▲ 20 ▼ (Segunda parte)

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Okay, Theo me odia.

Bueno, a lo mejor no debería sentirme tan importante, quizá no es que yo no le guste sino que me ignora.

No quiere saber de mí y está bien, lo justifico, quizá soy demasiado aburrida para sus músculos y sus tatuajes. Seguramente la zorra pelirrosa, peliverde o pelietcétera de Audrey tiene mucha más experiencia que yo en infinidad de cosas y por eso lleva el privilegio de tomarle la mano en las fiestas o de llegar en la motocicleta de Theo al instituto.

¡¡¡AAHHHH MALDITAAA!!!

En cuanto me doy cuenta que Theodore ha quitado los datos de su móvil (¿o me ha bloqueado?) me arrojo a la cama y muerdo la almohada con fuerza mientras ahogo un grito desesperado.

Debería limitarme sólo a estudiar y preparar mis cartas de presentación a las universidades, ya que es lo único que me importa.

¿Cierto?

Solo eso.

Nada más.

Diablos, a quién miento, los labios de Theo los deseo aún más que a la mejor universidad. Aunque luego me arrepentiré de estar pensando en esto, es cierto.

Quiero y deseo a Theodore Landon. No por su sensualidad o por su mirada. Tampoco por su sonrisa que derretiría a un glaciar sino porque encuentro algo en él que me gusta.

Que me vuelve loca.

Y lo noto en la forma que me mira.

Aún recuerdo la primer noche que intercambiamos palabra, en la fiesta Crazy donde su mejor amigo y hermano de Charlie, Neo, idiota que me recibió con un poco de bebida en el rostro.

«Te he observado en clases y percibo que no eres igual a todos.» me dijo Theodore...

«No encajas.»

No encajo.

«¿Comprendes?»

Comprendo.

Esto no es lo mío y me la pasaré mal.

Desde el primer momento supe que este hombre me haría sufrir pero aún así quiero estar con él.

Nos odiamos desde el primer momento que nos vimos... pero no pudimos dejar de vernos.

Plip.

Mi móvil vibra. Lottie o mamá. Nadie más en el mundo me envía mensajes, exceptuando ellas o mis abuelos.

Hoy no quiero leerlos.

Me quito la almohada del rostro y dejo que mi móvil siga vibrando. Creo que mamá me llama.

Bueno, que lo siga intentando, hoy no tengo ganas de hablar con nadie de mi familia. Tampoco quiero ninguna amiga.

El sonido que tengo para las llamadas es la canción que Theo me dedicó hace tiempo y me deleito mientras la melodía suena y me sumerjo en la melodía:

Hoy te busqué,

en la rima que duerme

con todas las palabras.

Si algo callé

es porque entendí todo,

menos la distancia.

Desordené

átomos tuyos para hacerte...

aparecer.

Un día más.

Un día más...

Termina la insistencia.

Bien, ya era hora de que se rindiera al llamado porque mamá debe comprender que si no tengo ganas de contestarle al teléfono, ¡no voy a hacerlo!

Suena el timbre de casa.

Me siento de repente en la cama y el corazón me late en los oídos mientras escucho que alguien se ha pegado al llamador en mi puerta.

Y estoy sola. ¿Si es un ladrón?

Ay, no. Para nada. Es mamá. Lo sabía, sabía que no debería haber adelantado ese viaje con su novio. Debería escucharme más, sé a que veces digo poco pero si digo, es por algo.

Me coloco calzado liviano en los pies y voy escaleras abajo mientras grito:

-¡Mamá! ¿Aprenderás a escucharme? ¡Luego no digas que no te...!

Y abro la puerta.

Un sujeto entra a mi casa, me empuja hacia atrás y... me abraza.

Mi corazón se encoge y estoy a punto de sufrir un infarto, cuando caigo en la cuenta de que mi nariz percibe una refrescante fragancia a menta y tabaco.

Luego se aparta y veo sus ojos grises echando chispas.

-Contesta el maldito teléfono, Tracy.

Es que...

-¿Por qué no me contestabas el maldito teléfono?

Theo me habla pero estoy helada.

-Yo...

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BAD BOYS #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora