Bonito.

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Narra Azahara, la protagonista. 

Me despierto con la boca seca y un dolor de cabeza insoportable, la luz del día entra por la ventana como un rayo. Tardo en recordar el porqué y en darme cuenta de donde estoy. Despego mi cara sudada del pecho (también sudado) de Pablo y le miro fijamente. Apenas puedo abrir los ojos, veo borroso y mi cabeza da vueltas pero aún así, mirar a Pablo mientras duerme es una de las siete maravillas de este mundo, me enamoro más de él y después de un largo rato me levanto de la cama. 

Estoy mareada así que me aguanto a los muebles y las paredes hasta que llego a la nevera, necesito agua ahora mismo. Nunca me ha sentado bien beber, aunque siempre me he acabado emborrachando. Me caigo de culo al abrir la pequeña nevera de la habitación del hotel y me quedo aquí, pegando mi morro a la botella de agua fría y casi acabándomela de un trago. Por suerte no he vomitado. 

-Buenos días, borrachita. - Pablo se acaba de despertar. Su voz es ronca y muy sexy. Me giro para mirarlo y le sonrío, tiene el pelo rubio revuelto y aún le cuesta abrir el ojo izquierdo. Está realmente gracioso, y me doy cuenta del bulto en su pantalón. Me sonrojo tanto que me cuesta reaccionar y darme cuenta de que no llevo ropa interior. Me pienso lo peor, aunque con él no tengo miedo.

-Buenos días, torre. - Digo dirigiendo la mirada a su pantalón. Pablo abre mucho los ojos mientras se mira y se tapa con la sábana vergonzosamente. Que no se tape, que no me haga privarme de estos gustos. Sonríe dulcemente - Pablo, no sé qué pasó, pero me conozco cuando voy borracha y digo y hago todo lo que quiero, así que lo siento. De verdad. No mereces ver esto de mi ni tener que soportarme, soy una niñata. - Bajo la mirada y me froto los ojos con las manos, sé que tengo razón. Cuando retiro los dedos de mi cara veo que tengo los dedos negros.- No, no, no, no, no. -La desesperación se apodera de mí, Pablo me ha tenido que ver realmente fea. Me levanto con toda la velocidad que mi mareo me permite y me acerco al espejo del lavabo. Pablo sonríe desde la cama mirando la escena como si de una película se tratara. - Madre mía -suspiro cuando me miro al espejo- lo que me faltaba. -Me acerco una toallita desmaquillante a la cara y me limpio entera. Aprovecho para también limpiar el tatuaje. 

Pablo sigue tumbado en la cama, mirándome fijamente. 

- ¿Ya está guapa la princesita borracha? -Pregunta sarcásticamente. 

- Lo que me faltaba -digo tirándome en la cama a su lado- que a parte de borracha me hayas visto en la peor situación física. Agarrate el pie. - Digo preocupada y avergonzada. Pablo se agarra el pie para hacer la gracia y yo no puedo evitar sonreír. - Idiota, era una forma de hablar. 

- ¿No me digas? -Vuelve a preguntar sarcásticamente. 

- ¿Qué, estás hoy sarcástico, eh? 

- Sí. Pero ¿Sabes lo mejor de verte borracha, con el maquillaje corrido, con pelos de loca, etc...? 

- ¿Qué? -Pregunto mirando sus manos y como se marcan las venas en su brazo. Me encanta. 

- Que me sigues pareciendo la chica más bonita del mundo. - Admite avergonzado y yo solo puedo mirarlo convencida de que es lo mejor del mundo. 

- ¿Por qué eres tan bonito? -Pregunto lanzándome a sus brazos. Pablo se encoge de hombros y sonríe. 

-Una cosa más que tenemos en común. 

Sonrío como una idiota. Y recuerdo el principio de todo esto, de toda mi oscuridad, cuando aún no había aparecido mi chico barbita. No recordaba lo que era sonreír de verdad, de esas sonrisas que te salen solas. 

-¿Recogemos ya? -Pregunta Pablo. -Son cerca de las 11 y entre que llegamos y no...

-Sí.

Dicho y echo nos pusimos a recogerlo todo para no salir muy tarde de aqui, de nuestro Cádiz.

OscuridadWhere stories live. Discover now