¿Lo llevas todo?

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Narra María, la mejor amiga.

Por fin, hoy es el día, hoy la vida de Azahara, y, sobre todo, mi vida, vuelven a la normalidad. Se me saltan las lágrimas de alegría, Azahara ha cogido un par de kilos, está perfecta, aunque intento no decírselo para que no crea que se le nota.

Estoy tan contenta, muchísimo, hoy es uno de los mejores días que estoy viviendo este verano, ya no queda a penas nada para que se acabe y empezamos el bachillerato humanístico. Miedo me da, pero bueno.

Rosa ya ha bajado las bolsas de ropa grandes que había, solo eran dos, y ha traído el coche a la puerta porque Azahara no está como para caminar hasta el parking. Azahara lleva la radio en la mano, donde se ponía a Pablo.

Ay Pablo, cuánto me hubiera gustado despedirme de él... Qué lástima que ya no lo vaya a volver a ver más.

Azahara sale por la puerta mientras yo cojo la chaqueta del respaldo del sillón y ahí me quedo, embobada, mirando ese sillón, ese sillón desde donde lloré y sonreí, desde donde me atacó el peor insomnio del mundo y me eché una gran siesta cuando sabía que todo estaba bajo control, desde ese sillón vi como a Azahara le recorría por el cuerpo un escalofrío y como apretaba la mano de Killian en respuesta a lo bien que estaba cantando la canción. Su canción. Y de repente me despierta del sueño una voz que llega desde la puerta:

-María por fa, coje del cajón de la mesita una libreta que hay.

No la he escuchado del todo bien, pero buscando la mesita con la mirada veo que me dejaba las llaves encima de ella, así que me acerco, las cojo y salgo de ahí, del lugar donde he estado tanto tiempo con la cabezota que me llama desde la puerta.

- ¿Lo llevas todo?

-Sí.

Y salimos por la puerta de ese hospital, despidiéndonos de Borja y Raquel. 

OscuridadWhere stories live. Discover now