Narra Azahara, la protagonista.
Nos seguimos besando un rato que se me pasa muy corto, como si hubieran sido tres segundos y Pablo me pega más a él cogiéndome por la cintura mientras yo enredo mis manos entre sus rizos rubios.
- Te quiero. Eres preciosa, eh. Preciosa cariño.
-Te quiero.
-Y yo.
- ¿Y tú qué?
-Que yo también te quiero.
Decimos entre besos. Las ganas por fundirnos juntos nos alejan de la realidad pero pronto nos devuelve a ella mi madre, pegando un portazo saliendo del lavabo. Cosa que hace que me suba rápido los pantalones y me ponga una camiseta. No quiero que mi madre se piense cosas que no son.
Pablo se separa de mi nervioso y se coloca el pelo en su sitio, lleva un pantalón de chándal apretado y su hinchazón no pasa desapercibida lo que hace que yo me ruborize y él también al darse cuenta, así que me ruega que nos vayamos ya con gestos y miradas y yo entre carcajadas chillo:
-Mamá, nos vamos a casa de Pablo a por ropa, cuando me vaya a traer te digo algo, no tardaremos mucho.
-Vale hija. -Se escucha a mi madre chillar desde el balcón, debe estar tendiendo la ropa.- Cuidadín.
-Ven que me voy a lavar los dientes.
- ¿Y te tengo que acompañar?
-Sí, a saber lo que haces tú solo con ese bicho. -Digo mirando su paquete y él se lo cubre con las manos mientras sonríe ruborizado.
Mientras me lavo los dientes y Pablo me mira atentamente escuchamos a mi madre subir las escaleras apurada y nos asomamos a la puerta los dos, nerviosos.
-O...oye...hija.- Mi madre no puede respirar, parece que acaba de correr una maratón.
-Mamá, respira, respira.
-Que... que... que hay...-dice con tono agitado- ahí abajo... hay periodistas... en la puerta... muchos...muchos.
-¿Que hay qué mamá?
- Periodistas. Te lo juro. Los he visto desde el balcón. Están en la puerta de casa. -Mi madre ya respira normal y eso me tranquiliza dentro de lo que cabe. Miro a Pablo nerviosa, temiendo su reacción. Él está pálido.
- ¿Peri...periodistas? ¿En serio? Joder. Habrán visto el coche y estarán esperando a que salga. Joder, qué mierda. Joder.
- ¿Qué hacemos?
- No sé. ¿Nos quedamos aquí hasta que se vayan?
- No se irán. No se irán hasta que no salgas. Estos tienen todo el tiempo del mundo.
- Joder.
- Tienes dos opciones, o dices que has venido a firmar un contrato, cosa que quizás vuelven. O dices que has venido porque vive una persona enferma y has venido a darle una sorpresa, no creo que tengan la poca vergüenza de volver a aparecer por aquí.
-Vale, ¿pero como bajo con esta ropa? No va a colar.
-Mamá, ¿no hay nada de cuando papá vivía aquí?
-Ropa de la obra, y alguna camisa de viejo. Como vestía tu padre, vaya.
- Joder, pues Pablo, ponte la de ayer. Solo es hasta el coche. Ves tú a tu casa, te cambias y estás un rato con tu familia. Yo te llamo cuando se vayan y vuelves a buscarme. Si prefieres nos vamos fuera de Málaga. Así no te buscan más por aquí.
-Vale cariño.
Mi madre sigue apoyada en el marco de la puerta y Pablo la mira intentando ver su aprobación en el rostro y mi madre asiente y sonríe así que me besa la frente y se mete en la habitación a cambiarse.
-Qué mono es este chico, Azahara.
-Lo es. Te lo dije mamá. Que es especial.
-Especial y muy mayor para tí. A penas tienes 17 años, hija.
- Es solo un amigo. Tú con papá te llevabas 11 años, mamá. -Digo imitando su tono al pronunciar la palabra "hija", mientras me acabo de lavar los dientes.
-Bueno, ya verás tú, ya tienes suficiente cabeza.
-Sí.
Y se acerca a besarme y como me estoy enjuagando la boca, me da un beso en la espalda.
-Voy a acabar con la ropa.
-Vale.
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Oscuridad
Teen FictionAzahara era una chica con muchos problemas. Ni su físico, ni sus amistades, ni nada de su entorno ayudaba para que toda su tristeza desapareciera. Era buena en los estudios, e incluso más inteligente de lo que llegaba a demostrar. Su vida se desmoro...