Narra Azahara, la protagonista.
Al llevar diez minutos en coche Pablo empieza a pedirme patatas, cuando llegamos a nuestro destino ya no queda ni una patata de su paquete y cuando se lo recuerdo sonríe avergonzado mientras se encoge de hombros. Llegamos a la playa y aparcamos delante, no es la misma playa que antes, tiene otras vistas y no recuerdo las tiendas de alrededor, aún así quedo impresionada con todos los detalles y no puedo dejar de mirar a todas partes para no perderme ni un solo detalle.
- ¿Quieres ver tu sorpresa? -Pregunta mientras entrelaza mis dedos con los suyos. Un escalofrío recorre mi cuerpo, como si fuera la primera vez que lo viera otra vez, como si fuera una niña con un rey mago, y mis piernas vuelven a temblar mientras miro a mi chico barbita a los ojos. Él sonríe tímido a la vez que se muerde el labio inferior.
- Sí, claro, claro que sí- Balbuceo.
- No te voy a tapar los ojos porque la gente va a pensar que somos turistas tontos y aún hay algun carterista que nos roba, pero bueno, tú hazte la sorprendida. -Dice entre risas y yo le guiño el ojo afirmando con la cabeza.
Caminamos por enmedio de la playa cogidos de la mano y casi corriendo, esquivando pelotas, raquetas, toallas, sombrillas y alguna mano de algun despistado que se ha quedado dormido. Pasamos al lado de una família con dos niños pequeños y tienen puesto "Te he echado de menos" y los pequeños la cantan a viva voz, Pablo aprieta mi mano y sonríe mientras dirige la mirada a los niños para que yo los mire. Yo sonrío y por un momento me dan ganas de llorar y acercarme a cantar con esos pequeñitos. Qué curioso el destino que lo ha puesto aquí conmigo, cogiéndome de la mano, cuando cualquier otra se lo merece igual o incluso más que yo. La culpa se vuelve a apoderar de mí y cuando Pablo se gira para sonreírme y ver si le sigo yo sonrío débilmente, no me merezco esto, pero lo tengo que disfrutar, dure lo que dure.
Llegamos al pequeño puerto al este de la playa y empiezo a atar cabos para saber qué sorpresa es. Llegamos al final del puerto y yo me acerco a mirar el fondo del mar desde la plataforma, aunque me da un poco de miedo.
- Vale, aquí está tu sorpresa. Ahora consiste en que te quites el móvil del bolsillo para tirarte al agua. -Dice mientras hace el impulso de tirarme al agua y yo me agarro de su fuerte brazo que se hincha cuando me agarra por la cintura y con cara de susto me abrazo a él.
-No, ni hablar, ¿tú eres tonto? no, que no, que miedo, no eh.
-Que no, que no, mujer, que era broma. -Pero aún así no me suelta y sigue abrazándome fuerte.
Nos acercamos a una caseta que hay en el mismo puerto y Pablo me indica que me meta en una pequeña caseta que hay mientras me lanza la bolsa con los dos bikinis mientras él habla con el chico del puestecito.
- ¿Cuál me pongo? -Pregunto, pero Pablo no me contesta, así que me doy la vuelta y me meto en la caseta.
Cuando ya estoy con la parte inferior puesta poniéndome la parte de arriba del bikini Pablo entra en la caseta sin apenas abrir la puerta y me pregunto como ha conseguido deslizar su musculoso cuerpo por la rendija de la puerta. Yo pego un respingo y un gritito sofocado sale de mi garganta.
- Qué susto. Si casi no pasas por el huequito ese que has dejado en la puerta. -Ya no me importa tanto que esté cerca de mí cuando estoy semidesnuda, ya no me incomoda ni me agobia su mirada fija en cada uno de mis movimientos, pronto hasta me tranquilizará.
- Ya, pero prefería dejarme la vida para poder pasar por ahí que cualquiera de allí fuera tuviera el placer de verte desnuda.
- Pues menudo placer. - Espeto poniendo los ojos en blanco.
- Pues uno de los que me gustaría disfrutar toda la vida. -Dice apenas en un susurro aunque yo lo escucho y me ruborizo. Se acerca a mí por detrás y abraza mi cintura, yo echo la cabeza hacia atrás y entierro mi cara en su cuello. Mi boca está a medio centímetro de la suya y él alarga los labios y me da un suave beso en la comisura de los míos.
- ¿Y tu bañador? -Pregunto separándome de él y mirándolo a la cara.- ¿Te lo vas a poner ya? ¿Aquí? -La idea me asusta a la vez que me excita.
- Sí, bueno, si crees que estarás incómoda puedes salir o darte la vuelta. Tardo dos minutos. -Dice encogiéndose de hombros. Y yo me doy la vuelta a la vez que veo como su expresión se transforma en decepción.
-Átame esto, por favor. -Digo señalando la parte superior de mi bikini y veo como su expresión vuelve a recuperar la ilusión. Cuando ya me lo ha atado, me doy la vuelta antes de que se aleje y agarro su cara con las manos.- Me quedo y te voy a intimidar, como haces tú conmigo. Te quiero. -Digo con su cara pegada a la mía mientras él pone cara de impresión y le doy un suave beso en la nariz. Él sonríe y se ruboriza. Yo me siento en la tapa del váter y apoyo mi cabeza en mis manos con los brazos en las rodillas mirándolo con una ceja levantada. Él no puede parar de reírse mientras se quita la camiseta con vergüenza. Me vuelvo a quedar impresionada con sus músculos, como se tersan bajo su piel y como aparecen y desaparecen sus abdominales cuando hace fuerza.
-Aza, ¿quieres un cubo de agua? Lo digo por la baba. -Dice tímido buscando que yo me avergüence.
- No.- Escupo lanzándole una mirada asesina y al instante le saco la lengua para que no piense que iba en serio.
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Oscuridad
Подростковая литератураAzahara era una chica con muchos problemas. Ni su físico, ni sus amistades, ni nada de su entorno ayudaba para que toda su tristeza desapareciera. Era buena en los estudios, e incluso más inteligente de lo que llegaba a demostrar. Su vida se desmoro...