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Mérida

No puedo concentrarme en casi nada de lo que hago o intento hacer. Me pongo a pensar en todo a la vez y me quedo totalmente bloqueada. ¡No sé qué hacer! Mañana tengo examen, y el próximo viernes también. Solo quedan 12 días de escuela, e Hipo aún no aparece. Ni Kristoff.

Aquella vez que Jack me llamó, no encontré ningún indicio o alguna pista que me guiara a ellos. Chimuelo maullaba mucho, pero Jack lo encerró en el cuarto de Hipo para que no nos estorbara mucho.

No encontré nada. Pero hoy lo volveré a intentar...

Terminando de bañarme, me pongo una suradera y me dejo el cabello suelto. Está lloviendo, y llevo rato escuchando golpes dentro la casa; ha de ser una vieja madera golpeando algo, porque es así como se escucha: golpes secos y huecos. Madera contra madera. Y por más que intento buscar el sonido proveniente, no puedo dar con él. Salgo de la casa y me voy trotando. Me gusta sentir el agua en mi cara.

No dejo de darle vueltas al asunto. ¿Por qué desaparecerían? ¿Adónde irían? Llevan casi dos días así, y, ni si quiera el teléfono contestan. Me estoy olvidando de algo importante; una respuesta crucial. Apenas doblo la esquina, me topo con patrullas de policías alrededor de la casa. Me apresuro, viendo por un costado de la cuesta de la colina la ciudad, tan hermosa y brillante como siempre, pese al clima lluvioso.

- Alto, no puede pasar -dice un oficial, deteniéndome.

- Soy amiga de los que viven aquí -explico-. Necesito entrar.

- No puede -me toma del brazo con fuerza.

- Yo puedo ayudar -digo, un poco a la defensiva-. Suélteme.

- Está bien -dice Valka, por un lado mío-. Déjela entrar.

Le lanzo una mirada iracunda al oficial y de un jalón le arrebato mi brazo. Camino hacia ella, con cuidado. Trae un paraguas y botas altas, impermeables. Se ve preocupada.

- Hola -digo, dándole un beso en la mejilla.

- Mérida, qué gusto verte -me abraza con cuidado-. Ven, pasa. Te mojarás.

Entro a la casa y la veo más o menos llena de policías, inspeccionando cada rincón de la casa. Miro a Valka, y a mi madre saliendo por un costado de ella.

- ¿Mamá? -exclamo sorprendida, pero disimulo al instante-. Creí que estabas con la tía Imelda.

- Estaba -dice indiferente, sin mirarme-. Vine en cuanto supe -me mira con cuidado y me lanza una mirada seria-. ¿Sabias algo?

- Claro que no -miento. Pero lo hago bien-. Acabo de llegar, ¿no viste?

Se queda mirándome unos segundos, escudriñando mi mirada. Ya sé cómo mentirle a mi madre, y a Hipo, y a todos. Uno de mis más grandes dones; sé engañar fácilmente a las personas.

- Bien -me dice, apartando la mirada y continuando con su inspección de ojeada a la casa-. Regresa a la casa. Y abrígate bien. Prepárame un té, ya sabes cómo.

Odio que me den ordenes personas como mi madre; que se creen la realeza o algo así. Esto es el siglo XI.

- Subiré al baño rápido -digo-. Saldré por la puerta de la cocina.

SCHOOL DAYS [Mericcup/Jackunzel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora