No podía sentirme más realizada en esos momentos, leí ese mensaje una y otra vez, me emocionaba tanto imaginarlo mientras lo escribía; en realidad sentía que todo esto era un sueño, del cual yo no quería despertar nunca.
Cerré mis ojos y me dormí con una gran sonrisa en mi rostro, y en mi corazón.
La luz de los rayos del sol hizo que despertara, me estiré un poco y me levanté visualizando cada parte de la habitación. Miré la hora en mi celular: Las diez y quince. Probablemente Mario ya estaba aquí y mi madre con él.
Me bañé y me cambié, algo cómodo como siempre, tomé mi bolso y salí de mi habitación, planeaba salir a dar un paseo y no lo sé, quizá realizar algunas compras.
Bajé las escaleras lentamente, visualizando cada parte de la casa hasta que las bajé por completo, pero no vi a nadie lo cual se me hacía raro, decidí ir a la biblioteca del hogar, porque ¡Sí! si teníamos una biblioteca, abrí la puerta lentamente provocando las miradas en mí, estaba Mario y mi madre sentados en el escritorio, había cuadernos, libros, lápices, etcétera.
—Buenos días ______. — Dijo mi madre, yo entré y cerré la puerta sin contestar aún.
—Buenos días—Sonreí. —Mamá, saldré a dar un paseo más tarde vuelvo—Hablaba y sentía la mirada de Mario en mí, lo miraba de reojo pero él a mí me miraba fijamente y no precisamente de pies a cabeza, si no a los ojos, lo cual era mi punto débil.
—Está bien— Sonrió mi madre. —No tardes, aquí te esperamos.
Yo simplemente salí, más contenta de lo que ya estaba, eso de percatar que Mario me mirara era fantástico, por fin lo que siempre soñé, por fin su mirada en mí. Caminaba por las calles de New York, esperando no perderme, era realmente grande, nada a comparación de sus fotografías en internet.
Tiendas por doquier y me dolía en lo más profundo de mi alma no poder tener el suficiente dinero como para acabar con todas ellas. Me detuve en una de mis favoritas: Dior.
—Disculpe señorita—Dije temerosa. —¿Podría decirme cuál es el precio de éste vestido?. La mujer sólo se rió y me miró.
—Mil quinientos dólares linda, no creo que te alcance—Me decía con una cara burlona, yo bufé y me largué de ahí completamente enojada, pero juraba que regresaría ahí por ese vestido y los zapatos del aparador. Lo juro.
Caminé durante aproximadamente una hora, después me agoté y llegué a comprar una limonada, de ahí me regresé a casa, me aburría mucho tener que salir yo sola.
Mientras caminaba a mi hogar observé un coche afuera de ésta, yo caminé más lento esperando que saliera alguien de ahí, pero nadie lo hizo.
Así que saqué mis llaves y comencé a acercarme a la puerta, cuando...
— ¡Oye! ¿Tú vives aquí? —Giré mi cabeza, al voltear simplemente quería morir.
—S... sí—Apenas pude decir.
—Genial, he tocado por mucho tiempo pero nadie abre, ¿Crees que Mario siga aquí? —Dijo metiendo las manos a sus bolsillos, yo sólo asentí como retrasada.
—Ah perdón, soy Juan Pablo—Extendió su brazo. Era obvio que yo sabía quién eras querido, no necesitabas presentaciones.
— _______ —Estreché mi mano con tanta dificultad, después de treinta segundos reaccioné.
— ¡Ah! Con que tú eres ______—Dijo como si hubiera hecho una especie de crimen. —¡Qué emocionante tenerte enfrente! —
— ¿Disculpa? ¿Te emocionas de tenerme enfrente? ¿Por qué? Yo soy la que casi convulsiona aquí.
—Larga historia, bueno ¿Me dejarás pasar? —Dijo con esa encantadora sonrisa que hacía que sus ojos se enchinaran.
Yo asentí de nuevo y abrí la puerta, dejándolo pasar, el visualizaba la casa tal cual.
—Mario saldrá en una media hora, si gustas sentarte y esperarlo— Dije lo más normal posible.
—Claro, yo lo espero aquí—Se sentó. — ¿Me acompañarás cierto? — Dijo con una cara seductora, bueno, cualquier cara que pusiera para mí era totalmente sexy, yo me senté temerosa frente a él, intentando que mi respiración volviera a su normalidad.
—Y dime ______... ¿Cuántos años tienes? — ¿Acaso Juanpa se estaba interesando en mí edad? ¡Dios dime que esto es un sueño!
—Diecisiete—Dije al instante.
—Hmmm, buena edad, y ¿Tienes novio? —Decía haciéndome una especie de entrevista.
—No, no tengo—Reí. — ¿Qué tramas? —Dije entre dientes.
—Eso es confidencial— Sonrió. —Quizá luego me agradezcas
—No te entiendo, enserio, explícame.
—Nop—Dijo soltando una carcajada, mis nervios ya se habían ido, ahora estaba totalmente normal supongo, era un buen momento para pedirle una fotografía, quizá ya no lo volvería a ver, pero mi vergüenza fue mayor... así que eso sólo pasó en mi imaginación.
Hubo un silencio sepulcral inundando el momento, de pronto oímos las voces más cerca y la puerta de la biblioteca se abría, ambos volteamos, salió mi mamá y después Mario cerrando la puerta, no quiero imaginar qué tanto le dijo mi madre que reía así. Mario volteó para donde estábamos con una sonrisa, hasta que vio a Juan Pablo.
— ¡Oh no! — Dijo borrando la sonrisa de su rostro.
— ¿Qué sucede compañero? —Dijo Juan Pablo con una sonrisa maligna.
—Juanpa—Suspiró Mario. — ¿Qué hiciste? No me digas que t...— Juanpa lo interrumpió.
—No, no—Rió. —Sólo quería ver el menú—Guiñó su ojo y Mario enarcó sus cejas.
—Estás loco amigo—Dijo Mario parándose enseguida de nosotros. Simplemente no podía pensar en dónde se había metido mi mamá, eso era lo que menos me importaba en esos momentos.
Mario se sentó junto a Juan Pablo, tenía a los dos frente a mí observándome, no sé si podía estar más nerviosa en esos momentos, a punto de colapsar.
—Así que tú eres la afortunada que le confesó a Mario que roncaba—Rió. —Me estaba comentando ayer y no dejaba de reír al acordarse de la escena ¡Hubieras visto sus mejillas! —Dijo Juan Pablo, Mario sólo le pegó un golpecito en el hombro.
—Es que, eso fue algo inhumano—Reí. —Lo disfruté, lo admito.
— ¿A Mario roncar? ¡Qué espantoso! —Dijo Juan Pablo haciéndome reír.
— ¡No! Claro que no, la parte en la que el cayó al piso.
—Déjame—Sacó la lengua Mario, era una expresión tan tierna en él que hacía que me embobara mirándolo y probablemente me quedara así un buen rato.
—Juanpa y a todo esto ¿Qué haces aquí? —Giró a verlo Mario, Juan Pablo sólo sonrió sin contestar, como si ellos hablaran con sus miradas. —Ah, entiendo—Dijo Mario contestando a la respuesta inexistente.
— ¿Querías a estar a solas con _______? —Dijo Juan Pablo haciendo que mis mejillas tomaran un color rojo y mis nervios aumentaran, más de lo que ya ¿Había escuchado bien?
Mario lo miró con sus ojos totalmente abiertos, al igual que yo. Un momento muy incómodo. El más incómodo de toda mi vida.
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Gracias por apoyarme en esta nueva novela de verdad y bueno estoy tratando de actualizar mas rápido y no dejarlas tanto tiempo sin capitulo espero les guste :)
¿A quien mas de los caballeros les gustaría ver en la novela?No olviden votar y comentar para que la siga.
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Un dulce amor - 'Mario Bautista'
Fanfiction"¿Qué podría contarles de mí? En realidad soy la definición de timidez y torpeza; no podría explicar mis intentos fallidos por ser alguien mejor. Me he aceptado tal cual soy... seria muy seria, pero solamente cuando no me interesa de qué están habl...