Narra Azahara, la protagonista.
Me canso de esperar a que Pablo salga de la ducha, el ruido del agua al salpicar no cesa así que supongo que está relajado dándose un maravilloso baño que, a este paso, durará 4 horas.
Me levanto y entonces caigo en la cuenta, yo no tengo ropa, ni ropa ni pijama ni nada.
- ¿Pablo? -Digo picando a la puerta del lavabo.
- Ya, ya salgo.
-No, no es eso... Es que...
-Pasa, pasa. - El echo de verlo desnudo me atrae y me aterra a la vez, son dos sensaciones totalmente opuestas y las siento a la vez, no sé qué hacer, ni como moverme, ni como negarme, ni como entrar, y me quedo parada y calculo que llevo 20 segundos sin respirar así que o me esfuerzo en respirar o aquí me quedo. No estaría mal morir aquí, pero no quiero crearle ese trauma a Pablo.
-No no, tranquilo, es igual.
-Pasa, va, tonta.
- Que no, que no. -Sonrío con la cara pegada a la puerta y aguantando el pomo de la puerta con la mano. No sé qué hacer.
De repente la puerta se abre de un tirón y yo casi me caigo al suelo. Ha sido Pablo y yo sofoco un grito al pensar que estaba desnudo, pero no, está con una toalla enrollada un poco más abajo de la cintura y veo demasiada parte de su cuerpo al desnudo y me vuelvo completamente majara.
- ¿Qué querías? -Dice sonriendo, sabe que estoy mirando su cuerpo y le encanta saber que me vuelve loco.
- Que yo... yo no he traído ropa ni nada... ¿Qué hago?
- No te preocupes, tu madre sabe distraerte muy bien mientras yo lo he cogido todo. Está en mi maleta. - Miro a Pablo con la misma cara que miré a mi profesora de mates cuando en tercero de la ESO me explicó las equaciones de segundo grado. Y él se limita a sonreír. - Pijama no te he cogido, pero puedes dormir con una camiseta mía, eso estaría muy bien, o sin nada, eso estaría mucho mejor.- Suelta una carcajada y le pego un puñetazo en el hombro.
- Vístete ya, que vas a coger frío.
- ¿FRÍO, EN CÁDIZ, EN PLENO MES DE AGOSTO? ¿DE VERDAD, FRÍO?
- Bueno, lo que sea, que te vistas y ya está. - El problema no es que él coja frío, si no que yo entre en demasiada sobrecalentación y tenga el riesgo de morir por un ataque al corazón. No puedo dejar de mirar su cuerpo, ¿pero éste chico qué hace aquí conmigo? Debería estar en el mismísimo cielo.
Él se ríe a carcajadas mientras se pone unos pantalones por debajo de la toalla sin quitarse ésta. Yo lo empujo fuera del lavabo y entro con una camiseta suya para cambiarme.
Salgo y estoy aterrorizada, no me queda pequeña pero tampoco muy grande, a penas tapa mis partes interiores, aunque lleve braguitas, y me hace sentir muy incómoda que vea mis piernas completamente al descubierto. Pero pronto, su mirada, hace que toda mi desconfianza se marche.
-Te queda muy muy muy pero que muy bien.
-Gracias. -Digo tímidamente, sonrojada y con las manos en la cara. Pablo no deja de mirarme fijamente de arriba a abajo y me siento muy observada así que me dispongo a recoger para distraerme.
-Empiezo a notar que te tengo... empiezo a asustarme de nuevo... -Canta Pablo entre dientes mientras se echa crema por todo el cuerpo.
- Sin embargo lo guardo en silencio... voy a dejar que pase el tiempo... -Sigo yo, mirándolo fijamente con una sonrisa de oreja a oreja. Él se gira sorprendido.
-Empiezo a creer que te quiero... empiezo a soñar con tus besos...- Canta cerrando mucho los ojos y acercándose a mí. Yo me callo, quiero que continúe cantándome pero abre los ojos, quiere que siga yo.
- Sin embargo no voy a decirlo... hasta que tú sientas lo mismo...-Digo y sonrío como una niña el día de su cumpleaños. Pablo se queda quieto en mitad de la habitación y busca algo, pronto lo encuentra, la botella de champán.
- ¿Un poco de alegría para el cuerpo? - Dice levantando la botella. Yo me limito a asentir y a sonreír, he bebido, he echo botellones, y me pongo muy tonta, y no me gusta beber, y menos el champán, pero lo haré.
Después de diez minutos consigue abrir la botella con destreza mientras yo me río de él y entre carcajada y carcajada suelto frases del estilo de "mira, el machote" "tanto brazo para nada" y el Barbas se muerde tanto la lengua haciendo fuerza que me da miedo que se la corte, por suerte eso no pasa.
Abre la botella y sirve dos copas. Una para él y otra para mí.
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Oscuridad
Teen FictionAzahara era una chica con muchos problemas. Ni su físico, ni sus amistades, ni nada de su entorno ayudaba para que toda su tristeza desapareciera. Era buena en los estudios, e incluso más inteligente de lo que llegaba a demostrar. Su vida se desmoro...