CRUZANDO LA LÍNEA

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El calor de la mañana en la cocina me llenaba de energía, pero también me hacía recordar detalles de los últimos días. Los momentos con Alessandro aún revoloteaban en mi mente, confundiéndome y, a la vez, haciéndome sonreír como una tonta. Mis manos estaban ocupadas decorando un postre, pero mi mente, oh, estaba en otro lugar.

Mientras colocaba la última frambuesa en su lugar, una voz áspera y cargada de intenciones me sacó de mi ensueño.

—Vaya, qué concentrada estás. Espero que esa dedicación te dure, Juliana.

Laura. Genial. Su tono de superioridad y esa sonrisa de suficiencia eran su marca registrada. No levanté la mirada de mi trabajo; no pensaba darle el gusto.

—¿Te puedo ayudar en algo, Laura? —pregunté, manteniendo mi voz neutral.

—No, solo quería felicitarte... aunque tal vez debería decir que disfrutes tu momento. Todos sabemos que Alessandro está interesado en ti, pero no te ilusiones, cariño. Eres solo una más.

Sentí una punzada en el pecho, pero la escondí bajo una sonrisa serena. Si algo había aprendido, era a no mostrar debilidad frente a personas como ella.

—¿Ya terminaste? Porque, si no tienes nada más que decir, te agradecería que te vayas. Tengo trabajo que hacer, y no me gusta perder tiempo.

Su mirada se afiló. Lo supe porque el brillo de sus ojos se tornó aún más oscuro, y su postura pasó de desdén a algo más retorcido.

—Ganaste en la competencia aquella vez porque Alessandro influyó en la decisión de los jurados. Realmente no eres tan buena.

Respiré profundo, tratando de relajarme para no salir de mis cabales.

—¿Crees que no me di cuenta de que tú cambiaste los ingredientes? Pero debo agradecerte; gracias a eso, improvisé y me fue muy bien.

Vi cómo su rostro se tensaba de rabia, pero antes de que pudiera abrir la boca, la voz profunda de el subgerente del restaurante, retumbó en la cocina, cortando el ambiente como un cuchillo caliente.

—¡Reunión en la sala principal!

Laura me miró con odio antes de girarse con un movimiento casi teatral al salir de la cocina. Yo simplemente me limpié las manos, enderecé los hombros y seguí su paso.

En la sala principal, todos los empleados estaban reunidos. Alessandro, como siempre, estaba al frente, irradiando esa autoridad que parecía natural en él. Cuando empezó a hablar, su voz llenó el espacio, calmada pero con un peso que nadie podía ignorar.

—Quiero agradecerles a todos por su esfuerzo. El campeonato que ganamos no hubiera sido posible sin el trabajo en equipo. Pero quiero destacar a alguien en particular.

Hizo una pausa, y sus ojos me buscaron en la multitud. Mi corazón dio un vuelco cuando su mirada se encontró con la mía.

—Juliana, tu plato fue el que selló nuestra victoria. Por ello, considero justo otorgarte el puesto de chef jefe, has mostrado que tienes la capacidades para serlo.

El silencio fue seguido por un murmullo de asombro. Me quedé paralizada. ¿Chef jefe? ¿Yo? No podía creerlo. Los aplausos comenzaron, y los rostros a mi alrededor se iluminaron con sonrisas de felicitación. Bueno, no todos.

Laura caminó hacia mí con su característico aire de veneno contenido. Su sonrisa era una mezcla de burla y amargura.

—Vaya, parece que ya te acostaste con él. Felicidades por el logro.

Me giré lentamente hacia ella, con una calma que solo era superficial. Por dentro, sentía una furia ardiendo, pero no le iba a dar el gusto.

—Lástima que tú a eso ni has podido llegar —respondí, manteniendo mi tono casual.

Vi cómo su máscara se rompía por un segundo antes de que una chispa de odio cruzara sus ojos.

—¿Qué te hace pensar que él y yo no hemos estado juntos? Apenas llegaste a su vida, pero yo tengo años con él. Siempre vuelve a estar entre mis piernas.

Tragué saliva, sintiendo cómo cada palabra intentaba desgarrarme. Pero fue lo siguiente lo que encendió mi furia.

—Aunque no me sorprende que esté encaprichado contigo. Oí que tienes sangre latina por parte de tu madre. He escuchado que las latinas son unas putitas en la cama.

Sentí cómo la rabia se acumulaba en mi pecho, subiendo como una marea imparable. Nadie se mete con mi madre. Antes de darme cuenta, mi mano ya había cruzado el aire, conectando con su mejilla con un sonido que resonó en toda la sala.

El silencio cayó como una losa. Laura, con la mejilla enrojecida y la boca abierta de asombro, me miró como si no pudiera creer lo que acababa de pasar.

—¿Qué te pasa? ¡Eres un animal! —gritó, llevándose la mano al rostro.

—Hazme el favor de irte de mi vista, Laura, antes de que te deje sin pelos —le dije, mi voz baja pero cargada de amenaza.

La tensión en la sala era palpable cuando la figura de Alessandro apareció. Su expresión era una mezcla de incredulidad y enfado.

—¡Laura y Juliana, a mi oficina! ¡Ahora! —ordenó, su voz cortante como una cuchilla.

Respiré hondo, tratando de calmarme, aunque sabía que esto iba a ser todo menos tranquilo. Caminar hacia él fue como marchar hacia un campo de batalla, consciente de que las consecuencias estaban por llegar.

 Caminar hacia él fue como marchar hacia un campo de batalla, consciente de que las consecuencias estaban por llegar

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¿Que creen que va a pasar?

Alessandro se pondrá en contra o en favor de juliana? Espero que la proteja sino le mandamos a pegar 6 tiros jajajaja

Gracias por leer porfavor regálame un voto ⭐️pínchale a la estrellita de abajo sería de mucha ayuda.

Besos y abrazos 😘

Amor a la Juliana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora