▲ 20 ▼ (Tercera parte)

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Lo primero que quiero hacer es disculparme pero para él, está mal pedir disculpas.

Podría quedarme callada pero me exige una respuesta.

Podría echarlo de mi casa, lo cual sería aplaudido por Lottie pero me da miedo cuál sería su reacción. Además, mamá no vendrá hoy.

Y yo...simplemente no sé defenderme.

-Me quedé dormida-miento.

-¿Duermes llorando?

-¿Qué?

En ese instante corro hasta el espejo de pared más cercano y me lleno de vergüenza en cuanto veo la piltrafa en la cual me he convertido: el cabello alborotado, rimel de ojos corrido, labios hinchados, mejillas y párpados enrojecidos.

Doy un paso hacia atrás y desearía que todo sea muy diferente... o bueno, no tanto, Theo está en mi casa. ¿Le puedo pedir que se vaya y en media hora regrese?

Él se aparece tras de mí en el espejo y ahogo un grito.

Doy media vuelta y me lo encuentro frente a frente, demasiado cerca. Exige saber la verdad:

-¿Por qué estabas llorando?

Ay, Theo...

-Dime.

-Es que-busco en mi cabeza las palabras adecuadas pero es en vano. Cualquier cosa que yo diga, siempre le parecerá incorrecta. Simplemente mi educación y la de él, no concuerdan-, entiende, mamá se fue, ella es toda mi familia. Hay ruidos extraños en mi casa y tengo miedo. Además me siento sola y...eso. Descuida, ningún motivo real para preocuparse.

Theo me observa, frunce el entrecejo y retrocede. Pasa el seguro a la puerta de calle y el corazón se me sube a la garganta.

La misma voz que siempre me influenció a confiar en él, es la misma que me pide ahora, no angustiarme.

-Estoy contigo-me dice Theo-. No volverás a estar sola.

Ahora sí... Esto es lo que necesitaba: me siento protegida.

Quiero confiar en él.

Quiero hacerlo.

Me hará sufrir pero deseo esta tortura.



Él se moviliza por la cocina como si estuviese en total confianza, en busca de una bolsa de maíz para hacer palomitas.

Le indico en qué parte de la alacena podría encontrar lo que necesita y la quita de ahí.

-De nada-digo y sonrío.

Él me mira de reojo y quiere parecer malvado por no haberme dicho "gracias", sin embargo una media sonrisa aparece en su rostro y sigue en su tarea.

Realmente no me equivocaba cuando tiempo atrás le dije que no era tan rudo como parecía.

-¿No estás invitado a la fiesta de esta noche?-le pregunto y tomo asiento en una de las sillas que rodea la mesa en la cocina.

-Por supuesto que estoy invitado a mi propia fiesta.

-¿Entonces?

-Te sientes sola y voy a acompañarte. ¿Tienes miel?

-En la heladera-busca, la quita y coloca unos segundos en el microondas para que sea más maleable-. ¿Por qué decides acompañarme ahora en lugar de ir a al fiesta?-persisto. Las palabras que salen de mi boca, son una lucha de tire y afloje entre las Tracys de mi interior.

-Siempre son lo mismo, ya me tienen harto.

-Pero cambiarán la modalidad, ahora serán campamento según me dijiste, ¿no?

BAD BOYS #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora