BAD BOYS #1

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—¡Ohhh!

El imbécil que me ha tirado su bebida encima es un muchacho que vi antes en la escuela e incluso somos compañeros en algunas asignaturas de último año.

—Disculpa, gordita—me dice y el ardor que nace en mi interior comienza a subirse en forma de bilis hasta mi garganta.

Escucho Sugar en los altoparlantes pero realmente, la situación no lleva nada dulce.

A excepción de mi pelo y mi rostro.

Lottie saca un pañuelo de su bolsillo y me limpia.

—¡Idiota!—le grita mientras me ayuda—. Dime dónde tienen un baño en esta casa.

Él parece incómodo.

No sé si sea un gesto sincero pero lo valoro...

Cuando mi amiga logra despejarme los ojos, diviso que junto a este muchacho dolido (por lo que me ha hecho), hay otro cual realmente me molesta su actitud ya que no se inmuta en ayudar. Ni siquiera se limita en contestar a lo que dijo mi amiga Lottie.

«Calma», le pido en pensamientos. «No tienen la culpa. Ha sido un accidente.»

Por fin, el inexpresivo acompañante del que me arrojó su bebida encima, señala hacia el piso de arriba.

Demonios. Tendré que pasar delante de todos los invitados para llegar hasta el baño.

No sólo repararán en mí por ser la friki que nunca va a las fiestas sino por ir empapada en un asqueroso licor que seguramente me ha corrido el rímel de los ojos.

Procuro no mirar a los costados cuando pasamos entre la multitud hasta llegar a las escaleras cuales parecen quedar cada vez más lejos pero finalmente llegamos a ellas.

Y en un pequeño instante diviso por el costado de mi mirada, que el acompañante mudo del idiota cual me arrojó la bebida encima, se ha quedado clavado a la puerta mirándonos.

Es muy guapo, pero no soporto lo que ha de estar pensando mientras subimos y escuchamos risitas a nuestras espaldas.

—Una entrada triunfal—bromea mi amiga mientras estamos encerradas en el baño y ella me limpia el rostro con una toalla húmeda.

Se ha sentado en el retrete (con la tapa baja, obvio) y yo voy de pie para facilitarle la tarea de que no le moleste en el cuello o la cintura, tener que sostener su cabeza gacha.

—Ha estado bien—también ironizo y ella corresponde con una risita—. Al menos he logrado captar en un segundo la atención de todos.

—Algo que Summer logra sólo con elegir una falda muy corta y ajustada.

—¿Summer?

—La rubia que puso los ojos en blanco al vernos entrar.

—Oh.

¿No lo dije antes?

Charlotte Sector Noticias. Es quien me tiene informada de todo lo que sucede en el mundo mientras prefiero leer novelas desde mi móvil mientras voy en el bus o escuchando música, efusivamente anulada del exterior gracias a mis auriculares.

O una combinación de ambas cosas.

De pronto recuerdo los ojos grises que se plantaron en mí apenas entré a esta casa.

—¿Y quiénes eran esos dos que nos dieron la Bienvenida?—le pregunto a Lottie.

—Uff. El que te arrojó la bebida es Neo.

—¿Y su amigo?

—Theodore Landon. Conozco su nombre completo ya que durante una clase de Literatura lo pillaron copiándose y la profesora le quitó su examen. Además, escribió su nombre en la pizarra para exponerlo frente a todos.

—Zorra—murmuro.

—Me parece bien—me contesta con algo de extrañeza—. Incluso me parece inusual en ti que siendo alguien tan correcta te pinte mal la medida que tomó nuestra profe con la actitud de Theodore.

Y me sorprende a mí misma que en pensamientos le doy la razón a Lottie.

En ese momento alguien golpea la puerta.

—¡Está ocupado!—grita mi amiga.

—Lo sé—contesta la voz de un muchacho al otro lado—. Por eso quiero entrar.

—¿Quién es ese enfermo?—murmuro muy bajo.

Ella carraspea y se dirige hasta el umbral.

—No lo sé pero yo calmaré su ansiedad.

A continuación abre la puerta y un muchacho entra.

Su presencia imponente, cabello negro enrulado, piel aceitunada y brazos musculados me sorprenden.

Pero sus ojos grises clavándose en mi dirección es lo que más me asusta y el muchacho, al entrar al baño, va directo donde yo estoy.

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