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Theo

El humo escapa de mis labios al aparcar el auto en casa de mi padre, luego de cinco horas viajando.

El camino ha sido un fiasco, todo lleno de nieve, nubes y máquinas estorbando en la carretera. Suerte que mientras más me he ido acercando a Costa Sur, mejor ha ido pintando el clima: se terminó el hielo en las calles y me he encontrado cada vez más cerca del mar.

Hubiese preferido haberme venido en el coche de la Bad House antes que destruir el mío, o bien, podría llevar a hacerle unos retoques al motor, los tapizados y los neumáticos donde el mecánico de mi padre. Así sumarlo a su cuenta y no gastar nada de dinero.

De todos modos él quería que viniera así que deberá hacerse cargo de ello.

El vecindario de ricos donde vive papá parece ser nido de una linda familia feliz, al igual que su casa: luces titilando, árboles enormes armados con adornos hasta la última rama y muñecos de nieve medio deshechos en la puerta de entrada.

Una vez que me bajo del auto, cierro de un portazo y voy donde el maletero para buscar una mochila grande donde está el poco equipaje que tengo pensado usar durante la corta estadía que cumpla en este sitio.

Apenas nos demos los regalos navideños y tras el saludo de Año nuevo, le dejaré las cuentas con mis gastos y emprenderé el viaje de regreso a casa.

Me cuelgo la mochila al hombro y camino por el vergonzoso camino de piedra al estilo Heidi, lo cual me hace reconsiderar la cordura de las personas que viven en este sitio.

Finalmente me detengo en la puerta, embarrando justo un precioso tapete de «¡BIENVENIDO A NUESTRO HOGAR!» y siendo recibido por la sonrisa de una voluptuosa mujer de treinta años aproximadamente, sosteniendo una bandeja con galletas y unas uñas demasiado perfectas como para haber sido preparadas por ella.

-¡Hijo!

Luego de su incómodo abrazo, me encuentro a un pequeño de ojos grises y cabello ondulado quien me sonríe desde la alfombra con sus cochecitos pero lo ignoro y subo las escaleras.

-¿Dónde está mi cuarto?

Me arrojo a la cama y reviso el mail por enésima vez luego de una ducha caliente.

Llevo sólo una toalla blanca envolviéndome desde la cintura hacia abajo, mientras juzgo a mi móvil por ser demasiado lento como para permitir ver un maldito mensaje en la bandeja de entrada del correo electrónico.

¿Es que hay gente que sigue usando esto?

Una vez que finalmente logro iniciar sesión, busco desesperadamente la bandeja y reviso los mensajes.

Ahí está.

El mismo.

El de la madre de Tracy, ¡maldita sea!

¡No hay nada! ¡¡¡Sólo tiene que devolverle el jodido aparato a su hija y dejarla en paz!!!

Estos días han sido equivalentes a vivir en un infierno.

Mi vida ha sido un círculo vicioso de no hacer nada más que dormir, beber, comer, beber, beber, fumar, beber y beber.

Ha decir verdad, mi vida ha sido un vicio, un intento de querer estar fuera de mí mismo todo el rato.

Aún peor es saber que no podré ser compañero de Tracy en la Universidad.

-¿Puedo pasar?

Papá abre un poco la puerta de la habitación y procuro de inmediato tener las partes bien cubiertas, ¡y por una mierda ¿que no sabe tocar la puerta acaso?!

BAD BOYS #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora