Locos

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Un dolor agudo me recorre cada parte del cuerpo. ¿Qué acaba de pasar? Me duele mucho la cabeza. Abro los ojos y me encuentro con una chica pelirroja y de cabello alborotado, chino y muy muy rizado. Quizá color naranja o quizá rojo. Y unos ojos azules muy claros.

Tiene manchada la cara con pequeños puntos cafés. ¿Pecas?

- Hola -saluda-. ¿Cómo te sientes? Soy Mérida.

Mérida... ¿Por qué tengo la impresión de conocerla? ¿Por qué siento que sé quién es?

- ¿Tienes hambre?

No respondo. ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? Intento moverme y siento que algo aprisiona mis manos y piernas. No puedo moverme.

- Tranquilo -me dice con voz suave-. No te haré nada.

Eso no me calma. ¿Quién es ella? ¡¿Y qué hago yo aquí?! ¿Qué es este lugar? Esto es una habitación. Siento que ya he estado aquí antes... Pero no recuerdo nada. ¿Qué está pasando? ¿Quién soy? ¡Quiero salir de aquí!

- Oye, oye -me dice la chica-. Cálmate. Está todo bien.

No lo está. ¡Claro que no lo está!

- Quiero salir de aquí -exijo-. Ahora.

Se acerca a mí y me altero más, al grado de mover incluso la cama un poco. ¡Quiero irme de este lugar! Se detiene en cuanto ve mi expresión, y retrocede apenas un poco.

- Lo siento, lo siento -se disculpa, tratando de calmarme-. Mira, estás asustado, como yo, pero...

Se acerca a una de mis piernas y la desata de la cama. Siento cómo la sangre me recorre todo el cuerpo hasta llegar al cerebro. Se siente bien.

- No te haré nada -me dice, lento-. Si prometes lo mismo.

La miro. ¿Será de confiar? Algo me dice que sí... Incluso aunque no recuerde nada. Ni lo más mínimo.

Asiento con la cabeza, y la chica termina desatándome ambas manos. Quedan libres, y yo me sobo las muñecas, que creo se entumieron.

- ¿Te duele algo? -pregunta, mientras me incorporo.

- No... -la cabeza y varias partes de mi cuerpo.

- ¿Necesitas algo? -parece amable.

Se me pierde la mirada en la ventana, que está entreabierta y entra un aire bastante refrescante y agradable, con aroma a bosque. A pinos y a flores.

- ¿Qué sucede? -pregunto de repente-. ¿Qué pasó? ¿Cómo llegué aquí?

- Saliste de la nada -me explica, ofreciéndome una taza con un líquido caliente. ¿Será té?-. Te... Recogimos en el camino.

Inhalo suavemente el aroma del vapor que sale, y aprecio un ligero aroma a hierbas y a miel. Estas hierbas las he olido antes. Tomo un sorbo, y siento una tremenda satisfacción dentro de mi cuerpo.

- Qué tontería -digo, un poco molesto-. ¿Simplemente me recogieron y ya?

- Digamos que, saliste de la nada -se sienta en su silla y cierra las cortinas. Entonces me percato que no hay paredes, sino vidrios.

¿Salir de la nada? ¿De dónde salí realmente? ¿Será cierto todo lo que está chica está diciéndome? En serio... ¿Puedo confiar en ella? No puedo dejar de sentir que la conozco.

Me duele mucho el cuerpo.

- ¿Cómo... Te hiciste esas heridas? -pregunta.

- No lo sé -respondo-. No lo recuerdo.

- ¿Y... Tu pierna...?

La miro. Sé que un día desperté sin ella, pero, la verdad, no recuerdo cómo ni qué pasó. Pero aún así, me molesta. No recuerdo mucho.

- No lo sé...

Me acomodo en una posición más cómoda, y por un momento observo en su postura tiesa, una especie de desconfianza hacia mí. Creo que sentimos lo mismo.

- ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?

- ¿Por qué haces tanta pregunta? -suelto.

- Me intrigas un poco -admite, encogiéndose de hombros.

- No sé quién soy -respondo al cabo de un rato-. Ni qué soy, ni qué hago aquí ni nada.

Se queda callada. Quizá no esperaba esa respuesta, pero sabe bien que no miento.

- Soy como un libro sin letras ni contenido -termino el té y me pongo de pie. No soy tan débil como parezco-. No hay nada, así que no intentes leerme.

- No haré eso -se pone de pie, me toma del hombro y me aplasta contra la cama. Ella tampoco es tan débil como se ve-. Nadie hará eso.

Toma una especie de ropa que tiene cerca y me la lanza al regazo.

- Te prometo que estás a salvo.

*****

Bajo las escaleras medio corriendo. No sé cómo, pero he tomado práctica en caminar, correr o hacer cualquier otra cosa con solo una pierna. Pero no sé cómo le hago. Es como si hacerlo estuviera en mis venas, o algo así.

Lo primero que veo, es a dos chicos sentados en una mesa comiendo y platicando. Creo haber visto al sujeto en otro lado, pero, no recuerdo dónde.

Se quedan callados en cuanto se percatan de mi existencia. Me miran, como, asombrados.

- ¿Hola? -saludo, y continúo bajando las escaleras, yendo hacia la salida.

- Uhm, hola -saluda cortés mente el chico-. ¿Cómo te sientes? ¿Ya mejor?

Me vuelvo a ellos antes de salir por la puerta. Huele a... Algo muy rico. Camino a ellos para observar de dónde viene tan delicioso aroma, y cuando hubico qué es, voy a la cocina y tomo una cajita.

- ¿Tienes hambre? -pregunta la chica rubia, pero para entonces ya estoy cruzando la mitad del lugar-. Si quieres puedes...

Salgo por la puerta y la cierro antes de que digan otra cosa. O llamen a la policía.

Por alguna razón, tengo ganas de quedarme sentado en un lugar fijo dentro de la casa y mirarlos comer.

*****

Lo que resta de la noche, intentó concentrarme en lo que ha pasado. Me atropellaron, me recogieron, me cuidaron y vieron bien. Creo.

Pero... Tengo una prioridad.

Buscar a Mérida y a Hipo. A Mérida ya la conocí, y creo reconocerla, aunque no sé nada de ella. E Hipo... Ese sujeto. Presiento que tengo cuentas pendientes con él.

¿Y... No deberían estar juntos esos dos tipos?

Aún así, ¿quién soy yo para andar diciendo, haciendo o deshaciendo? Ni si quiera puedo acordarme de mi propio nombre. Ya se imaginarán...

SCHOOL DAYS [Mericcup/Jackunzel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora