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Mi torpeza y yo hemos apartado al único amigo que me viene a visitar (con el permiso de mi madre de por medio, claro).

-¡Aguarda, aguarda!-le pido mientras se pone de pie, busca su mochila y la cierra-. No te vayas, en verdad, no quería que te sintieses ofendido o insultado, bah, no digo que eso sea un insulto sino que, cómo explicarlo, suelo tener esas reacciones inadecuadas en momentos poco oportunos...

-No pasa nada, Tracy. Creo que debo irme.

Se pone de pie y se cuelga con prisa la mochila al hombro.

-Por favor-le pido incorporándome frente a él.

-Descuida, luego nos veremos al comenzar las clases.

-Pero...

-Adiós.

Me dedica una sonrisa con falsa modestia y tengo la ligera sensación de que ya provoqué algo similar en Theo, anteriormente.

Esta vez, no iré tras de Carl.

Sólo dejo que se marche y decida volver en el momento que lo considere ideal. Por mi parte, debo admitir que hacía un buen rato intentaba no morderme la lengua para preguntarle directamente hace cuánto lleva una relación en secreto con Jacob, aunque mis suposiciones nunca son las mejores.

¿Quizá le molestó que me confesara algo que creer poner en riesgo su vida?

Bueno, de ser así, habría reaccionado de modo diferente.

Su vida no está en peligro, Jacob se extralimitó en no contrarle detalles que lo pongan en peligro. Sólo le dijo todo eso porque a decir verdad, Tachas se veía venir lo que le ocurrió.

Me quedo pensando en ellos cuando el portazo de la ida de Carl me asusta y accedo por cerrar también la puerta de mi habitación.

Pero al darme la vuelta me encuentro con su computador encendido encima de mi cama.
Se lo ha olvidado.

Sábado 31 de diciembre

Theo tiene muchos tatuajes.

Uno de ellos es un triángulo apuntando hacia abajo en la cara inferior de su antebrazo.

Me gusta verlo cuando su mano se levanta y me saluda. Cuando lleva musculosas y se le marca junto con las venas y los bíceps en el momento que sube a su motocicleta, me mira y dedica en mi dirección una seductora sonrisa.

-¿Tracy?-pregunta.

Trago saliva y camino hasta la acera. Atravesar el jardín delantero de mi casa parece algo eterno.

-Theo-su nombre escapa entre mis dientes con una exhalación.

-¡Vaya, tiene que ser una broma! ¡Tracy Smith, eres tú!

Cuando ya queda poco para llegar donde él, doy un salto y lo abrazo.

Pero se esfuma y caigo al suelo. Mis manos dan contra el asfalto, hiriéndome la piel y generando una sensación de humillación en mi pecho.

Me miro las palmas lastimadas y luego al cielo, sorprendida porque acaba de anochecer de manera repentina.

No hay luna.

No hay estrellas.

Apenas algunos focos de la iluminación pública alumbran la calle.

-¿Qué diablos ocurre contigo?

Caigo en la cuenta de que la motocicleta ha desaparecido al igual que el vecindario completo.

La voz me hace reaccionar y giro la cabeza para ver de dónde proviene: tras de mí.

BAD BOYS #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora