De manera rápida, él se voltea hacia mí y me pregunta, casi desesperado.—¿Ese pastel lo hiciste tú?
—¿Me seguiste para preguntarme eso? —le respondí, mirando hacia la ventana. No lo miro; no quiero hacerlo. Estoy conteniéndome para no lanzarlo del auto.
—¿Estás segura de que lo hiciste tú?
—¿Qué te importa... idiota? —digo lo último perdiendo la vista en el camino. Trato de relajarme para que las emociones no me ganen.
Él toma aire también, como para calmarse y no mandarme a la mierda. Hay algo extraño en su forma de hablarme; no lo siento tan autoritario, por el contrario, le bajó dos rayas a su superioridad.
—No tengo tiempo que perder. ¿Lo hiciste tú o no?
—¡Claro que lo hice! —respondo con fastidio—. ¿A dónde quiere llegar?
—¿Lo haces por hobby o a nivel profesional?
—¿Eres como brutico, acaso? Si fuera por hobby, no estaría en una entrevista de trabajo para trabajar en la cocina. Estudié gastronomía; no soy cualquier tonta jugando a la cocinita. ¡Es mi trabajo!
—¿Te dedicas a la repostería?
—Trabajé dos años en Francia en repostería, pero no es mi única área.
—Aparte de esta entrevista, ¿tienes otra propuesta laboral?
—Pues, ¡verás!... Yo soy una muchacha muy frágil y, por ahora, ya no tengo más propuestas laborales. Esta era mi única oportunidad, ya que en otros lados me decían que tenía poca experiencia y en otros que tenía mucha por mis conocimientos y que no estaba apta para el puesto ofertado. Al final, quedo sin nada —digo algo triste, porque en verdad siento que no me ha ido bien buscando empleo en mi rubro.
Él, después de escucharme y mirándome fijamente, mete la mano en el bolsillo de su pantalón y saca una billetera; dentro de esta, saca una tarjeta de presentación y me la ofrece.
—Tómala —me ordena.
—No.
—Solo tómala, no te arrepentirás.
—Que no —digo, mirando hacia la ventana.
—Por favor, tómala.
—Lo que quiero es que te bajes ahora. ¡Detenga el auto! —ordeno al conductor.
—El don se va a bajar aquí.
Él parece perder la paciencia y me toma la mano fuertemente.
—¡Basta! ¿Qué haces? ¡No la quiero! —le grito porque ya me tiene harta. Todo es su culpa.
Él no se rinde y la mete entre mis dedos.
—Solo léela.
—No quiero ver nada, idiota... ¿sabes lo importante que es el cabello?
En eso toma mi muñeca y la sube hasta mi vista, haciéndome leer su contenido. Es el nombre de un restaurante lo que se ve en letras grandes, más un número de contacto y correo electrónico. La tarjeta refleja poder por su diseño y olor: "Restaurante Bon Appétit, Gerente General Alessandro Fieri." Cuando se da cuenta de que he leído y quedo en un trance, entonces decide hablar:
—Lleva unas muestras mañana a las 15:00 pm.
En eso, el auto se detiene y él procede a bajarse de manera elegante e imponente. El muy maldito sabe cómo llamar la atención, puesto que las mujeres que están viéndolo bajar del auto no hacen más que comérselo con la mirada. Se inclina hacia la ventana del taxi para lanzar sus órdenes, que como siempre, son autoritarias.
—No me gusta que lleguen tarde, así que nos vemos a las 15:00 pm, ni más ni menos.
—Es extraño que quieras contratarme cuando dijiste que mi pastel no era cosa de otro mundo.
—Lo hice con el propósito de que fueras mía y de nadie más.
Escucharlo decir eso hace que me sonroje... qué tonta soy por ello, y me lo reprocho, pero sonó posesivo y lo que más me enfada es que me gustó el tono de su voz. Asssh, tarada, Juliana, aterriza.
—Entonces todo fue planeado. Eres un bastardo... Igual creo que necesitaré más tiempo si tengo que hacer varios postres.
—Hazlo con el tiempo que dispones. ¿Crees ser una buena chef? Entonces demuéstralo. Hasta mañana...
Y así, sin más que decir, se marcha caminando sin rumbo fijo, y el taxi arranca. Resoplo; ya con tantas cosas que me han pasado este día, al parecer no podré zafarme del vendaval que es Alessandro Fieri. A quién engaño, necesito el empleo, debo pagar cuentas; mi dignidad no nos dará de comer este mes a mi madre y a mí, así que... aceptaré el reto una vez más.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Chan Channnn ya se empieza a sentir el magnetismo entre estos dos! El capítulo que viene se sentirá más filoso todavía la tensión chenchualll entre este par. 🌶️🔥
ESTÁS LEYENDO
Amor a la Juliana
RomanceCuando Juliana Ferrer, una chef con un talento nato y una lengua afilada, entra a trabajar en el prestigioso restaurante de Alessandro Fieri, el chef italiano conocido por su carácter indomable y una sonrisa que derrite corazones, jamás imagina la r...