Capítulo 3

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-Lo siento, pero eso no se va a poder hacer...

-¡¿Qué?!

-Cálmate, Olivia.

-Solo quiero que me traigan a la niña, punto.

-Y yo le estoy diciendo que no puede ser, señorita White.

-¿Y cuándo podría ser? –Preguntó Dylan fulminándome con la mirada.

-Como dije, un día de esta semana pasará una asistenta social por vuestra casa.

-¡Esto es increíble! –Dije alterada. –¿Cómo se yo que esa asistenta pasará?

-Tendrá que hacerlo. Tiene que confirmar que todo lo que ustedes dicen es verdad.

-Bien, entonces... No deje que se lleven a Elyssa.

-No le prometo nada, pero lo intentaré. –La mujer le sonrió de manera coqueta a Dylan haciendo que mi enfado creciera aún más.

-Nos vamos. –Me levanté de la silla agarrando la mano de Dylan para levantarlo a él conmigo. –Gracias por nada. –Tiré de su brazo para salir del despacho y definitivamente del orfanato.

-Hey, espera... –Dylan soltó mi mano frunciendo el ceño. –¿Se puede saber a qué vino todo eso?

-¿Eso el qué?

-Agarrarme de la mano para salir.

-Se supone que somos pareja. –Dije abrazándome a mI misma para darme calor mientras que él comenzaba a reír dejándome confundida.

-Estás celosa.

-¿Qué? No. –Fruncí el ceño. –Tendría que estar loca para fijarme en alguien como tú.

-Estás lo suficientemente loca para fijarte en alguien como yo, cariño.

-¡Ay! Eres odioso. –Dije caminando hacia el coche seguida por él.

-Algún día lo confesarás.

-En tus sueños. –Dylan le quitó el seguro al coche y enseguida me senté en el asiento del copiloto. Al segundo entró él para mirarme sonriendo.

-No te gustaría saber lo que pasa en mis sueños...

-¡Pervertido! –Comenzó a reír mientras arrancaba el coche para poner rumbo a su casa.

-Sabes que tendrás que dormir conmigo, ¿no?

-¿Perdona?

-Si somos novios, lo normal sería dormir en la misma cama...

-Pero no somos novios.

-Claro, ahora no somos novios. –Dijo rodando los ojos. –No hay quien te entienda.

-¡A ti sí que no hay quien te entienda! –Grité alterada antes de bajarme del coche al llegar a casa. –Estaré en mi habitación.

-¿No vas a cenar?

-No tengo hambre. –Dije antes de subir las escaleras ignorando a Dylan que se acercaba a Anna, la ama de llaves.

Entré a mi habitación encontrándome con Charlotte acurrucada en la cama.

-Hola, pequeña. Ya volví. –Charlotte maulló levantando la cabeza. –Se supone que la bebé viene un día de esta semana, Charl. La mujercita de allí me cayó como una patada... -La acaricié por un tiempo indeterminado antes de entrar al baño que había en la habitación para darme una relajante ducha.

¿Me adoptas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora