God knows I tried

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Nadie puede verlo, ni notarlo, solo yo. Solo yo lo siento dentro, solo yo siento la angustia en el pecho. Esa angustia desgarradora que no me hace ver más allá de nada. No puedo ponerme de pie, no puedo pensar con claridad porque no sé ni lo que pensar. Solo me sale llorar. Llorar lágrimas ahogadas, me duele al respirar, ya casi no puedo hacerlo. Nadie lo ve, nadie lo nota. Nadie sabe lo que hay dentro porque nadie lo siente como yo. No miento al decir que es mejor así, si no estuviera. No puedo llevar más dolor conmigo, es mi propia cruz, una cruz que poco a poco he ido echándome encima sin saber ni porqué, ni cómo. ¿Nadie puede verlo? ¿Nadie puede sentirlo? Nadie dijo que esto fuera a ser fácil. Nadie dijo que se pusieran en mi camino. Yo no quiero moverme, no quiero tocar el suelo, no quiero mirar nada, ni si quiera hacia arriba para rezarla. No quiero, no puedo. Me desgarra. Me aprieta y me ahoga. Me estoy asfixiando poco a poco, pero... ¿cuándo veré el fin? Yo no veo el fin de nada. Solo veo una muerte continua y lenta. Un camino que me lleva hacia ninguna parte. Bien sabe Dios que yo lo intento. Que lo he intentado. Había visto un poco de luz en esta profunda cueva. Ahora vuelvo a no ver nada. Todos esos pasos dados... Han sido en vano, de nada han servido. Y nadie puede sacarme, nadie puede ayudarme. Nadie sabrá llevarlo porque no sé llevarlo ni yo. No puedo mirar, no puedo notar. Solo siento dolor. Un dolor inexplicable que me recorre desde la punta de los pies hasta el último pelo de mi cabeza. ¿Te piensas que es tan fácil? No lo es, para mí no lo es. No es algo que se me pase en un rato, no es algo que me vaya a durar unas horas. Es algo constante, es algo incansable que no se aleja de mí. Parece que le gusta vivir conmigo. Él se siente tan a gusto dentro de mí que yo no veo el fin para que se vaya lejos. Es una ansiedad perturbadora.
 Señor, ayúdame, no puedo más. No puedo, no puedo, no puedo, no puedo... No debo. 
Lo siento, abuela.

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