Capítulo 42

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~29 DE MARZO~


-¡Mami! ¡Escucha la canción!

-¿Qué?

-¡Es tu canción, mamá! –Fruncí el ceño.

-¿De qué canción hablas, Elyssa?

-¡La de la radio! ¡Dice tu nombre! –La niña se acercó al reproductor de música para subirle el volumen dejando que escuchara el estribillo de una canción que daban por la radio.

-Pues si que dice mi nombre, sí...

-¡Sí! –Volvió a gritar para seguir bailando al son de la música por todo el salón.

-Bueno... Te quedas un momento con Anna en lo que yo salgo, ¿vale? –La miré por un momento dubitativa viendo su cara de curiosidad. ¿Y si venia conmigo y ya está? No es como si fuera a hacer algo en lo que Ely no pudieras estar... –¿O prefieres venir conmigo?

-¡Contigo!

-Entonces sube a ponerte los zapatos. Te espero aquí. –Elyssa asintió antes de salir dando saltitos mientras que yo apagaba la radio para acomodar los cojines del sillón en lo que la esperaba.

Al llegar junto a mí ya preparada, le avisé a Anna de que saldríamos antes de poner rumbo hacia mi antigua casa.

-¿De quién es esta casa? –Preguntó nada más poner un pie en su interior mirando todo curiosa.

-Mía. –Frunció el ceño haciéndome reír.

-¿Desde cuándo tienes otra casa, mami?

-Desde siempre. ¿No te acuerdas? –Volvió a fruncir el ceño. –Antes de que papá y yo viviéramos juntos, vivía aquí. Mira, ven... –Caminé hasta la habitación que le pertenecía cuando era pequeña para encender la luz. –Este era tu cuarto, Ely.

-¿Mi habitación?

-Sí, ahora está algo sucia y descuidada, pero era habitación de pequeña y lo seguirá siendo mientras decida quedarme con ella. –Caminó hasta la cuna de madera que había en el medio de la estancia para mirar su interior.

-¡Mira! ¡Hay un muñeco! –Me acerqué encontrándome, efectivamente, con la tortuga de peluche que Lizzie le había regalado en uno de sus primeros cumpleaños.

-Ten, vamos a ponerle pilas nuevas. Con un poco de suerte seguirá haciendo sus funciones... –Volvimos al salón en busca de pilas nuevas que ponerle a la tortuga que Elyssa tenía entre las manos.

A pesar de que ya no viviéramos aquí, solía venir a menudo a recoger el posible correo que pudieran dejar en el buzón y limpiar un poco la casa mientras pensábamos si ponerla en alquiler o no.

-Ya está. –Apreté el muñeco provocando que de él saliera una fina voz diciendo: "Hola, amigo..."

-¡Habla!

-Sí, fue un regalo de la tía Lizzie.

-¿Sí? –Asentí antes de que ella se sentara en el suelo a jugar con su vieja-nueva amiga. Por mi parte, me dediqué a limpiar y airear la casa durante toda la tarde.


☼☼☼


-¡Papi! ¡Papi! –Gritó Elyssa nada más entrar en casa en busca de Dylan. –¿Papá? –Fruncí el ceño al ver que no había respuesta por parte del susodicho.

¿Me adoptas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora