Capítulo 4

38.7K 2.9K 284
                                    


~7 DE JUNIO~


-Entonces sois novios desde hace un año. –Asentimos –Y a los seis meses usted se vino a vivir aquí, ¿por qué?

-Simplemente por comodidad. Es decir, ambos trabajamos en la misma empresa y así usamos solo un coche en vez de dos.

-Entiendo... -Murmuró la asistenta social apuntando en su tablilla. Sí, después de una semana y media, había aparecido la dichosa asistenta social. ¿Y con quien se quedará la niña cuando vayan a trabajar?

-Con Anna. Ella fue mi nana y ahora es el ama de llaves.

-¿Se encuentra en la casa?

-Sí, voy a buscarla.

-Perfecto. –Comentó la mujer volviendo a apuntar en la tablilla. Dylan se levantó soltando mi mano para dirigirse a la cocina. –Y bien, señorita White. ¿Por qué no se han casado?

Esa pregunta me cogió desprevenida. ¿Qué por qué no nos habíamos casado? Fácil, no somos nada.

-Pues... Porque Dylan dice que no hace falta tener un papel firmado para confirmar que nos queremos más.

-Oh. –Dijo enternecida mientras que yo le sonreía para que fuera más creíble. ¿En dónde diablos se había metido este hombre? ¿Y por qué...

-Aquí está.¡Aleluya!

-Buenas tardes. –Dijo Anna antes de sentarse en el sillón.

-Buenas tardes, enseguida hablaré con usted, señora Anna. –Se giró hacia nosotros. –¿Por qué decidieron hacerse cargo de esa bebé? ¿Es que no pueden tener hijos?

-Sí.

-No. –Dylan y yo nos miramos nerviosos por haber respondido a la vez y encima diferentes cosas. –La verdad es que... -Piensa, Olivia, piensa.Los espermatozoides de Dylan son un poco vagos y a veces no quieren hacer su función, sí...

-Amor...

-Lo siento, Dyl. Pero la señora aquí presente necesita saberlo. –Respondí intentando mantenerme seria para no reír. Iba a matarme.

-Si, por supuesto. –Dylan me fulminó con la mirada mientras que la mujer seguía apuntando. No sé qué tanto apuntaba ahí. Por lo que tengo entendido, ambos están económicamente bien, viven en una casa decente de un barrio decente y por lo que me han dejado ver, sois unas personas decentes. Ahora me gustaría hablar con Anna y ya terminaría con mi labor aquí.

Asentimos y las dos mujeres se levantaron del sillón para dirigirse a la cocina donde podían hablar a solas. Por suerte, ya le habíamos contado a Anna lo que tenía que decir en caso de que le preguntaran a ella también.

-¿Espermatozoides vagos? ¿En serio?

-Fue lo primero que se me vino a la mente. –Dije riendo mientras veía su cara de fastidio.

-Mis espermatozoides están completamente bien. Sanos y fuertes como yo.

-Oh, claro...

-¿No me crees? –Negué riendo. –Quizás deberías probarlos alguna vez... –Abrí los ojos como platos al oír tal proposición. –Ya no te hace tanta gracia, ¿eh?

-No seas estúpido.

-¿Estúpido yo? ¡Tú eres la que dice que mis...

-¿Pasa algo? –Ambos nos sobresaltamos al oír a la asistenta social.

-No, nada...

-Parecía que discutían.

-Es solo que a mi novio no le gusta que la gente sepa su pequeño problema... –Inconscientemente miré hacia cierta parte del cuerpo de Dylan para que la mujer me entendiera. –Pero él sabe que a mí eso no me preocupa, lo quiero igual. –Dejé un suave beso en su mejilla para sonreírle cuando me miró extrañado.

-Bueno, pues por lo que veo todo está en orden. Tendrán noticias mías y del orfanato dentro de unos días.

-¿Más días? –Pregunté elevando un poco el tono de voz sin darme cuenta. Dylan, que tenía mi mano agarrada, le dio un apretón para que me comportara. –Quiero decir, ¿no nos darán ya a la bebé?

-Todo va mediante papeles, señorita White.

-Lo sabemos y gracias. –Dylan la acompañó la hasta la puerta para despedirla. –Qué tenga buena tarde.

-¡Esto es desesperante! ¿Cómo que más días? –Dije una vez que había cerrado la puerta y se había girado hacia mí.

-Cálmate, Olivia. Al menos sabemos que a esa mujer le gustamos.

-Claro y mientras tanto, Elyssa está sola en ese orfanato. ¿Y si alguna familia la quiere adoptar?

-Estamos nosotros primero.

-A veces eso no funciona así, Dylan. –Suspiré sentándome nuevamente en el sillón.

-No seas boba. Ya verás como dentro de unos días tendremos a esa bebé riendo por aquí. –Se sentó a mi lado para pasar un brazo por mis hombros. –Siempre hay que ser positivo.

-Pues yo nunca lo soy. –Me encogí de hombros mientras que oía su risa. –¿Puedo volver a mi casa ya?

-Claro que... No. Aún no hemos acabado con esto. Además, creo que te vendrían bien unas cuantas cosquillas...

-¿Eh? –No me dio tiempo a reaccionar cuando ya tenía a Dylan sobre mí haciéndome cosquillas. Empecé a reír como una loca ignorando por completo el timbre que había sonado y el ruido de la puerta abriéndose. –¡Para, por favor! No... –Comencé a reír otra vez sintiendo el cosquilleo que producían sus manos en mi piel.

-Está bien, está bien. Te ves mucho más hermosa cuando te ríes. –Enseguida me sonrojé y aún más me puse colorada al ver a la asistenta social mirándonos divertida y nostálgica.

-No quise interrumpir, pero mi abrigo se quedó allí. –Señaló justo a mi lado y Dylan se incorporó para dárselo. –¿Saben? Mi marido también era como usted, señor Hoffman. Siempre me hacía cosquillas para que yo riera y no estuviera triste. –Se giró para marcharse, pero volvió a hablarnos. –Le aconsejo que aunque pasen los años, siga haciéndole cosquillas a su novia para que ella ría.

-Lo haré. –Prometió Dylan sonriéndome con una sonrisa verdadera y sincera que nunca antes le había visto.

Ahora sí, la mujer salió de la casa y enseguida Anna cerró la puerta para mirarnos con ternura.

-Ya sé que esto es una farsa, pero realmente parecen que están enamorados. –Mi cara cambió al oír eso. ¿Enamorada de Dylan? ¿Yo? ¿Estábamos locos o qué?

-Mejor me voy a mi habitación. Charlotte debe extrañarme... –Sin dejar que me contestaran, subí las escaleras casi corriendo para entrar en mi cuarto.

Qué situación más rara acababa de vivir.

¿Me adoptas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora