Lolita

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Mi paciencia se acaba, mi estado de ánimo cambia poco a poco y me estás volviendo loca. 
En mi mente tu cara y tu forma de aburrirte. Me pongo nerviosa solo de pensarte. Se me revuelve el estómago y hace que quiera disminuir mi grandeza. Me arrodillaría ante ti, me humillaría ante ti, todo por ti. Tú sabes que sé comprenderte, y durante estos dos años era la única que sabía conocerte. Acudías a mí en busca de ayuda, y yo te recibía con los brazos más que abiertos. Si estabas triste, te alegraba, si estabas alegre, te entristecía, si no querías nada, yo te hacía tener ganas. Echo de menos aquellos días, pero, como siempre, desapareces en verano..., aunque sé que esta vez ha sido para siempre. Tu sabes todo de mí, y ahora no sé ni si me recuerdas. 
Me hacía gracia cuando te hacía esperar, ponías esa cara de 'Dios mío, que la maten o que acabe ya' y resoplabas. O cuando miraba al frente y te miraba, y te dabas cuenta, me sonreías... 
Eres el león de mis entrañas, y jamás saldrás de ahí. 
Acuérdate de mí, nosotras nos comimos el mundo. 
Lo que más te gustaba era que te cantase esa canción que te enseñé cuyo artista te parecía estúpido. Porque la música española no te gusta. 
Luego me contabas experiencias que habías vivido en el extranjero, las contabas hasta que no paraba de reír. Y me contabas que las playas de España te gustan, pero que no cambiabas tu país por nada. 
Tú siempre tan fiel a él.
El año pasado me llorabas porque te habías encontrado con el que más te marcó. Aquél que te acoja en él jamás sabrá que nunca podrás amarlo como lo hiciste con el otro. Y jamás sabrán de mí, ni de mis errores. Solo he caído bajo contigo, he perdonado lo imperdonable por ti. Arrástrame contigo, a cualquier otra parte, donde solo estemos tú y yo. Me da igual el resto, sus vidas y ellos. 
Es difícil sufrirte en silencio, aunque no tan en silencio, siempre te escribo aquí, sacándome de quicio que no me acompañes a bailar. Si encendía un cigarro me lo quitabas y tenía que encenderme otro. 
Si encendía el verde me lo quitabas y fumabas. Me acuerdo perfectamente de aquél día que fumábamos en tu casa, y te empezaste a poner tonta, y sacaste lo peor de mí, y lo pasamos mejor que nunca. Te echo de menos encima mía, al lado, lejos o cerca. Esta situación me está matando, en serio. Necesito salir de ti, aunque me da miedo hacerlo, me da miedo no pensar más en tu pelo o en tus formas de ser caprichosa. Es difícil... 
Necesito abrazarte... Necesito huir de mí y de ti, de tu realidad y mi imaginación. 

Cuando íbamos a cenar pedías vino y me mirabas con cara rara porque yo solo pedía agua. 

BlueMoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora