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No puedo creer que haya permitido esto.

¿Charlotte? ¿Mi amiga? Ha sucedido todo con mi voluntad pero nunca pensé que ella pudiere dejarme a solas con este total desconocido.

Cuando caigo en la cuenta de lo que he accedido a hacer, el horror invade mi interior y me hace temblar. ¿Qué ocurre? Lottie me ha dejado a solas con un peligroso psicópata lleno de tatuajes y músculos intimidantes.

¿Podría llamar a mi madre?

No.

Ni siquiera opto por sacar mi móvil para ver los mensajes que no dejan de llegarme.

—¿No te vas a fijar?—dice él percatándose de que el dispositivo no deja de vibrar.

—No—le contesto ahora con el tono de voz un poco más seguro—. Sería descortés. Me estás ayudando.

Él sonríe mientras estruja la toalla y la empapa nuevamente con agua tibia en el lavabo. ¿Quién lo diría? Al parecer tiene experiencia en lo que se trata de limpiar.

—Siéntate—me dice, indicando el retrete.

—Mejor hazlo tú—me excuso—. Si te agachas mucho es probable que luego te duela la cintura, eres incluso más alto que mi amiga...

—Siéntate—repite esta vez acentuando la palabra y el gesto en sus ojos es más frío.

—Disculpa.

Y me siento... me siento una estúpida.

Un gatito indefenso que responde a las órdenes de un león furioso.

Tengo miedo de que un error en mi conducta provoque otra de sus reacciones violentas. Bueno, no son «violentas» en el sentido estricto de la palabra pero sí con una firmeza que supera los límites de lo normal.

Cuando me pasa la toalla por el lado del rostro que mi amiga no ha limpiado, procuro que mi mirada no se cruce con la suya.

Es intimidante.

Puede que su actitud esté siendo buena pero no es nada correcto lo que hace.

Su manera de ser tan impredecible, es lo que me aterra.

Algo me llama la atención: el dibujo de un triángulo invertido en su antebrazo cual logra distraerme...

—Cierra los ojos—me pide.

Oh. Me ha pillado mirándole.

Respondo a lo que dice y cuando pasa la punta del paño por mis párpados, lo hace con una suavidad que me sorprende, a juzgar por lo fuerte que se ve.

Sin embargo, parece tener un buen control de sus impulsos.

Perdón, retiro lo dicho.

Meterte en un baño mientras dos amigas están dentro, es algo sumamente imprudente e impulsivo.

—¿Cuál es tu nombre?—le pregunto en un intento de comenzar una charla capaz de aminorar la tensión que lleva la situación.

—Ya lo sabes—contesta con firmeza.

Claro.

Espiaba detrás de la puerta mientras mi amiga estuvo dentro.

Eso es de muy poca cortesía, por parte suya. Pero nada es cortés en este sitio, por ejemplo, entrar a una casa sin llamar antes.

—Y yo sé el tuyo, Tracy—responde.

Se me genera un nudo en la garganta que busco desatar preguntándole.

BAD BOYS #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora