Superior

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Si estoy escribiendo esto es porque estoy míseramente destrozada.
Es que me estoy empezando a volver loca, y hoy no he parado de recordar todo lo que nos unía. La primera vez que tu mirada y las mías se fijaron como objetivo me olvidé del instante, aunque recuerdo que tu madre y mi padre se estaban saludando. Yo olí tu pelo nada más abrazarte y olí el verano y la primera juntos. Al día siguiente, fuimos a esa plaza, y estábamos ahí, tiradas en el suelo, hablando de cosas raras y escuchando canciones que mucho antes nos estremecían, pensando en cada día que pasaríamos juntas a partir de entonces.
Te conté lo que sabía, te hice feliz. Fui tu primer amor, pero no el último. Fuiste otro amor más, pero me marcaste más que ninguno. Y por la noche, súper ciegas, yo no sabía si besarte porque jamás antes había sentido algo así. Qué nervios tenía, y estábamos en la cama más grande de la casa, tú flipando y yo acojonada. Pero el impulso llegó y bueno, pasó.
Besos tontos, como los de siempre. Como los de la cocina, como los del salón, como los del baño, como los de la bañera, como los de Madrid o los del cine. Como los de Malasaña.

Como el último beso –que resultó no ser el último pero yo sentí que lo era porque supo a despedida-. Qué amargo momento, sabía a mojito, cigarros, y flores.
Te has enganchado de otra chaqueta, de otra mano, de otros dedos, de otros órganos.
Yo te di mi vida, y te amé hasta el último momento, porque en el último momento no supe amarte más.
Qué de fallos cometidos, qué de lecciones aprendidas a lo largo de los años contigo.

Viéndote casi 2 años seguidos, después algunas veces más y ya de enero a mayo acostumbrándome a ti otra vez. Y ahora, te veo, y no puedo. No puedo mirarte, se me revuelve el estómago, hasta con tu fotografía. Porque, el último día, llegaste a mi pueblo, más delgada, más blanca, más pelirroja, más salvaje, más hija de puta y yo no sabía mirarte, porque si lo hacía iba a volver a morirme. Voy a morir sola.

Te miré por la noche y caí con tus labios tontos y tus caricias que siempre me sacan de quicio porque siempre sacas lo peor de mí, para luego prohibirme lo prohibido que pensé que jamás me prohibirías.

Ahora estoy sola, porque te has cabreado por no sé qué mierdas de un concierto.
Aún espero, aún te espero, y creo que eso..., aún no estoy segura de si podré algún día dejar de hacerlo. Espero que vuelvas y me digas que no ibas a dejarme aquí por siempre, con pensamientos insanos, con complejos encima y con mucha mierda y guerra en la cabeza.

Me dedicabas líneas sin sentido, canciones que me hacían rabiar, cosas bonitas que cantábamos juntas en una cama tiradas, porque no necesitábamos más que un buen lugar donde fantasear y hacer cosas guarras.
Por el pasillo de tu casa.

Y no puedo evitarlo, me salen solas, necesito una pizca de cordura para saber no quererte más.
Y yo, que siempre he amado el amor, ahora me enseña lo que de verdad es amor. No sufro, eres tan tóxica que intoxicas mis lágrimas. Tú lo que eres es una zorra. Pero eras mí zorra, no la de ese que no sabe darte lo que solo yo sé que puedo darte.
Necesito dejar de llorar. Necesito dejar de escribir. Vaya domingo más estúpido de pensar en ti. Haces que dude de todo. No quiero ni comer, porque me cierras el hambre. Me distraes tanto, qué incomodo, de verdad. Ya no puedo escribir, porque no me inspiro.

¿Pensarás en mí? ¿Te importará no hablarme? Seguro que estás de rositas, tú nunca haces nada por volver, solo lo hiciste 2 veces... -2 de 75.463.211.834.635 veces.-

Me trago el orgullo por ti, moriría por ti. Y qué trágico todo, y vaya dramas estoy hecha.



Que no, que ya te dejo atrás. 


BlueMoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora