Algo nuevo

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Hipo

- ¿Qu—

No puedo creérmelo. ¿Mérida solo... Acaba de... Besarme...? Eso no tiene ningún sentido... A menos que...

- Lo siento -se separa de mí unos centímetros-. No debí haber hecho eso.

Agacha la cara, roja como una cereza y no me dice nada. Su voz suena tan débil que estoy seguro de que no tarda en caer... Y no quiero eso.

- Hey -digo dulcemente-. Está bien. Está demasiado bien...

Levanta la vista, y con la mirada llena de ilusión y los ojos llenos de lágrimas me sonríe, como si le hubiera dicho algo verdaderamente halagante. Me corresponde con la sonrisa y, le tomo el rostro con mis manos, mientras acaricio su mejilla con mi pulgar.

- De hecho... -me acerco a ella relajando mi rostro, y mi cuerpo-. Estuvo más que asombroso.

Acerco mis labios a los de ella mientras siento su aliento en mi cuello, provocándome una sensación que me pone la piel de gallina y a mi corazón a mil por hora.

Así que solo la beso, pero no dura mucho porque en eso, cae desmayada entre mis brazos...

*****

Varios alumnos y maestros están en la enfermería, pero amigos míos están aquí en el hospital conmigo, y hay otros que están internados, como Mérida y Jack.

- Hipo -me llama Astrid-. ¿Podemos hablar?

Asiento, y camino a ella.

- Lo siento -dice-. Sé que te hice pasar un mal rato aquel día.

- Descuida -sé bien a cuál se refiere-, no hay problema.

- ¿Amigos? -me extiende la mano con una sonrisa un poco avergonzada.

La miro a los ojos; es cierto que Astrid me proporcionó demasiados buenos recuerdos, y que no olvidaré lo que hicimos y pasamos juntos, pero, me encanta la idea de que continuemos siendo amigos. Es perfecto.

- Amigos -sonrío y estrecho su mano.

Parece aliviada, y por una ultima vez, siento su suave piel rozando la mía, antes de que desaparezca de mi vida por un rato.

Cuando se va, lo primero que hago es ir al cuarto de Mérida, donde lo único que hago es sentarme en una silla y contemplarla fijamente hasta quedarme dormido. Llevo haciendo eso tres días, esperando que abra los ojos para poder abrazarla con muchas fuerzas.

- Buenas noches, señora Dunbroch -saludo a su madre cordialmente.

- Buenas noches -responde mientras se incorpora.

Tiene puesta la misma ropa de ayer, y las ojeras en su rostro claramente demuestran la preocupación hacia su hija.

- ¿Te fue bien? -pregunta, acariciando el cabello de Mérida.

- Usted puede ir a descansar -digo, un poco firme-. Yo me quedaré con ella. Duerma un poco y, coma algo.

Me mira, con la mirada inexpresiva, sin demostrar sentimiento alguno... Solo, una mirada vacía.

SCHOOL DAYS [Mericcup/Jackunzel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora