UN CORTE DE CABELLO EXPRESS

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Llegué una hora antes del tiempo pautado; quise ser precavida. Estoy sentada esperando que se haga la hora. Hoy me levanté a las 4:00 a.m. para hacer el postre que me pidieron. Me tomé mi tiempo. Ayer, al salir de la entrevista, fui a comprar los ingredientes; me costó encontrar las castañas de buena calidad por la hora, pero nada como tener un amigo en el mercado que tenga influencias. Menos mal que Aron me echó una mano con eso. Era fundamental tener castañas de buena calidad para el postre. Aunque gasté todos mis ahorros en este postre, prefiero arriesgarme. En verdad, necesito apostarlo todo y conseguir ese empleo.

Con mis propias manos, hice una caja decorada de lo más tierna. A decir verdad, me encanta hacer este tipo de cosas; siento que le dan un toque muy personal a la presentación. Además, me gustan las manualidades. La caja la hice en la noche, y el postre, cuando me levanté. Lo primero que hice fue cepillarme, recoger mi cabello en una coleta alta y bajar a la cocina en sumo silencio. Busqué los ingredientes y los coloqué en la mesa. Primero, tosté las almendras en el horno para luego cocinarlas con agua y, posteriormente, hacer la pasta en la procesadora y ¡listo! Tengo ya mi pasta de castañas. La pruebo porque, ajá, una tiene que comer y probar para ver qué madres, ¡y uffffff, o sea, ósea, ummmmm, D-E-L-I-C-I-O-S-O! Salto contenta como niña y luego hago mi crema de suspiro, la cual incorporo en una manga pastelera para hacer pequeñas montañitas que irán al horno. La cocina comienza a oler delicioso. Mientras se cocinan, procedo a hacer la masa de hojaldre. Sí, amiga, ¡la haré porque ni pensarlo en comprarla! Este postre debe y necesita ser 100% fresco. Una vez termino mi arduo trabajo, meto la masa en el horno, afino otras preparaciones, armo aquí, echo crema allá, ¡ya estoy bailando al estilo "tra tra tra" para celebrar mi victoria, y voilà, tengo mi majestuoso "Mont Blanc"! Me siento orgullosa de mi resultado. Lo coloco en la cajita decorada, y con cara de cachapa, todo listo para triunfar en la vida.

Limpio y ordeno la cocina y subo rápidamente para bañarme y vestirme. Hoy quiero sentirme segura y confiada, así que el atuendo que llevaré me ayudará a disimular los nervios. Llevaré otros vaqueros color gris plomo de corte alto, mi blusa de manga larga, zapatos de punta negros y mi bella chaqueta de traje negro. Sí, ya sé, es casi lo mismo que ayer, pero cambié el color del pantalón. ¿Eso cuenta, no? Me aplico perfume y ¡estamos listas para brillar, mi amorch!

Bostezo porque ya pega el cansancio por dormir pocas horas y no descansar bien. Pero estoy muy entusiasmada. Sé que les va a encantar. Soy muy buena en esto, y ojo, no soy pretenciosa, solo valoro lo que he forjado durante años. Trabajo muy duro para ser una gran chef, y este es mi momento de aprovecharlo.

Veo a la secretaria que me prestó su top para salir del paso. Creo que los dos hombres no lo notaron ayer; siempre mantuve los brazos pegados a los costados para que la chaqueta no se abriera. Así que creo que logré el cometido.

Me dirijo hacia ella, y al verme, sonríe.
—¿Cómo te fue? —pregunta, interesada.

—Estoy a prueba —digo de manera neutra—. Me pidieron preparar un postre para evaluarme, así que estoy aquí esperando a que se haga la hora para ver qué tal me va.

—¡Wohhh! Eso sí que es una novedad. No suelen hacer este tipo de cosas, hasta donde sé —comenta la chica.

—Por cierto, hemos hablado tanto y no me he presentado. Me llamo Sara.

—Mucho gusto, Sara. Yo me llamo... bueno, ya debes saber mi nombre. —Ambas nos reímos.

—Llegaste muy temprano. ¿Por qué no bajas y conoces un poco la empresa? Hay un área de cocina; a lo mejor te gustaría ver a los chefs en acción.

—Es muy buena idea, Sara, pero me da miedo que me pase algo como lo de ayer. Aunque vine preparada y traje una muda de ropa extra, aprendí la lección. El mundo está lleno de gente idiota y maleducada, así que mejor prevenir que lamentar ante otra situación así —comento, con gracia—. Por cierto, aquí traje lo que me prestaste. Muchas gracias.

Amor a la Juliana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora