingredientes y decorando el postre que tenía delante. Pero mi mente... mi mente era un hervidero. No importaba cuánto intentara ignorarlo, Alessandro siempre estaba ahí, en mi cabeza, con esos ojos intensos que me observaban en silencio, como si me estuvieran quemando desde lejos.
Sacudí la cabeza, obligándome a concentrarme en el trabajo. No iba a permitir que sus miradas y sus arrepentimientos deshicieran todo el progreso que había hecho para mantener mi compostura. No se merece que me desmorone por él, me repetí como un mantra.
Entonces, como si el universo se empeñara en probarme, apareció Laura.
La oí antes de verla. Su perfume fuerte, sus pasos decididos, su tono altivo. Era como una tormenta de veneno acercándose. No me giré. Mantuve la vista fija en mi trabajo, aunque sentí cómo el aire se cargaba con su presencia.
Ella se detuvo junto a mí, demasiado cerca para mi gusto, y soltó su ataque sin preámbulos.
—Juliana, estás demasiado cómoda para alguien a quien su jefe humilló deliberadamente, querida. Pero no te ilusiones por su declaración pública de que tienen una relación. Alessandro y yo... bueno, tenemos una historia. —Pausó, dejando que sus palabras se impregnaran en el ambiente—. A ver si entiendes: tú solo eres un capricho pasajero. Alessandro siempre vuelve a mí. Siempre.
Mis dedos se detuvieron, y el silencio se apoderó de la cocina. La rabia me golpeó como una ola, pero no me permití mostrarlo. Si algo me había enseñado la vida, era que el veneno de personas como Laura solo tenía poder si tú se lo dabas. Respiré profundamente, calmando el fuego que se encendía en mi pecho.
—¿Ya terminaste? —pregunté con un tono aburrido, sin siquiera mirarla—. Porque tengo trabajo que hacer y no quiero perder el tiempo.
Laura frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder, una voz resonó como un trueno detrás de nosotras.
—Laura, ¿qué acabas de decir?
Mi corazón dio un vuelco al oírlo. Alessandro estaba allí, con su mirada fija en Laura, pero podía sentir la tensión en su presencia.
Laura dio un respingo y se giró rápidamente, intentando componer su cara de sorpresa. Pero no pudo ocultar el temblor en su voz.
—Yo... solo estaba poniendo las cosas claras, Alessandro. No quiero que se hagan ilusiones las personas nuevas, ya sabes cómo son... —empezó, pero Alessandro la cortó con un tono gélido.
—¿Ilusiones? —repitió, dando un paso hacia ella. Su voz era dura, implacable—. Lo único claro aquí es que tú has cruzado todos los límites. Y esto es inaceptable.
Laura abrió la boca para defenderse, pero él levantó una mano, exigiendo silencio.
—Ya fue suficiente, Laura. Te he tolerado mucho, pero atacar a Juliana de esta forma es el colmo. Mentir diciendo que tú y yo tenemos algo es inaceptable. Estás despedida.
Su voz era tan definitiva que incluso yo sentí un escalofrío.
—¿Qué? ¡No puedes hacer esto! —Laura intentó mantener su compostura, pero su tono era histérico.
—Oh, claro que puedo. Y lo hago. Quiero que recojas tus cosas y salgas de aquí. Ahora.
Laura giró sobre sus talones, hecha una furia, y salió sin mirar atrás. Un silencio pesado quedó en la cocina, como si todos contuvieran el aliento, esperando lo siguiente.
Alessandro no se movió por un momento, pero podía sentir su mirada fija en mí. Entonces, lentamente, se acercó.
—Juliana... —Su voz era diferente ahora, más suave, casi suplicante.
Intenté mantenerme firme, obligándome a mirarlo. Pero el dolor seguía ahí, fresco como una herida abierta.
—¿Qué? —pregunté, con un tono cortante.
Él se detuvo a un paso de distancia, lo suficientemente cerca como para invadir mi espacio personal, pero lo suficientemente lejos como para que pudiera respirar.
—¿Estás bien? —preguntó, y aunque sus palabras eran simples, había un peso en ellas que me hizo temblar.
—Estoy perfectamente. —Le respondí de inmediato, tratando de ignorar el temblor en mi voz.
Él suspiró, y vi cómo pasaba una mano por su cabello, un gesto que siempre hacía cuando estaba frustrado.
—No quise que esto llegara tan lejos, Juliana. Lamento todo lo que ha pasado. Sé que te fallé como jefe y como hombre. —Su voz se quebró ligeramente, pero no apartó la mirada de mí.
—¿Y qué quieres que haga con tu disculpa, Alessandro? —pregunté, sintiendo cómo mi rabia y mi dolor se mezclaban en mi pecho—. ¿Que simplemente olvide todo?
—No... —dijo, con un susurro apenas audible—. No espero que me perdones ahora. Pero haré lo que sea para demostrarte que lo siento.
Mis manos temblaban, y tuve que apretarlas contra la encimera para mantener el control. Su sinceridad era devastadora, pero no podía permitirme ceder.
—No necesitas demostrarme nada. Ya me has dejado claro cómo son las cosas.
Alessandro pareció encogerse ante mis palabras, pero rápidamente se recuperó. Dio un paso más cerca, invadiendo mi espacio personal, y levantó la mano como si fuera a tocarme, pero se detuvo en el último momento.
—No, Juliana, no he dejado claro nada. Lo que hice fue equivocarme, ser un maldito idiota. No puedo cambiar eso, pero puedo luchar por ti. Puedo demostrarte que no eres un capricho para mí. Que nunca lo has sido.
Mi corazón latía con fuerza, pero no podía confiar en él. No aún.
—Las palabras son fáciles, Alessandro. Es tu comportamiento lo que me mostró quién eres realmente.
—Y cambiaré eso. No espero que lo creas ahora, pero lo haré. No porque sea lo correcto, sino porque no quiero perderte.
El peso de sus palabras me golpeó como un martillo, pero no podía dejarme llevar. No esta vez. Sin decir una palabra más, giré sobre mis talones y volví a mi trabajo.
Él se quedó allí, en silencio, observándome. Podía sentir su mirada en mi espalda, pero no me atreví a mirarlo. Si lo hacía, sabía que mi resolución podría romperse.
Finalmente, escuché sus pasos alejarse, y mi pecho se apretó con una mezcla de alivio y tristeza. Esta vez, él tendría que demostrar con acciones lo que sus palabras no podían reparar.
Comienza el plan... "Recuperar a mi Leoncita" por parte de Alessandro 😋
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Amor a la Juliana
RomanceCuando Juliana Ferrer, una chef con un talento nato y una lengua afilada, entra a trabajar en el prestigioso restaurante de Alessandro Fieri, el chef italiano conocido por su carácter indomable y una sonrisa que derrite corazones, jamás imagina la r...