Tarde Suave

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Mérida

Bien; desde que Jack comenzó a salir con Elsa, no podemos dormir muy bien que digamos. Se la pasan hablando hasta tarde de puras cosas que me empalagan. Hipo y yo hablamos pero no tanto, y preferimos hacerlo en persona. Por si fuera poco, los padres quieren venir a cerciorares de que sus niños están bien. O séase que vendrá mi madre... Yey. Y conocerá a Hipo. Súper yey. Y se quedará con nosotras... Más yey.

- ¡Elsa, cállate! -grito desde mi cuarto molesta-. ¡Ya duérmete!

- ¡Mérida, no grites! -escucho desde el otro lado del pasillo; Rapunzel-. ¡Son las dos de la mañana!

- ¡Cállense! ¡Intento hablar por teléfono!

- ¡Hey! -exclama Gogo a todo pulmón-. ¡Quiero dormir! ¡Cierren la boca!

- ¡Basta! ¡No griten! -regaña Anna desde su habitación.

- ¡Chicas, silencio, por favor! -Honey parece molesta.

Maldición. Yo tengo que ir mañana a entregar este trabajo, o si no perderé calificación y no puedo estar concentrada con todo este alboroto. Si es que alguno de nuestros vecinos nos escucha, llamarán a la policía.

- ¡Ahhhhh! -gritó con desesperación-. ¡Ya cállense todas!

- ¡Solo dejen de gritar, maldita sea! ¡Mañana tenemos escuela!

Todas ya estamos bien despiertas y molestas unas con otras. Coño. Y yo que quería dormir tranquila...

- ¡Elsa ya cállate y deja dormir! -creo que esa fue Anna.

- ¡Anna, silencio! -grita Elsa-. ¡Estoy al teléfono!

- ¡Cuélgale ya! -exclama Rapunzel-. ¡Caray, ya es noche!

- ¡Ahhhh! -gritamos Gogo y yo al unísono-. ¡Ya bastaaaaaa!

Y por lo que resta de la noche, no dejamos de gritarnos a través de nuestra habitaciones...

*****

- Oye, ¿estás bien? -me pregunta Hipo mientras me escudriña la cara-. Luces terrible.

- Larga historia -digo entre un bostezo-. ¿Y tú? ¿Acabaste tu proyecto?

- Desde hace como dos días -responde mientras se incorpora y se sienta en su lugar.

Cierto. Lo había olvidado. Hace tres noches que no duermo, y con la de ayer, en serio que me dio una larga y pesada fatiga. Gogo, Honey y Anna están igual que yo. Creo que hasta tengo ojeras y mi cabello esponjado. Soy un desastre.

- ¿Vendrás conmigo después de clases? -pregunta con un susurro.

- Depende...

- Te voy a invitar a que descanses -me dice con voz suave mientras me guiña un ojo.

- Está bien -respondo un tanto inexpresiva.

Quisiera responderle de otro modo pero no puedo; el cansancio me hace estar un poco de mal humor y no querer ver ni estar con nadie. Mucho menos estar presente en una tonta clase que dura dos horas. La primer hora pasa más rápido de lo que creo, y cuando el señor G. comienza a sacar de su maletín unos papeles, Hipo aprovecha la oportunidad para hablarme.

- Hey -susurra mientras me extiende la mano-. Toma.

Cuando toco su mano siento una agradable sensación caliente, que me a hecho estremecer por dentro. Tengo mis manos heladas, y él tibias como si las hubiera calentado a propósito para mí. Lo recibo y veo que es un pequeño dulce de miel.

- Te hará sentir mejor -explica y me guiña un ojo.

Una punzada de algo me recorre toda la espalda, haciéndome despertar un poco. Creo que mi única cura es Hipo...

- Gracias...

- No hay de qué -responde, y se vuelve al frente.

Este tonto me encanta. Tengo miedo, pero sé que sabré qué hacer cuando llegue el momento que tanto temo. Sé que todo estará bien entre él y yo... Aún después de que sepa mi secreto...

*****

Por la tarde, Hipo y yo damos un paseo con su motocicleta por el muelle. Se lo he pedido... Simplemente es de vista, pues no podemos bajarnos a caminar ya que me duele una pierna terriblemente y no sé por qué. Este frío ya se quedará así por lo que resta del mes, y me preocupa un poco que se pondrá peor en Enero. No seré capaz de aguantar.

- ¿Estás bien? -pregunta.

- Sí -respondo un poco alto para que me escuche.

Parece preocupado, ligeramente nervioso de que algo me pueda pasar, pero, estoy bien. Aunque no puedo evitar no sentirme como él. El sol está casi oculto detrás de los edificios, el puente brilla con intensidad y el mar parece tranquilo y relajado. Las personas vienen y van por todos lados, suben y bajan, comen y compran. Prácticamente se están preparando para la Navidad... Que es más o menos en tres semanas. Veo del otro lado de la calle una tienda con el 10% de descuento en todos los zapatos, y me hace acordarme de algo... ¡Mierda! ¡Los regalos!

- Casi llegamos al final -me avisa.

- Está bien -respondo.

Me aferro ligeramente más a su cintura, percatándome de lo pequeña y perfecta que es, sintiendo una sensación verdaderamente agradable. Puedo ver el final de la calle un poco más adelante de nosotros. Quiero bajarme y caminar un poco en la arena... Pero no podré por ahora. Cuando llegamos a su casa, y apaga la motocicleta, me ayudas a bajar, ofreciéndome una mano. Camina junto a mí con paciencia y delicadeza, como si pierna fuese a romperse en cualquier momento. Al abrir la puerta lo primero que siento al llegar es el delicioso aroma del té que le enseñé a preparar. Me ayuda a acomodarme el en el sillón de la sala, enciende el televisor y busca entre todos los canales algo que pueda entretenerme, luego va por una cobija y me la pone en los hombros para entrar en calor. El sillón es tan ancho que creo que cabe otra yo y media aquí. A los tres minutos tengo los hombros calientes y tibios...

- ¿Necesitas algo? -pregunta mientras me acomoda los cojines un poco.

Odio que la gente me atienda, que se preocupe por mí y que me hagan todo como si yo no pudiera hacer nada, pero, por alguna razón, ahora lo necesito un poco, y, de cierto modo, es lindo que Hipo me atienda.

- Que... Te acuestes junto a mí...

Me ruborizo al instante, pero es cierto; me está entrando el sueño y quiero dormirme junto a Hipo para compartir un poco el calor. Asiente con una sonrisa y con el rostro relajado mientas se acomoda junto a mí y nos acostamos. Tengo toda su parte delantera pegada a toda mi parte trasera. Me siento terriblemente incómoda, pero me gusta... Me envuelve con sus brazos y aferra su cuerpo al mío. Me doy cuenta de que ahora él tiene las manos frías y yo tibias, pero no dice nada, ni yo tampoco. Estoy en serio cómoda.

- Estas temblando -susurra.

- Lo siento -digo mientras intento controlarme.

Junta sus piernas más a las mías, y con el calor que ambos emanamos, poco a poco a poco comienzo a quedarme profundamente dormida. Y de vez en cuando abro los ojos para percatarme de que no estoy soñando, porque estar abrazada a Hipo, es un sueño que quería que se hiciera realidad a toda costa.

Y ahora lo estoy viviendo...

SCHOOL DAYS [Mericcup/Jackunzel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora