de mi vida.

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Narra Azahara, la protagonista.

Han pasado 17 minutos desde que Pablo le contestó el mensaje a María. Vamos despacio aunque mis pies me piden que corra, no queremos llegar mucho antes, bueno, no quiero yo. No quiero que piense que estoy desesperada por verlo, por si él no siente lo mismo. Me espero lo peor, una novia intrusa, que no pueda verle, que haya cambiado o que me odie. 

Empiezo a caminar rápido y miro el reloj una vez más, las agujas no se mueven. 

Son los veinte minutos más largos de mi vida. 

Por fin llego a la puerta, el vómito sube por mi garganta y yo solo quiero llorar o abrazarlo o las dos cosas a la vez. Nos topamos con Rafa, el segurata de Pablo. No puedo hablarle, solo sonreír. 

- ¿Sois Azahara y María? -Pregunta sonriendo mientras agarra un auricular que lleva en la oreja. 

- Sí. - Susurra María mientras yo asiento porque ni si quiera puedo respirar, así que hablar aún menos. 

- Vale guapas, pasad, Pablo firma a dos más y entra. -Dice mientras sonríe y nos acompaña indicándonos el camino con las manos. 

En mi barriga un montón de mariposas se están suicidando y la están liando porque no paro de sentir que voy a vomitar. María me abraza fuerte e intenta relajarme pero eso no es posible, no paro de chillar por dentro y por fuera estoy pálida. 

Entramos dentro, es un lavabo pero parece un camerino. Hay unas sillas, tres, y una mesa pequeñita, un armario pequeño una pica y un poco más retirado un par de lavabos. Una pared llena de espejos donde yo no paro de mirarme de arriba a abajo una y otra vez, triste pero feliz, nerviosa y contenta. Un cúmulo de emociones imposibles de explicar y mientras me acomodo mi loco pelo escucho una risa nerviosa al otro lado de la puerta. 

- Solo serán 15 minutitos, te lo prometo tío. - Es la voz de Pablo, como olvidarla, abro mucho los ojos y miro a María fijamente, dirijo la mirada a la puerta y veo como el pomo se baja, dos golpes nerviosos suenan en la puerta y una risa tímida a través de ella me avisa de que Pablo está a punto de entrar y yo me congelo como un helado. 

Me quedo quieta, en el sitio, sin poder moverme, ni respirar, mis piernas tiemblan pero yo sigo quieta, no puedo andar ni moverme y siento la mano sudada de María en mi codo, ordenándome a andar pero no lo hago, porque no puedo, porque me muero. 

Pablo entra y para mí los segundos se han convertido en horas, lo veo todo a paso lento, como si fuera una película, entra y suavemente cierra la puerta detrás de él, sonríe y me mira, sus ojos están llenos de lágrimas y mira a María con el rostro congelado buscando ayuda, yo necesito decirle que le quiero pero no puedo. Se acerca a María lentamente y noto su olor, de cerca, sigue oliendo a la misma colonia de siempre y por un momento recuerdo el maravilloso olor a Cádiz, a Pablo y a playa. María abraza a Pablo con fuerza y yo siento envidia por no poder hacerlo, sigo quieta mirándolo fijamente, ¿pero qué loca no lo miraría si lo tuviera delante? 

- Bueno, yo me voy a comprar ropa. Aza luego te llamo, estate atenta al móvil. Adiós, guapos.- Me aprieta el brazo, pidiéndome que me acerque a Pablo pero no puedo hacerlo a pesar de tenerlo justo delante, me da un beso en la frente y se aleja cerrando la puerta. Quiero gritarle que la odio, que no quiero que me deje sola, que no se vaya, que no me haga esto. Pero estaría mintiendo. Necesito esto. 

Pablo me mira y me agarra la mano, yo me giro hacia él, aún en shock, mis piernas tiemblan y él me besa la mano con delicadeza. Un escalofrío recorre su cuerpo, que está mucho más potenciado desde la última vez que lo ví, y noto como aprieta la mandíbula. 

- Siéntate. - Susurra nervioso y con la voz entrecortada mientras me acerca una silla y no me suelta la mano. 

- ¿Quieres agua? -Pregunta soltando mi mano para acercarse al armario pero le agarro más fuerte. 

- No me sueltes - consigo decir por fin y rompo a llorar con tanta fuerza que tengo miedo hasta de hacerme daño, Pablo rompe a llorar conmigo pero él se contiene un poco más y se lleva la mano a la frente mientras aprieta mi mano- no me sueltes nunca más. - Digo entre lágrimas con la voz entrecortada. 

Pablo me mira de arriba a abajo y yo dejo que las lágrimas caigan por mi mejilla y no dejo de mirarlo fijamente, el labio inferior se me curva hacia abajo y Pablo me agarra de la cintura y me sienta en su regazo. 

- Nunca más, cariño. - Susurra en mi oreja mientras me abraza fuerte y besa mi mejilla repetidamente. 

OscuridadWhere stories live. Discover now