23 de junio

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Mi vida se acabó cuando te fuiste tú. Porque te fuiste, y lo hiciste para siempre. 

En el fondo siempre lo supe, y tú siempre lo habías sabido. Éramos únicas. Tú y yo, éramos. 

Te lo dije una vez con los ojos, él nunca te iba a querer como te quise yo.

Si hubieras arriesgado un poquito, te prometo que hubiera dado hasta mi vida por ti. Joder. Hasta el último segundo de tu vida. Y la seguiría dando si estuvieras.

¿Sabes cuántas mañanas, tardes y noches me pasé observándote? Grabándote en mi retina, en mi cabeza. Cuántas veces esperé algo que jamás ibas a darme. Por miedo.

Junto a ti, fue el mejor año de mi vida. Y llegó el verano, y tú estabas ahí. Y yo solo quería quedarme contigo. 

Un día te lo confesé: me dijiste que no. Un día noté cosas distintas: seguías diciéndome que no. Otro día me hiciste creer que estaba loca. Un año me convencí. Al tiempo me dijiste que en verdad nunca había estado tan loca. Otro, sentadas, haciendo yo mi vida, cortamos todo tipo de relación, pues yo un tiempo atrás me había vuelto loca de verdad. Había hecho daño porque tú me hacías daño, sin quererlo. Ese día sentí que cortaba con mi respiración. Ese día sentía que me faltaba la vida, por mucho que yo hubiera seguido mi camino. Había comprendido que realmente, tú habías querido (en algunos instantes) lo mismo que años atrás había querido y pedido yo. Incluso pensé que tú en ese momento estabas más dolida que yo. 

Discusiones y más discusiones. Desde septiembre de 2018 estuvimos bien. Tres meses después, te perdí para siempre. 

Un día, le dije a mi pareja de por el momento que sabía que seguía queriéndote, que siempre lo había hecho, que era un querer interiorizado y que eso jamás iba a cambiar, aunque yo la amara a ella entonces. 

Una noche, meses después de que yo estuviera sola, le di vueltas. Te pedí que me dieras una señal en mis sueños. 

Hoy he descubierto todo. Hoy he traspasado tu intimidad -lo siento, pero lo necesitaba- y por fin sé la verdad. Ojalá te hubieras arriesgado. 

Yo no estaba con ella por hacerte daño; estaba con ella porque la quería, porque me había sacado de pensar en ti, porque me hacía sentirme nueva. Pero a ti sí te dolía, por mucho que dijeras que no. 

Si hoy estuvieras aquí y supieras muchas cosas de las que me voy enterando, realmente lo hubieras dejado todo en definitiva cuando lo hiciste temporalmente y te hubieras venido conmigo. Estoy segura de lo felices que hubiéramos podido ser. 

No te preocupes, tú siempre serás mi musa. Tú siempre serás esos ojos marrones a los que necesito mirar de por vida. Esas manos que necesito sentir hasta mi último aliento. Esas palabras que necesito escuchar. Ese pelo, esa carita, ese cuerpo que necesito acariciar. No te preocupes, tú bien sabías que yo siempre te iba a querer. Y sí, yo tampoco podía dejar de mirar mientras te fotografiaba en aquel paseo por el retiro. 

Eres luz, eres magia; astral. Desde allá donde estés. 

R&E

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