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Sábado

Con el corazón en un puño, tomo el rizador y me peino, deslizando ondas que caen con sobriedad sobre mis hombros. No es el gran detalle pero al lado de mi poca costumbre para arreglarme, es un toque refinado.

Sin embargo, el espejo me devuelve la ocasión en que hablé con Charlie en su auto...

»-Créeme que en un primer momento me sentía muy confundido-se excusó él-. Te ruego me perdones, quizá me apresuré en enviarte esa nota.

»-Me trajo serios problemas con Charlotte, ¡es nada menos que mi mejor amiga!

»-Lo sé pero créeme que yo no puedo hacerme cargo de algo que supera mis fuerzas.

El significado, el peso de sus últimas palabras fue lo que me dejó sin habla y decidí no contestar.

Sólo deseo con todo mi ser que haya sido una terrible confusión de parte de Charlie. Lo último que deseo es caer yo misma en la perdición.

Una vez que termino con el peinado, vuevo a la realidad y al verdadero reflejo del cristal de cuerpo completo que tengo en frente.

Me he puesto un vestido rosa chicle que me baja un poco las rodillas y me pregunto si no es demasiado niñata mi estilo.

En cuanto me encuentro lista, suelto un gritito y me asombro a mí misma del resultado.

La última vez que me puse este vestido, más que la goma de mascar, parecía un globo a punto de reventar, sin embargo ahora noto que se acomoda mejor a mis caderas.

Ojalá estuviese aquí Lottie para aconsejarme pero no. Ella no está aquí.

-¡¡Mamá!!-le grito.

Ella acude de inmediato a mi llamado y al encontrarse con una hija desesperada frente al espejo, el corazón le vuelve a su lugar.

-Un día me vas a matar-acota y luego se detiene para ver mi estilo-. Vaya, Richard no se equivoca al hacerte regalos.

-Él me hace presentes como para una nena de 12 años.

-Tú edad no dista mucho de eso-dice entrando a la habitación y me acomoda el cabello para que me libere un hombro y me caiga sobre el otro.

-Tengo 17-le corrijo.

-A mi edad, cinco años son los que me quito cuando digo cuántos tengo así que no tienen valor-bromea.

También río y me gusta que nos llevemos así. Desearía no tener que pelear nunca más con ella sin embargo eso significaría que aceptase mis decisiones adultas y ahí está lo difícil.

-Entonces, ¿me queda bien?-le pregunto.

Ella reincorpora su gesto a una sonrisa mucho más cálida.

-Oh, espera-añade y se lleva las manos al cuello. Demonios, no...

Entonces se quita un collar muy bonito color dorado que realza tanto su piel aceitunada como cada una de sus facciones rosáceas que he heredado de ella. Una vez que me lo coloca, me quedo anonadada.

-Mírate-insiste y me doy la vuelta.

Quedo frente al espejo e incluso combina muy bonito con las ondas de cabello oscuro que cae a un lado de mis hombros.

-Perfecta-dice ella a mi oído mientras ambas tenemos nuestras miradas fijas sobre mí.

Siento que por fin puedo tener un estilo mucho más atrevido sin embargo me mantengo fiel a mí misma.

-Gracias, mamá.

-De nada. Aunque, ¿sabes una cosa? Quizá tienes exceso de delineado de ojos-cómo no, la arruinamomentos. En ese instante el timbre de casa suena y ella se aparta de repente-. Bueno, no hay tiempo para quitarte ese maquillaje así que mejor baja o tu pareja de esta noche se agotará.

BAD BOYS #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora