¿Qué pasaría si una madrugada te encontraras con un bebé en la calle? ¿Y si ese bebé tiene una nota en la cual dice "adóptame"?
Olivia White era una chica de veintitrés años que adoraba a los animales y estaba totalmente en contra del maltrato anim...
-Gracias por aceptar mi invitación, Olivia. –Le sonreí tímidamente antes de llevarme el tenedor a la boca con el último trozo de lasaña. Sí, al día siguiente de la invitación, el señor Merk me había avisado sobre la reserva en un restaurante un tanto lujoso que había hecho para esa misma noche. Por lo que aquí estábamos ahora, terminando nuestra deliciosa cena a pesar de que muchos ganas de estar aquí con él no tenía. –Me gustaría conocerte mejor.
-¿En qué sentido? –Pregunté levantando una ceja un tanto sorprendida.
-En el buen sentido de la palabra, Olivia. –Sonrió divertido. –Me gustaría saber más de tu vida.
-Pues... –Me pasé la servilleta de tela por la boca pensando en que decir. ¿Le decía no lo de Dylan?–No tengo mucho que contar. Tampoco es que me guste hablar de mi vida privada...
-Oh, tranquila. Te contaré la mía entonces. –Apartó su plato vacío e hizo lo mismo con el mío. –Nací en un pequeño pueblo en las afueras de Francia y soy el tercero de cuatro hermanos.
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-¿Cómo acabaste aquí?
-La verdad... No lo sé. Primero estuve destinado en Rusia, pero luego me trasladaron a aquí...
"Tú y yo haciendo el amor, descolgando la luna..."
-Lo siento... –Murmuré sonrojándome mientras que mi móvil seguía sonando en el bolso. –Será solo un segundo. Hola...
-Hola, cariño.–Sonreí como tonta sin poder evitarlo. Ya sabía que era Dylan por el tono de llamada. –¿Cómo estás? ¿Qué haces?
-Estoy bien, y estoy cenando con... un amigo.
-¿Era hoy cuando quedabas con Alain?
-Sí... Lo siento.
-No, dije que controlaría mis celos y es lo que estoy haciendo.–Lo oí suspirar del otro lado de la línea haciéndome sentir mal, pero a la vez orgullosa por su reacción. –¿Cómo está Elyssa?
-Muy bien, te echa mucho de menos.
-Y yo a ella. Y a ti también. –Miré a Alain disimuladamente mientras que éste jugaba con la servilleta algo incómodo.
-Tengo que colgar...
-Está bien. Te quiero.
-Y yo. ¡Chao! –Guardé el móvil después de haber colgado para volver a mirar al señor Merk. –Lo siento...
