Luces

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Hipo

Caray. Espero que Mérida no haya visto lo de Astrid, o tendré problemas hoy.

Tengo frío. Me pregunto cómo estará ella; no tiene suéter y anda en shorts. ¿Qué le pasa? Estamos a mediados de octubre, y los fríos invernales comienzan a sentirse.

- Cierra tus ojos -le digo.

- ¿Por qué? -indaga, confundida.

- Solo hazlo -le digo, relajado-. Confía en mí.

Y lo cierra con suavidad. Le tomo la mano con cuidado, pero ella la separa con brusquedad. Parece asustada.

- Tranquila -le digo suavemente-. No te haré nada. Lo prometo.

Relaja su postura, y corresponde a mi mano. La aprieta ligeramente.

- Bien. Ahora sígueme. Y no abras los ojos.

Esto será asombroso. Caminamos un pequeño tramo de colina, atravesamos unos pequeños árboles y al fin, después de unos minutos de quejadera de Mérida, llegamos a donde quería.

- Ven -la tomo del hombro-. Siéntate. Hay una banca.

Se sienta, cuidadosamente, sin soltar mi mano. Pareciera que... Siente que me iré si la suelto.

Me siento junto a ella, un poco más junto de lo que tenía planeado, y me relajo.

- Puedes abrir los ojos -le digo.

Los abre lentamente, y veo cómo sus pupilas se dilatan. Esta asombrada.

Tantas luces frente a mí. Colores amarillos, cafés y naranjas. Gente por doquier, la rueda de la fortuna, los olores a comida y golosinas, todo. Todo es precioso... Y, con Mérida aquí, es aún más especial.

- ¿Qué dices? ¿Valió la pena?

- Definitivamente -responde, sin dejar de mirar las luces.

Sus rizos resaltan esta noche. Por alguna razón, los veo mas ondulados y finos, su cara la veo mas pequeña, y su nariz la noto más aguda de lo que recordaba. Sus ojos... Dioses. Sus ojos son de un azul penetrante.

- ¿Quieres irte? Creo que todavía t–

- No -me corta, sonriente-. Quiero quedarme un poco mas.

Asiento, mientras vuelvo mi vista hacia el frente. A lo alto de los edificios, puedo ver el puente que cruza la cuidad iluminado con luces blancas. El océano también brilla con intensidad.

Definitivamente esta noche es especial.

- Gracias por invitarme -me dice. Su comentario me toma por sorpresa.

- Gracias por acompañarme -respondo.

Y ambos nos quedamos así, juntos, sin decir palabra, contemplando las luces suaves y hermosas, mientras mi corazón y sentimientos comienzan a definirse, a amontonarse, y a querer dejarlo ir todo.

*****

- ¡Hipo! ¡Ven, ven! -me llama Mérida, emosionadísima-. ¡Mira ese juego!

SCHOOL DAYS [Mericcup/Jackunzel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora