Capitulo 7. Sebastián.

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Mario realmente olvidó decirme a qué horas pasaría por mí. Traté de estar lista temprano para no hacerlo esperar.

Ahí estaba yo, sentada frente al televisor a las nueve de la mañana esperando tan siquiera una señal de vida de por parte de Mario, la cual fue en vano. Entonces tomé mi celular y decidí llamarlo, pero nunca me contestó, le marqué una, dos, tres veces... el teléfono sonaba, ¿Le habrá pasado algo? No quería ni siquiera imaginarlo.

Conforme pasaban los minutos yo moría de hambre, pero me esperaba... esperaba algo que nunca iba a ocurrir. Cuando pensaba que ya nada podía ser peor tocaron la puerta de la casa a lo cual yo reaccioné con locura, la única persona que imaginaba que pudiera ser ¿Adivinen quién era? Mario Alberto, pero no fue así.

Abrí la puerta con una enorme sonrisa en mis labios, la cual se borró al ver que no era quien yo esperaba, era un chico pelinegro y una sonrisa muy bonita, adornaba su cabeza con un gorro de esos que me volvían loca en un chico. Lo observé unos cuantos segundos esperando que dijera algo.

— ¡Hola! —Dijo con una encantadora sonrisa. —Creo que tú debes ser la nueva vecina—Hablaba con una facilidad y un encanto admirable.

—Sí... ¿Y tú eres? —Contesté.8

—Sebastián Villalobos—Dijo automáticamente. —Hmm sólo quería darte la bienvenida a ti y a tú familia... especialmente a ti—Dijo la última entre dientes.

—¡Gracias Sebastián! Eres la primera persona que lo hace—Reí.

—Ah y si se te ofrece algo, vivo en la casa de enseguida—La señaló. —Ahí estaré en caso de cualquier cosa—Me sonrió mostrándome su perfecta dentadura, mientras ponía su mano detrás de su nuca.

—Hmm ¿Quieres pasar? —Le ofrecí, ya que era un poco incómoda la situación.

—Otro día mejor, ahora tengo que irme—Decía con una sonrisita nerviosa. —Un gusto ________.

Se despidió de mí dándome un beso en la mejilla y se fue, por un momento me olvidé de Mario por completo. Cerré la puerta y la imagen de Mario regresó a mi mente, observé mi reloj... las doce del mediodía, era más que obvio que me había dejado plantada, bueno, tan siquiera hubiera avisado.

Me entristecí, subí a mi habitación con desánimo y me senté en mi cama pensando tantas cosas, había algo que me quedaba muy claro, Mario era una persona famosa que claro nunca voltearía a ver a alguien como yo, alguien tan "normal" teniendo tantas mujeres bellas tras de él.

Ahí pasé la mayoría del tiempo, poco después sentada en el balcón, donde había notado que justamente enfrente tenía el balcón de mi vecino, debe ser de Sebastián. En fin... ya eran aproximadamente las cinco de la tarde, entonces mi celular comenzó a sonar pero yo no lo contesté, dejé que sonara. Así pasó aproximadamente tres veces, hasta que me cansé de escucharlo y contesté sin siquiera mirar la pantalla.

— ¿¡Qué!? —Contesté algo enfadada.

— _______ hasta que contestas—Esa voz se me hacía familiar. —Quería pedirte disculpas, no pude pasar por ti hoy, estuve ocupado.

—No te preocupes... ya lo olvidé—Dije cortante queriendo colgar ése celular lo más antes posible.

—Lo repararé, ¿Mañana tienes planes?

—Sí—Mentí. —No puedo mañana... y quizá ningún día Mario, pero gracias por tu invitación—Colgué.

Me sentí mal por mi reacción, pero dentro de mí sentía algo de satisfacción.

Hundida en mis pensamientos mirando a la nada escuché un susurro... un sonido extraño, yo volteé a ver a todos lados pero no logré apreciar nada.

— ¡Ey! Aquí enfrente—Volteé, era Sebastián, mirándome desde su ventana/balcón, con una sonrisa en sus labios.

—Hola—Fingí una sonrisa, levantándome.

—Espera—Me dijo tomando vuelo y oh no me digan que estaba a punto de hacer eso que yo creía. Sebastián saltó desde su balcón y se abalanzó en un árbol que estaba frente al mío. Al poco tiempo estaba en mi balcón.

— ¡Eres un tonto! —Grité. —Te pudiste haber lastimado.

— ¿No todos los días un tonto te visita así eh? —Bromeó.

—Te has llevado el premio—Bufé. — ¿Sueles entrar por ventanas en vez de puertas? —Dije irónicamente, causando su risa.

—Ésta es la primera vez—Se sentó en una de las sillas que tenía ahí y yo hice lo mismo, un poco impresionada por la naturalidad con la que él actuaba. —Tengo días mirándote sentada aquí durante las noches, ¿es una especie de ritual? —Rió.

—No, no—Reí. —Suelo sentarme a pensar tonterías,

—Entiendo, entonces supongo que no eres la única.

Esa noche fue larga, me desvelé platicando con Sebastián, pude descubrir que era un gran chico y seríamos grandes amigos. Era interesante encontrar a alguien como yo, después de todo ni siquiera tenía un amigo desde que había llegado, era un buen comienzo.

Pasó una semana, una semana en la que procuraba no estar en mi casa cuando Mario llegaba, no quería entablar una conversación o que me fuera a hacer lo mismo, aunque haya sido una pequeñez.

(...)

Miércoles... era miércoles, ustedes saben qué ocurre ese día.

—Hija, ya deberías bajar, hace diez minutos que Mario llegó y yo tengo que irme—Dijo mi madre susurrando desde mi puerta, yo sólo la veía con cara de pocos amigos.

—Ya vete mamá, ahorita bajo—Gruñí. Mi mamá cerró mi puerta y se fue, yo tomé una bocanada de aire y esperé a que mi madre se fuera en el coche, para después bajar e ir hacia él.

Y así lo hice, cerré mi puerta con llave y bajé lentamente las escaleras, pero no vi a Mario por ningún lado; hasta que se me ocurrió buscar en la pequeña biblioteca, donde al abrir la puerta su mirada se fijó en mí.

Traía un pantalón color negro y una camiseta blanca... se veía bastante bien. Yo cerré la puerta y caminé hacia la mesa donde él estaba, dejé mis cosas sobre ella y él habló.

—Eso de 'evitarme' ha sido muy notorio en estos días—Dijo Mario. Entonces, si se había dado cuenta.

— ¿Por qué habría de evitarte? No le veo al caso—Contesté indiferente mientras me sentaba.

—Sigues enojada conmigo quizá... desde que me colgaste el teléfono, nunca estás, nunca contestas, no sabía que algo tan insignificante te fuera a molestar—Me contestaba, más como una 'disculpa' parecía que quería iniciar una pelea.

—Tú lo dijiste, es algo tan insignificante—Reí falsamente. —No debería enojarme por algo así, pero, yo también tengo una vida ¿Sabes?, perdona—Claro estaba que hablaba con sarcasmo.

—Entonces no derroches enojo linda—Decía con el ceño fruncido, fastidiado.

—Hmm, página quince lección dos—Abrí el libro cambiando rotundamente de tema.

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Hola espero les este gustando por que a mi me encanta compartirles cada capitulo. y por eso en cuanto lleguemos a 20 likes les estaré subiendo otro capitulo :)

No olviden votar y comentar para que la siga mas rápido :D

¿Les agrada la idea de la aparición del Villalobos en la novela? ¿ A quien mas les gustaría que incluyéramos?

Un dulce amor - 'Mario Bautista'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora