Capítulo 43

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~30 DE MARZO~


-¿Por qué... ¿Por qué me duele tanto la cabeza? –Salí del baño viendo a Dylan masajeándose las sienes. –Me va a estallar...

-Nadie te mandó a beber tanto.

-¿Beber? Yo no... –Hizo una mueca de dolor como si los recuerdos de la noche anterior hubieran llegado a su cabeza en forma de misiles. –Dios, que estúpido... Lo siento... –Me senté a su lado mirándolo con tristeza.

-¿De verdad piensas eso de mí? ¿Y qué tengo que operarme?

-¿Qué?

-Los niños y los borrachos son los únicos que dicen la verdad. –Me miró confundido antes de hacer otra mueca de dolor.

-Dios, yo... Nunca quise decirte eso, Olivia. Me gustas tal y como eres.

-¿Sí? Porque anoche no dijiste lo mismo. –Me levanté de la cama para salir de la habitación oyendo sus pasos seguirme.

-Oye, Livvy...

-No quiero oír más explicaciones, Dylan. Que sea la última vez que llegas borracho a casa, donde, por si no lo recuerdas tampoco, vive tu hija de cinco años. ¿Te queda claro? –Sin dejar que respondiera, salí de casa para echar a correr calle abajo. No lo había hecho ante un impulso, ya me había preparado al despertarme y desayunar para salir a hacer footing.

Troté y troté dando vueltas a la manzana encontrándome con muchos transeúntes que hacían su vida ajenos a todos y cada uno de los problemas que cada uno llevaba en vida.

Paré en un espacio amplio donde nadie pudiera chocar conmigo para marcar el número de Sean. Aún tenía que pasar por su casa para ir a visitar a Alain.

-¿Olivia?

-¿Sí? –Miré a la persona que se había detenido frente a mí a la vez que escuchaba la voz del chico por el móvil. –¿Olivia? ¿Estás ahí?

-Sí, pero tengo que colgar, Sean. Te llamo más tarde.

-¡No me lo puedo creer! –Gritó cuando colgué para venir a abrazarme. –¡Hacia tanto tiempo que no nos veíamos!

-Yo también me alegro de verte, Kimy... –Le sonreí al separarnos para mirarla mejor.

Kimberley era una de las chicas con la que me había escapado de aquel internado. Por aquel entonces, ella tendría unos diecisiete años y para nada se parecía a la mujer que tenía delante de mí en este preciso instante.

-Vaya, vaya... Estás guapísima. No hay rastro por ningún lado de aquella chiquilla rarita...

-Mmm... Tú también estás muy bien. –Me limité a decir no queriendo que el ambiente se caldeara. –Fue un gusto volver a verte, pero ya tengo que...

-¿Ya te vas? ¡Vamos a tomarnos algo y así nos ponemos al día de nuestras vidas!

-No creo que...

-Solo es un café, Olivia. –La miré dubitativa por unos segundos antes de asentir. ¿Qué habría de malo en ello?

Nos sentamos en la terraza de la cafetería que hacia esquina y en cuanto la camarera nos trajo nuestros pedidos, Kim comenzó a hablar de nuevo.

-¿Y bien? ¿Cómo te ha ido la vida?

-Podemos decir que bien, incluso mejor de lo que me había imaginado...

¿Me adoptas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora