Capítulo 30

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OLIVIA


Después de que Dylan me dejara sola en la habitación, decidí que lo mejor sería dormir un rato para no pensar en la desgracia que estaba a punto de cometer. ¿En qué diablos estaba pensando para hacer algo como eso?

Suspirando, me levanté de la cama para ir al baño sin ni siquiera molestarme a mirar si estaba sola o si Dylan y Johan seguían en la casa. Me di una buena ducha antes de vestirme, peinarme y salir del baño en busca de alguno de los dos chicos.

-¿Johan? –Pregunté al descubrirlo dormido sobre el sillón como un autentico angelito. No había rastro de Dylan por ningún lado, por lo que supuse que se había ido o...

El timbre de la puerta sonó sacándome de mis pensamientos. ¿Quién sería ahora? ¿Dylan? ¿Pero a donde había ido?

-Hmm... ¿Está Dylan? –Preguntó un chico bastante alto dejándome confundida.

-No... –Murmuré. –¿Quién...

-¿Eres Olivia?

-Sí...

-¡Oh! ¡Qué gusto conocerte! –Me abrazó con total libertad dejándome paralizada. –Soy Marc, un amigo de Dylan.

-Lo siento, pero no sabía que...

-Con que ese capullo no te ha hablado de mí, ¿eh? Deja que lo coja... –Murmuró más para sí mismo que para mí antes de sonreírme. –Bueno, Dylan me pidió que fuera a por tu coche al acantilado. Así que ten. –Me dio las llaves de mi coche que ni siquiera sabía que se habían quedado allí a merced de cualquier persona. –Suerte que entre semana no suele pasar nadie por allí, sino, te hubieras quedado sin coche.

-Supongo que gracias... –Asintió para mirarme de arriba abajo sin ningún descaro. ¿Pero qué hacía?

-Ese capullo tuvo suerte. –Me sonrojé al instante dándome cuenta que no lo había invitado a entrar.

-¿Quieres pasar a esperarlo?

-¿Puedo?

-Sí. –Me hice a un lado dejándolo entrar. –No te invito a sentarnos en el salón porque un amigo duerme allí, pero vamos a la cocina.

-Está bien. –Lo oí reír por lo bajo cuando pasamos junto a Johan de camino a la cocina.

-¿Quieres algo para tomar?

-Agua estaría bien, gracias. –Asentí cogiendo la jarra que había sobre la encimera para llenarle un vaso del armario. –Gracias.

-Gracias a ti por ir a buscar mi coche.

-No te preocupes por eso. Además, así Dylan me debe un favor. –Reí por lo bajo. –

-¿Cómo llegaste al acantilado? Me refiero a que si dejaste tu coche allí...

-No, no. Fui en taxi y luego me vine en tu coche. –Asentí sentándome a su lado.

-Y... ¿Conoces a Dylan desde hace mucho?

-Sí, es amigo de mi hermano mayor.

-¿Sí? Nunca me ha hablado de ti... –Murmuré por lo bajo para que no me oyera.

-En cambio él de ti sí. –Lo miré sorprendida. ¿Me había escuchado?

-Yo...

¿Me adoptas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora