Se me pasará.

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Narra Azahara, la protagonista. 

Me duele saber que, normalmente, según las novelas que he leído, el chico siempre es el borde, el que tiene problemas y la chica la buena y fina que se enamora fatidicamente. Duele saber que en tu caso es todo lo contrario. Mi vida no es de novela, si lo fuera, sería una novela muy triste. Pero es muy doloroso saber que en tu vida, los demonios los tienes tú y que el chico que supuestamente te gusta está loco por ti y es un cielo de persona. Es muy difícil luchar contra los demás, pero es mucho más difícil luchar contra uno mismo. 

Pablo vuelve y se sienta. Coge la carta. 

-¿Ya sabes lo que quieres?

-Sí, creo que sí. 

-¿Qué quieres? -Pablo me mira confuso, sabe que me pasa algo. 

-Una ensalada. ¿Y tú? -Digo seca. Es inevitable que se me note. Lo siento. 

-¿Qué te pasa?

- ¿A mí?

-Claro.

-Nada, déjalo. Se me pasará, lo prometo. 

-Azahara no, hemos venido a pasar tres días. Me vas a tener que soportar. ¿Prefieres estar de mal humor? Dime que he echo. 

-No digas eso, tú no has echo nada Pablo, y no te voy a tener que soportar. Es un privilegio inmerecido estar contigo. No es ningun sacrificio. -Pablo sonríe y me agarra la mano. Lo que he dicho lo he dicho porque lo siento y porque es la verdad. 

-Es muy merecido. Muchísimo. -Dice mientras yo suelto su mano.- ¿Por qué me sueltas la mano?

-No quiero que corran rumores que te puedan afectar. -Digo mientras con la cabeza señalo a Paz. 

-Ella no diría nada, y qué más da. ¿A mis amigas no les puedo coger la mano? 

-En público no. 

-¿Por qué no?

-Pablo es que no lo entiendes, no eres un cualquiera, ni para mí, ni para el resto del mundo. Quizás para tí y tu familia sí pero para mí no, para los demás estás muy expuesto y muy vigilado, no eres uno más. Y eso no lo entiendes, o no quieres entenderlo, y yo lo entiendo demasiado. 

- Y en todo caso, ¿Eso no tendría que molestarme a mí, en vez de a tí? -Dice Pablo molesto. 

-Sí, claro que sí, pero a mí me molesta porque eres perfecto, te lo juro, pero yo no, y no quiero que mi vida influya en la tuya, tanto personal como profesionalmente. 

-Tengo una veintena de años, si tu vida influye en la mía es porque yo dejo que eso ocurra y ya soy mayorcito para saber lo que quiero y no y lo que me beneficia o no. Y Aza, aunque no te des cuenta, tú me beneficias, y mucho. Muchísimo. -Me hace sonreír y una lágrima amenaza con salir de mi ojo derecho. Miro al techo. No quiero llorar. No, aquí no. 

-Venga, déjate de tonterías. Nos lo vamos a pasar muy bien. ¿Verdad? -Dice mientras agarra mi mano. 

-Muy muy muy bien. 

OscuridadWhere stories live. Discover now