Capítulo 43 "Cannot deny, love that guy"

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—Eso ya no importa ahora—Suspiró. —Mírame, soy un asco sin ti, cuando te vi fue una impresión muy grande para mí... y en esa situación, besando a ése chico. ¿Es tu novio ahora?

—Chris... yo, no sé por qué lo besé— ¿Qué podía hacer ahora? ¿Salir corriendo o besarlo? Mario tenía razón en parte, o bueno, en todo pero, todo esto ya se había convertido en un drama muy grande.

—No me importa si lo besaste ¿Entiendes? ¡Quiero estar contigo! —Entrelazó sus manos con las mías y comenzó a susurrarme al oído. — ¿Tú quieres seguir conmigo? ¡Sólo dilo!

—Mario tengo mucho que procesar ahora, estoy confundida.

— ¿Ese es un no?

—Es un 'lo pensaré—Enseguida un coche se estacionó frente a nosotros, era extraño ya que estábamos en la parte de atrás del club, entonces, se bajó aquel chico de melena castaña. Traía unos lentes negros, y se paró frente a nosotros, quitándose sus lentes y examinándome con el rostro, su expresión, sus ojos, su piel pálida.

— ¿Un fantasma? —Me miró fijamente, yo reí. —Tienen que explicarme todo esto, ¡Estoy temblando! —Nos mostró su mano, la cual claramente temblaba.

— ¿Explicarte qué? —Dije yo.

—Dijeron que estabas muerta—Me tocó, su piel estaba helada. —Entonces, todo fue una confusión, ¡No comprendo! ¡Mario! —Lo miró desconcertado.

—Chicos, está bien ¡No morí! Todo fue un malentendido.

— ¡GENIAL! —Dijo Juanpa con un pequeño baile de cinco segundos. —Eso significa que Mario volverá a la normalidad y no tendremos que venir por día a recogerlo totalmente ebrio... ¡Adiós noches sin dormir! ¡Hola vida social! —Mario lo golpeó en el estómago, lo cual hizo que Juanpa guardara silencio, yo volteé a ver a Mario.

— ¿Es cierto eso? —Le dije, él sólo asintió.

—No quieres creerme—Dijo. —Juanpa acaba de decirlo todo.

—Okay, yo no quiero saber nada de nadie por ahora—Caminé de nuevo hacia la puerta para entrar al antro pero una frase de Juanpa hizo que me detuviera.

—Entonces, creo que tendremos que donar tu ropa a caridad—Retrocedí.

—Creo que, pensándolo bien, necesito que me devuelvan mi ropa—Me puse frente a ellos, Mario y Juanpa tan solo se les dibujó una sonrisa en sus rostros.

—Entonces no se diga más—Abrió la puerta del coche. —Suba señorita.

Sin importarme lo que pudiera ocurrir con Sebastián o Chris subí al coche, en la parte de atrás, Juanpa al volante y Mario copiloto.

El recorrido fue rápido, no había notado que vivían bastante cerca del lugar. Llegamos, pero había algo extraño ya que Juanpa no entró a la casa, se estacionó por fuera y miró a Mario haciéndole señas con los ojos. Yo miraba fijamente cada uno de sus movimientos. Mario bajó del coche y abrió mi puerta. Bajé.

—Bueno, los dejo, tengo asuntos pendientes—Juanpa encendió su coche y aceleró antes de que yo pudiera quejarme.

—Claro, Juanpa se fue—Bufé. Mario sólo sonrió y abrió la puerta para que yo pudiera entrar. Todo estaba tan silencioso, como si nadie estuviera en casa. — ¿Y la gente que vive aquí?

—Todos salen por las tardes—Dijo Mario mientras metía las manos en su bolsillo.

—Hmm, ¡Qué casualidad! —Dije sarcásticamente. —Entonces, estamos solos.

—Así es, y si es una casualidad ¿Qué iba a saber yo que te vería de nuevo? —Frunció el ceño.

—Está bien Mario, ahora ¡Dame mi ropa!

— ¿Tienes piernas y brazos no? Sube, tú sabes bien en donde se encuentra mi cuarto—Rió a carcajadas, era un estúpido después de todo, yo sólo gruñí y subí las escaleras con rabia. Observé de reojo como el perezoso Bautista se recostaba en el sillón.

Llegué a su cuarto, al abrir la puerta lentamente me llevé una gran sorpresa, estaba igual de impecable que la última vez que entré. Era un chico ordenado después de todo.

Justo al lado de la cama estaban mis dos maletas, las subí a ésta y las abrí, todo estaba como cuando lo empaqué, me sorprendía un poco que Mario no se hubiera puesto a esculcar entre mis cosas. Bah, a quien queremos engañar, ¡Claro que lo hizo!

Noté que mi cuadernillo en el que hacía apuntes estaba sobre el escritorio de Mario ¿Qué podría hacer ahí si estaba empacado? Bueno, no tenía nada de importancia o algún secreto que ocultar. Caminé hacia él y lo abrí, comencé a hojear y debajo de mi último apunte había otros que no eran míos, no era mi letra. Comencé a leer detenidamente.

"Cada día se hace más presente tu ausencia, yo no sé qu..."Alguien interrumpió mi lectura, volteé hacia atrás.

— ¿Qué haces? —Dijo Mario entrando al cuarto.

—N... nada—Tartamudeé. —Tomando lo que es mío.

—Ahora veo, y leyendo lo que es mío supongo.

—Algo así, escribiste en mis pertenencias, podría decirse que es mío—Sonreí.

—Me encanta tu sonrisa.

—Mario, no es momento.

— ¿Si no es ahora entonces cuando? —Decía, podía notar que 'disimuladamente' cerró la puerta de su cuarto con llave y luego se la guardó en el bolsillo.

— ¿Hay necesidad de encerrarnos? —Evadí el tema.

—Sólo así no saldrás huyendo de mí, como siempre lo haces—Dijo con un gesto que decía que hablaba enserio. Más que impactada estaba asustada. Mario se acercaba a mí y yo retrocedía, hasta llegar a un punto en el que estaba entre él y la pared, acorralada. Comenzó a acariciar mi mejilla, yo me mostraba indiferente, con mis manos sobre su pecho intentando que se alejara.

— ______, ______—Tarareó. — ¿Cuándo será el día en el que dejes de tenerme miedo? —Soltó una pequeña risita.

—No te tengo miedo—Dije firme.

—Claro que lo tienes, lo siento, estás tensa... sabes que hacerte daño nunca estará en mis planes, al contrario.

—Entonces aléjate, abre esa puerta y déjame ir.

—No. Ésta vez no te dejaré ir tan fácil ¿Sabes? ya no sé si puedo estar más enamorado de ti, te necesito.

—Las palabras se las lleva el viento, los hechos permanecen—Dejé salir a mi madre que llevo dentro con esa frase.

—Tú no me dejas demostrarte así que he optado por no hacerte caso.

— ¿A qué te refieres? — Mario no contestó, sólo rodeo mi cintura con una sola mano y con la otra me tomaba del mentón, era tan difícil resistirse cuando estaba en esa situación, Mario sabía cómo dominarme. Era bastante astuto en eso. Pero yo lo era más.

—No— Puse mis manos sobre su boca. —Estás ebrio, mañana de seguro olvidarás todo y seré como la chica que te baja la calentura.

—No lo estoy, estoy consciente y ¡Maldita sea! ¡Entiende! te quiero a ti, sólo a ti para siempre conmigo, ¿Cómo quieres que te lo diga? —Me gritó, yo me alejé de él pero él me tomaba del brazo con fuerza, tanta fuerza que me lastimaba.

—Suéltame—Me separé. —Aléjate de mí y déjame salir—Le dije parada sobre la cama para que no se acercara a mí.

— ¿Y si no qué?

—Te lanzaré esto—Tomé uno de mis perfumes que Mario tenía sobre su repisa.

—No te atreverías—Rió burlonamente lo cual hizo que me encendiera de rabia y le aventara con el frasco de cristal, el cual esquivó y golpeó en la pared. —Ahora sí... ¡Vas a ver! —Dijo subiéndose a la cama y yo bajé, entonces era prácticamente como si estuviera persiguiéndome por toda la habitación, hasta que quedé de nuevo en el mismo rincón acorralada que al principio.

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Un dulce amor - 'Mario Bautista'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora